Image: Paolo Pinamonti

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Música

Paolo Pinamonti

“No me interesa la provocación, se acaba en sí misma”

22 mayo, 2008 02:00

Paolo Pinamonti. Foto: Miguel A. Fernández

Hoy comienza una de las citas más esperadas de la temporada operística: el Festival Mozart CaixaGalicia de La Coruña, que este año realiza sendos homenajes a los registas Giorgio Strehler y Herbet Wernicke y sube al escenario los montajes de Cosí fan tutte (que abre el certamen), El rapto en el serrallo, Las bodas de Fígaro y Actus tragicus, entre otros espectáculos. El Cultural habla de todo ello con Paolo Pinamonti, que se estrena este año como director artístico de un Festival que pone el acento en la dirección de escena.

Después de dirigir la Bienal de Venecia, la Fenice y el Teatro San Carlos de Lisboa, Paolo Pinamonti se estrena hoy como director artístico del Festival Mozart CaixaGalicia de La Coruña, puesto en el que sucede a Antonio Moral y Alberto Zedda. Su visión de la ópera es muy clara: le gusta el trabajo de los grandes directores de escena y desprecia los excesos de los directores provocadores. Tanto o más que los de sopranos y tenores.

-Es el primer Festival Mozart dirigido por usted. ¿En qué se distingue de ediciones anteriores?
-Es una mirada sobre el valor que tiene hoy el teatro de dirección de escena. La gran vitalidad que disfruta hoy la ópera en todo el mundo está ligada al trabajo de los grandes directores de escena y yo he querido ofrecer un momento de reflexión sobre este asunto.

-¿Quiénes son esos "grandes"?
-Este año empezamos un homenaje a Giorgo Strehler y Herbert Wernicke, dos figuras para mí inolvidables. Strehler es el heredero de la gran tradición escénica italiana de Luchino Visconti, pero también, en cierto modo, de la alemana, a través de Walter Felsestein. De Strehler recuperamos dos grandes puestas en escena: El rapto en el serrallo y Las bodas de Fígaro.

-¿Y Wernicke?
-De Wernicke presentamos lo que considero casi su testamento: Actus Tragicus, la producción que hizo en Basilea en 2000.

-Se ha oído hablar mucho de esta puesta en escena, pero aún no se ha podido ver en España. ¿Qué se van a encontrar los espectadores?
-El Actus trágicus puede parecer una provocación, pero no lo es en absoluto. Es todo lo contrario: verdadero teatro de dirección de escena. Las cantatas se insertan en el encuadre iconográfico de un gran retablo barroco. Así es como se contaba la historia en la época barroca y así es como la cuenta Bach, no con un discurso narrativo continuo, sino de manera visual. El retablo es como una casa sin pared. Quedan a la vista las habitaciones de nuestra cotidianidad y nuestra afectividad: la pareja de amantes, la mujer de la limpieza, los abuelos que esperan a los nietos, el enfermo, la persona deprimida... Con la música de Bach, todo ello cobra vida y adquiere una fuerza expresiva que a mí me sigue conmoviendo cada vez que lo veo.

-También hay otra producción operística...
-Sí y a la que damos mucha importancia. De hecho, constituye la apertura del Festival: Così fan tutte en la puesta en escena de Mario Martone, que es el auténtico heredero, en mi opinión, del legado de Strehler. Esta puesta en escena, que se estrena en España, tuvo mucho éxito en Italia. Abbado la hizo varias veces.

-¿Y aparte de la ópera?
-Con motivo del Actus tragicus hemos programado una serie de conciertos en torno a la figura de Bach.
-Bach, compositores del siglo XX... ¿cuáles son los límites? ¿En qué sentido sigue siendo éste un Festival Mozart?
-Programar sólo obras de Mozart significa una limitación para el público. Por otra parte, ¿qué es lo que de verdad hizo Mozart en aquel decenio prodigioso, entre 1781 y 1791?: revolucionar el teatro. Quiero que el Festival contribuya a esa reflexión sobre el significado del teatro.

Grandes cantantes
-¿Qué opina de la presencia del pianista Piotr Anderszewski.
-Bueno, me interesa mucho la figura del artista en residencia en el Festival, y este año se trata de este gran pianista. Tocará con orquesta y a solo. Otra figura muy interesante es la del compositor-intérprete, en este caso Mauricio Kagel. Y he querido respetar una herencia importantísima de este festival: la presencia de grandes cantantes, en este caso, Waltraud Meier y Annick Massis.

-No hay ninguna producción propia del Festival. ¿Por qué?
-Porque este es el primer año de un ciclo de tres. A partir del año que viene tendremos producciones propias.

-Le gusta a usted el "teatro de director", pero, la preponderancia de la escena, ¿no va en detrimento de la música?, ¿y el brillo del director no puede oscurecer el del autor?
-Ese es un punto esencial. La gran herencia de Visconti, Strehler, Felsestein y otros como Wernicke, Decker o Bob Wilson es la idea de trabajar con el cantante como con un actor, con tiempos de ensayo adecuados. Cuando se hace una nueva producción, estos directores te piden cuatro o cinco semanas de trabajo con los cantantes, par superar lo "operático", que se convirtió en sinónimo de viejo, rutinario, lleno de tics de primera dama o de primer tenor. Pero el teatro no era así. Para Mozart era lo contrario, era un trabajo dramatúrgico, también para Verdi.

-El buen intérprete llena con su personalidad el escenario, pero el intérprete genial logra hacerse transparente para dejarnos ver al autor. ¿Está de acuerdo con esta idea?
-Completamente. Wernicke, Strehler o el Mario Martelo del Cossí, son la expresión más auténtica de esa idea. Dar un paso atrás, desaparecer. En el caso de Wernicke, no hubo en su carrera una producción que sea igual a la otra. Jamás un cliché. Cada obra una aventura emocional e intelectual distinta. En ninguna puedo decir: "eso es Wernicke", salvo por la calidad, que siempre le distinguió. Eso es extraordinario. Lo mismo pasa con Strehler, entre su Rapto y sus Bodas no hay elementos comunes. No son de Strehler, sino de Mozart. Este paso atrás les permite a los grandes directores dialogar, no sólo con el autor, sino con el director musical y con los cantantes.

-Sí, pero hay directores de escena actualmente que devoran el espectáculo...
-...Pero eso no es lo que yo llamo "teatro de dirección de escena", sino excesos del director, que tienen el mismo valor de los excesos de los cantantes cuando quieren hacer el gran agudo o modificar la partitura porque no llegan. Además, no me interesa nada la provocación. Se acaba en sí misma.

-Parece que le interesa a usted más la emoción, pero también la música contemporánea. ¿Casan bien estos dos conceptos, modernidad y emoción?
-No veo ninguna contradicción. Con interpretaciones ‘comme il faut’, la escucha de Gruppen de Stockhausen o Atmósferas de Ligeti produce momentos emotivos fortísimos. Emoción no es lo mismo que sentimentalismo fácil, como llorar por la muerte de Mimí. No se trata de eso.

Mozart y alrededores

Este año se ponen en escena tres óperas de Mozart. Abre el Festival Così fan tutte con Víctor Pablo Pérez en el foso y Mario Martone como director de escena. Vienen después los montajes de Giorgio Strehler de El rapto en el serrallo y Las bodas de Fígaro. Momento culminante del Festival será la presentación en España de Actus tragicus, el espectáculo que imaginó Herbert Wernicke a partir de las cantatas de Bach. Brillarán las cantantes Waltraud Meier y Annick Massis. Se proyectarán cuatro óperas en cine y se representará, para el público joven, El pequeño deshollinador de Britten. Los Brandenburgo de Bach sonarán en la versión del Combatimento Consort y habrá homenajes a Messiaen y a Kagel. La música de los compositores jóvenes viene entreverada con clásicos del siglo XX.