Paavo Järvi dirige a la Orquesta de París.

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Visita nuestro país la Orquesta de París, en esta ocasión dirigida por Paavo Järvi, que recogió hace algún tiempo el testigo de Christoph Eschenbach. El conjunto francés emprende estos días una gira que la llevará a varios centros neurálgicos de nuestro país. El 16, 17 y 18 de enero estarán, respectivamente, en el Palau de la Música de Valencia, el Palao de la Música Catalana de Barcelona y el Auditorio Nacional de Madrid con un programa que combina la obertura de El corsario de Berlioz, el Concierto para piano n° 2 de Tchaikovsky (con el gigantesco y certero Denis Mantsuev ante el teclado) y la triunfal Sinfonía n° 2 de Sibelius.

Más tarde, los días 20 y 22 de este mes orquesta y director se encuentran en los Auditorios de Zaragoza y Víctor Villegas de Murcia para ofrecer un programa que mantiene la obra de Berlioz y sustituye las otras dos por el infrecuente Concierto para violín de Britten, que tocará la refinada Janine Jansen, y la Sinfonía n° 6 de Prokofiev, tampoco demasiado programada. Al excelente conjunto tuvimos la oportunidad de escucharlo en el Teatro Real treinta años atrás con Georg Solti en el podio, que recordamos nos brindó espectaculares interpretaciones de la Sinfonía fantástica de Berlioz y Una vida de héroe de Strauss. Más tarde, con Daniel Barenboim al frente, el grupo se lució en unas controvertidas recreaciones de las nueve Sinfonías de Beethoven.

Las siguientes visitas de la Orquesta no hicieron si no confirmar la calidad de sus instrumentistas. El nuevo titular, hijo del también director estonio Neeme Järvi, está en una continua línea ascendente desde que ocupara el podio de la Sinfónica de Malmö en 1994, cuando contaba 32 años y que se asentara, a partir de 2000, en el de la Sinfónica de Cincinnati. Es un músico tan solvente como su padre, pero tocado de un genio muy especial, bien cimentado en las enseñanzas paternas, las de Otto-Werner Mueller en el Curtis Institute de Filadelfia y, sobre todo, las recibidas de Leonard Bernstein en Los Ángeles.

La batuta de este joven maestro es amplia y circula en todos los planos, el gesto es moderno, elegante y muy variado. Sus ciclos dedicados a Brahms con la HR de Frankfurt y a Beethoven con la Kammerphilharmonie de Bremen han causado sensación y han tenido excelentes críticas. Durantae una década, Järvi ha podido desarrollar sus firmes ideas en relación con los pentagramas del músico de Bonn, a los que sirve con poder, precisión, fuerza y extremas dinámicas. Lecturas llenas de sabor y rotundidad.