El barítono Vladimir Chernov protagonizará la puesta en escena de Don Giovanni, que los próximos días 21 y 23 podrá verse en Jerez.

Don Giovanni de Mozart es una ópera de enorme complejidad conceptual, de ambiciosa estructura músico-dramática y enjundiosa combinación de elementos bufos, serios y semiserios; una auténtica suma, en cierto modo síntesis de contrarios, que entremezcla influencias napolitanas, germanas y austriacas; lo cómico unido, increíblemente, a lo trágico. Un dramma giocoso.

Esta obra magnífica es sumamente difícil de llevar a escena, no ya por la comentada complejidad ideológica, sino por las notables exigencias que plantea a las numerosas voces que intervienen. Sobre el papel, las que actúan en estas dos funciones que se anuncian en la modesta y encomiable temporada del Villamarta de Jerez para los días 21 y 23, son plausibles. El protagonista es el barítono ruso Vladimir Chernov, que, a sus 56 años, posee aún prestancia y capacidad de matización para desvelar algunas de sus claves dramáticas.

María José Moreno y María Rey-Joly, en principio muy líricas, sobre todo la primera, se encargan de doña Anna y de doña Elvira, partes que quizá precisaran de un mayor cuerpo vocal. Son sopranos musicales e inteligentes que pueden solventar con decoro sus respectivas partes. De interés es el concurso del tenor Ismael Jordi, idóneo para exponer las cantinelas de don Ottavio. Ruth Rosique será Zerlina. Intervienen también el barítono Rubén Amoretti y el bajo mexicano Rosendo Flores.

La producción, estrenada en este teatro en 2005, lleva la acreditada firma de Francisco López, que sitúa la acción a principios del siglo XX y convierte al Don en un drogata alucinado. La mezcla de factores de distinto signo, en una loable pero a veces no del todo clara lectura de la composición, ya causó cierta perplejidad en su día. El joven director Cristóbal Soler, muy entregado habitualmente a la zarzuela, artista con un talento todavía sin explotar, se sitúa en el foso junto a la Filarmónica de Málaga.