Image: Wagner visto por Rigola

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Música

Wagner visto por Rigola

El holandés errante recala en el Real

8 enero, 2010 01:00

J. Reuter y A. Kampe, en el El Holandés errante. Foto: Javier del Real

Mágica, onírica y descriptiva. El holandés errante de álex Rigola llega al Real el próximo martes con Joan Reuter, Anja Kampe y Stephen Gould.

El Festival de Canarias arranca hoy con Zubin Mehta, que dirigirá a la Staatskapelle de Dresde. Con este motivo, El Cultural ha hablado con el director sobre la nueva edición del certamen, sobre su trabajo en el Palau de les Arts de Valencia y sobre la crisis que, también, vive la música.

El holandés errante de Wagner desembarca de nuevo en Madrid tras hacerlo en las dos últimas temporadas en Barcelona y Sevilla. Es la producción ofrecida en el Liceo en 2007 -firmada en lo escénico por álex Rigola, y que se forjó a medias con el Real- la que se podrá ver en el coliseo madrileño a partir del martes. Esta ópera, estrenada el 2 de enero de 1843 en Dresde, no es nada fácil de llevar a escena teniendo en cuenta sus complejos componentes, que combinan lo mágico, lo onírico, lo irreal, lo pensado y lo imaginado, con lo concreto, físico y descriptivo.

Rigola, al que le sobra fantasía y aplicación, sitúa la acción en una moderna fábrica de conservas noruega, en laque el mar, faltaría más, es el principal protagonista. La idea no es mala en principio, aunque elimina de raíz algunos de los aspectos maravillosos de la historia legendaria y nos trae a la tierra. En ese ámbito Senta volverá a ser la soñadora muchacha que presiente la llegada del eterno navegante que busca la redención, tema tan profundamente wagneriano en la que no iba a dejar de penetrar el compositor en sus siguientes óperas.

En el foso tenemos a López Cobos, de quien podrán decirse muchas cosas pero ninguna de ellas en contra de su musicalidad sin tacha, su habilidad para apoyar la línea vocal y su seguridad para concertar. Cabe preguntarse, conociendo sus características directoriales, hasta qué punto sabrá dar forma a un drama marinero tan oblicuo y cuajado de interrogantes, en el que la pasión desbocada, que al fin aflora en Senta y que es correspondida por el viajero, se entremezcla con la presencia de los agentes atmosféricos y el protagonismo racial de las gentes del mar.

El equipo vocal es a priori muy aceptable. Dos buenas soñadoras en su rueca son, sin duda, Anja Kampe (recordemos su Ariana de Strauss), y Elisabete Matos, de metálicos reflejos tímbricos. Ninguna es, ni falta que hace, una dramática. Buenas perspectivas en cambio para el Holandés, que se reparten el danés Johan Reuter y el letón Egils Silins, dos potentes voces de bajo-barítono. Nos fiamos menos de los dos Eric, Stephen Gould, más bien basto y mate aunque voluminoso, y Endrik Wottrich, más timbrado y fino pero limitado. En Bayreuth, hace poco, no acabaron de gustar, respectivamente, sus Siegfried y Siegmund. Daland serán los fornidos Hans-Peter Künig, de mayor anchura, y Eric Halfvarson, oscuro pero débil en graves.

Un programa desigual

Arturo Reverter

Las vacas flacas en el Festival de Canarias se notan en la falta de un sólido apartado camerístico, que únicamente aparece, de refilón, en las islas pequeñas, y en la ausencia de recitales de solistas reconocidos. El presupuesto sigue siendo cuantioso, unos 3 millones de euros, pero ya sabemos lo caros que son los traslados de las grandes orquestas que, junto a sus prestigiosos directores, han constituido, desde que se fundara la muestra, con Nebot al frente, la savia principal. Los desequilibrios, la escasez de una oferta rompedora y la imposibilidad de servir en todas partes los mismos manjares que se paladean en Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife han lastrado en parte la suculenta oferta.

No deja de haber cosas de entidad. Citemos en primer lugar a quien abre el fuego, Zubin Mehta. Es sin duda y desde hace al menos cuarenta años una de las personalidades más brillantes en su especialidad por conocimiento, facilidad de comunicación, concepción musical y prontitud en la edificación de cualquier tipo de música, gracias a una soberana técnica que le permite dibujar y marcar con total claridad, el discurrir del curso sonoro. Tras su más bien grisáceo Brahms con la Filarmónica de Israel para Ibermúsica en Madrid, lo encontramos en Canarias al frente de la espléndida Staatskapelle de Dresde, con la que sin duda podrá desarrollar dos interesantes programas: Seis piezas de Webern, Kindertotenlieder de Mahler, con el excelente barítono Thomas Quasthoff, y Así habló Zaratrusta de Strauss, por un lado; monográfico Brahms, precisamente, por el otro: Obertura Trágica, Variaciones Haydn y Cuarta Sinfonía. La segunda luminaria es el superdotado venezolano Gustavo Dudamel. Su formidable e innato sentido del ritmo, su clarividencia para oír todas las voces y su eléctrico gesto, que actúa como una especie de imán para los instrumentistas, se habrán de evidenciar a lo largo de sus dos actuaciones gobernando a la Sinfónica de Goteborg, un conjunto muy apañado: Pastoral de Beethoven y Cuarta de Nielsen; Rituales amerindios de Benzecry (encargo de la orquesta), Concierto para piano nº 4 de Rachmaninov y Segunda de Sibelius.

Vladimir Jurowski, actual director en Glyndebourne, es el tercer elegido. Viene con su London Philharmonic para ofrecer programas con bastante música rusa: Cinco fragmentos op. 42 y Cuarta Sinfonía (una de las que menos se toca) de Shostakovich, Concierto par violín de Szymanowski (con Carolin Widmann), Concierto para piano nº 3 de Beethoven (con la delicada Mitsuko Uchida) y Sinfonía nº 4 de Prokofiev. La elegancia gestual del director, sus sólidos criterios musicales, la flexibilidad y finura de su rubato parecen ser buenas cualidades para rubricar tan atractivas sesiones.

Por su parte Mikhail Pletnev, magnífico pianista también, se sitúa al frente de la formación que él mismo creara hace unos años, la Orquesta Nacional Rusa, con la que viene realizando una amplia labor discográfica y con la que podrá llevar a la práctica contundentes programas de su procedencia: Sinfonías 1 y 9 y suite El perno de Shostakovich, Concierto para piano nº 2 de Rachmaninov (con el fortachón Denis Mantsuev), Obertura rusa de Golovanov y Sinfonía nº 4 de Taneyev, una novedad. Hay otras dos citas orquestales: la Sinfónica de Tenerife a las órdenes de su todavía, pero no por mucho tiempo, titular Lú Jia, con el estreno del concierto para piano In paradisum de la grancanaria Laura Vega (con José Luis Castillo al teclado) y la imponente Sinfonía Turangalila de Messiaen; la Filarmónica de Gran Canaria al mando de Pedro Halffter, con La tierra de Jesús Rueda, Rapsodia española de Albéniz (con el pianista isleño Iván Martín) y Los planetas de Holst. En las demás islas se han programado conciertos de cámara a cargo de Sphera Antiqua, Camerata Clásica y Orquesta de Cámara del Teatro Nacional de Praga.