Image: Michael Jackson

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Música

Michael Jackson

2009: año uno después del genio

3 julio, 2009 02:00

Michael Jackson

El pop era Michael Jackson. Detrás de un perfil desequilibrado y frívolo se escondía un auténtico genio que sintetizó en su música lo mejor del funky, el rhythm & blues o el soul.

Es difícil imaginar el mundo del pop sin Michael Jackson. Era el epicentro del negocio musical. La estrella que mejor resumía un género al margen de lo académico, basado en el talento natural, la sencillez y la capacidad para conectar con el gran público. Jackson era un cantante y compositor contemporáneo, directo, sin dobles lecturas, diseñado para crear melodías pegadizas, bailes contagiosos y discos de éxito. No busquen en sus canciones compromiso social, virtuosismo instrumental o alardes intelectuales. Michael Jackson era el rey del pop. Nada más y nada menos. Seguramente por eso todas las acusaciones y comentarios maliciosos que llegan tras su muerte a los cincuenta años, el pasado 25 de junio, resbalan a lo largo de un currículo grandioso con más de 750 millones de discos vendidos en todo el mundo. Hizo del videoclip un arte. Y de los conciertos un espectáculo total. Sólo de Thriller, su obra maestra, el disco más famoso de la historia de la música, se han comercializado más de 110 millones de copias. Estamos hablando del motor del pop durante los ochenta y noventa, una época dorada que jamás regresará.

El éxito de Michael Jackson rompió todas las barreras y superó los límites conocidos de la música negra. Las dificultades de los artistas de color para acceder al gran público se hicieron añicos ante la facilidad del pequeño de los Jackson para abrir mercados. Convirtió el videoclip en un ambicioso ensayo cinematográfico promocional, diseñó coreografías futuristas que revolucionaron los conciertos y, sobre todo, reinventó la música popular. Sólo un músico como él, absolutamente genial, era capaz de sintetizar diferentes géneros bajo un concepto globalizador: el pop como matriz de los estilos negros, desde funk al gospel, pasando por el soul o el breakdance.

La voz de Michael Jackson, muy personal y con un amplio e inconfundible registro, disparó la carrera de un niño prodigio que con sólo cuatro años recorrió Estados Unidos actuando cada noche junto a sus hermanos, los Jackson Five. "No tengo un concepto claro de infancia", reconoció en una entrevista en los años 80. "Tal vez por eso ahora me gusta vivir la vida con un juego, y disfrutar de las diversiones infantiles, de los animales, de los cuentos… No he sido nunca un verdadero niño". En 1969 los Jackson Five ganaron un concurso para jóvenes talentos que se celebró en el legendario Apollo Theatre de Harlem y recibieron una oferta de Berry Gordon Jr., el capo de Motown Records, la compañía discográfica más importante en la historia de la música negra. Diana Ross adoptó al grupo y se convirtió en su madrina: "Tengo el placer de presentarles esta noche a una joven estrella que ha trabajado en el mundo del espectáculo durante toda su vida y que cuando canta y baila ilumina el escenario: Michael Jackson y sus hermanos, The Jackson Five". La bola de nieve había comenzado a rodar, y ya nadie podría pararla: I Want You Back, editado el 11 de octubre de 1969, vendió dos millones de copias en seis semanas. A partir de este momento el éxito jamás le abandonaría.

Su Thriller le convirtió en una superestrella. Y pagó por ello un precio demasiado alto. Los desajustes emocionales le invitaron a pasar por el quirófano para cambiar su rostro y su pigmentación. "Michael es la persona más frágil que he conocido", llegó a afirmar Quince Jones, su productor fetiche, antes de que el autor de Rock with you comenzase a despeñarse. Su muerte supone la despedida definitiva a una forma de entender el espectáculo tan lúcida e inspirada como persuasiva. El mito de la Motown convirtió las etiquetas en arquetipos, rompió todas las barreras (visuales, sonoras y raciales) y consiguió con sus canciones una descripción apabullante de todos los escenarios que conforman la música pop. Brillante, optimista, carismático, excéntrico, genuinamente divertido, con su punto de pretenciosidad y su descomunal respeto por la música… Michael Jackson, la última gran estrella pop, ha ejercido una influencia trascendental en la cultura de las últimas décadas. Por su obra ya no pasa el tiempo.