Vuelve la revolución con Andrea Chénier
La ópera de Giordano recala en el Teatro Real
12 febrero, 2010 01:00Un momento del Andrea Chénier de La Bastilla
Giancarlo del Monaco y Víctor Pablo Pérez llevan mañana al Teatro Real la nueva producción de Andrea Chénier de Giordano con un triple reparto encabezado por Marcelo Álvarez y Fiorenza Cedolins.
Con su estreno en Milán en 1896, Giordano tomaba el testigo de Verdi y emprendía, junto a la Cavalleria rusticana de Mascagni e I Pagliaccide Leoncavallo, la reconciliación con la ópera italiana. La receta verista funcionó bien en la primera mitad del siglo XX para después acumular polvo durante décadas, a la sombra del nuevo purismo belcantista y la vanguardia escénica. Ahora se abre un hueco en la agenda madrileña, cuan- do los ecos de la espantada de Lulu aún resuenan por los pasillos. Así es como el Teatro Real saldará, desde mañana y hasta el 28 de febrero, su particular cuenta pendiente con el público, y también con Giordano.
Vértigo desde La Bastilla
Tres repartos para una producción que viene de la Ópera de París, donde se ha estrenado hace tres meses, despertando no pocas suspicacias. Le Figaro señaló a Giancarlo con el dedo para decir que su montaje recurría a "la misma rutina de siempre". Más duras fueron las críticas vertidas en Le Monde: "La opulencia de los decorados y del vestuario no consigue ocultar el vacío dramático. No más, en cualquier caso, que un perfume logra disimular un mal olor". ¿Se esperaba más altura de este primer Chénier parisino o acaso los franceses hablan desde el vértigo que les produce La Bastilla vista desde La Bastilla?
El libreto de Luigi Illica cuenta la vida del poeta francés André Chénier (Estambul, 1762 - París, 1794) y su intervención en los prolegómenos de la Revolución Francesa. Su romance con la cortesana Maddalena de Coigny, personaje también histórico, sirve de hilo conductor a los acontecimientos que hoy se estudian en los libros de bachillerato y que hacen de la escena un vaivén permanente de gente.
"Como ya hiciera en La Bohème y en otras de mis producciones, he tratado de agilizar la acción y los movimientos de masas con una concepción cinematográfica del espacio", explica Del Monaco a propósito de su tercera aproximación al libreto. En él, Chénier, acusado, por un lado, de instigar el levantamiento y, por el otro, de cuestionar los métodos de Robespierre, emprende el camino a la revolución, se bate en duelo por su amada y finalmente, de rodillas, entrega su vida a la patria en la guillotina.
Cara a cara con Mortier
A pesar de la agonía y las pasiones que mueven al personaje, Chénier es un rol agradecido, con el que se lucieron en su momento Franco Corelli, Mario del Monaco o Plácido Domingo. El testigo lo recoge ahora Marcelo Álvarez, en la que será su despedida (no forzada) del Teatro Real, hasta que se vuelvan a barajar los despachos. "No volveré a Madrid -decía el tenor argentino en una entrevista con El Cultural- hasta que Mortier se vaya". Y ha querido el destino que su despedida coincida justamente con la llegada del belga a las oficinas del coso madrileño.
Dicen del argentino que anda algo escaso de disciplina y sobrado de temperamento. "Pero el resultado es excelente -lo excusa Del Monaco-. Entiendo bien a Marcelo porque yo también soy impulsivo. Álvarez es un miura al que hay que saber torear. Y he de decir que merece la pena el esfuerzo porque, hoy por hoy, andamos escasos de voces como la suya".
Del otro lado se encuentra Maddalena, a quien interpreta la soprano italiana Fiorenza Cedolins, que viene de interpretar Norma en Bilbao e Il trovatore en Barcelona, y que debutó en el Real con la exitosa Luisa Miller de 2005. "En esta ocasión, doy vida a una mujer que se sale de los cánones veristas. Maddalena no es Tosca. Su carácter es dulce, delicado, es una aristócrata iluminada, una mujer espiritual, una especie de Maria Antonieta concienciada. Si a esta condición le sumamos la densidad de la orquesta, es fácil entender los riesgos que este rol conlleva". Tras un grandilocuente proyecto que no llegó a cuajar en La Scala, será la primera vez que Cedolins interprete la famosa aria La mamma morta frente al público. "Es un aria fascinante, donde se entremezcla el concepto decadentista de la muerte con la exaltación del enamoramiento. Se puede decir que la muerte da paso a la vida, que el amor nace de entre las cenizas. Es una llamada al optimismo". Sumida en el dolor por la muerte de su madre a manos de la enfurecida muchedumbre, Maddalena encuentra de pronto el amor. "Sigue viviendo, yo soy la vida, el cielo está en tus ojos...". ¿Quién no recuerda las palabras de un agonizante Tom Hanks apostillando la grabación de Maria Callas en Philadelphia?
Chaleco salvavidas
Cedolins advierte que, más que en otras partituras, la de Andrea Chénier requiere una relación especial con el director de orquesta. "Maddalena se mueve entre un mar de músicos. Y necesitas que el director te mire y vaya dosificando cada parte. Es mi chaleco salvavidas". Se refiere a Víctor Pablo Pérez, que visita por tercera vez el foso del Teatro Real. "Es fundamental -sostiene el director- conseguir el equilibrio entre el funcionamiento camerístico de una orquesta numerosa y la visceralidad de los cantantes". El segundo y tercer reparto lo integran Fabio Armilato y Jorge de León, para el rol protagonista, y Daniela Dessì y Anna Shafajinskaia en el papel de Maddalena. Marco Vratogna y Roberto Frontali completan el trío amoroso dando vida al sirviente Carlo Gérard, que es el único personaje ficticio de la trama.
Giancarlo del Monaco ha paseado Chénier por Tel Aviv, Helsinki, Niza o Bolonia. Y dice llevar, más que cualquier otro, su música en las venas. "Siempre digo que para mí ésta es una ópera familiar. Andrea Chénier soy yo", bromea. En esta nueva producción, concebida para las posibilidades de La Bastilla y el Real, parte de la acción se desarrolla en un teatro devorado por las llamas de la revolución, donde se monta el tribunal. ¿Fue esta imagen, quizá, lo que inquietó a los franceses?