Música

Los domingos más plácidos

Setenta personalidades del mundo de la cultura nos confiesan sus “domingos más plácidos” junto al maestro

21 enero, 2011 01:00

Plácido Domingo es El Cid en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, 1999.

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  • Joaquín Achúcarro
    Pianista
    Resulta un contrasentido que un huracán se llame Plácido. Un huracán que no cesa, que recorre el mundo de un extremo a otro: cantando, poniendo los teatros por los que pasa al rojo vivo, dirigiendo óperas, levantando conciertos, organizando temporadas, ayudando a jóvenes talentos... Mi último contacto con él fue durante una cena íntima, con un Plácido incomprensiblemente relajado, después de un colosal Simon Boccanegra en el Met de Nueva York. Recuerdo también con especial cariño un 5 de enero en Madrid. Me invitó personalmente y compartimos escenario. Acompañé primero a la orquesta y luego tuve el privilegio de acompañarles a él y a Montserrat Caballé. Como colofón al concierto, la jota de Sor Navarra dedicada como bis al rey Juan Carlos que Plácido se sacó de la manga la víspera. Puede que no fuese "plácido" pero fue fabuloso.

    Antón García Abril
    Compositor
    Fue él quien decidió, con su enorme prestigio, respeto y admiración por la música española, el estreno de mi ópera con textos de Valle-Inclán, Divinas palabras, en los actos de inauguración del Teatro Real como nueva sede de la ópera. En ese encuentro maratoniano, que duró 12 horas, interpretó (leyendo a primera vista) todos los personajes con un entusiasmo desmedido. Al finalizar el día, todos estábamos agotados menos él, que supo contagiarnos su vigor y energía. No podré olvidar la enseñanza ejemplar que, con su grandeza personal y profesional, mostró durante los largos y difíciles ensayos, ofreciendo a todos los participantes del estreno una lección magistral que sólo pueden brindar los grandes hombres. Placido Domingo pertenece a esa categoría de "seres humanos grandes de España", por su lección de vida, generosidad y humanidad.

    Joan Matabosch
    Director artístico del Liceo
    A estas alturas, nadie se atreve a cuestionar que estamos ante uno de los artistas más grandes de nuestro tiempo. Cualquier amante de la ópera guarda sus interpretaciones entre sus recuerdos más preciados. Pero detrás del cantante, el músico y la personalidad excepcional, hay otro Plácido Domingo que me parece que es tan conmovedor como el primero. Me refiero a ese Plácido que siente como una responsabilidad propia descubrir jóvenes cantantes con talento, contribuir a su formación y arroparlos en los primeros pasos de sus carreras. Todo ello con una entrega generosa hacia el arte de la ópera, a la que parece querer garantizar una magnífica continuidad, y también hacia sus jóvenes sucesores, si es que alguien va a poder sucederlo algún día.

    Peter Gelb
    Director del Met
    Todos conocen la historia del debut de Plácido Domingo en el Met, en 1968, sustituyendo a Franco Corelli en el último momento. Su actuación emocionó al público y anunció la llegada de un portentoso talento. Sucedió lo mismo durante las celebraciones por sus 40 años en el Met hace dos temporadas: tenía previsto dirigir Adriana Lecouvreur, pero terminó sustituyendo, una vez más, a un tenor en el mismo rol de Maurizio con el que lo conocimos. No se me ocurre otro tenor de la historia capaz de semejante hazaña. Pero incluso ahora Plácido sigue esforzándose en refinar su arte, elevándose por encima del canto con su magistral fusión de música y teatro. Como director del Met, me ha "complicado" mu- cho la existencia, siempre a la búsqueda del próximo y nuevo Plácido Domingo. Y al acecho del único.

    Teresa Berganza
    Mezzosoprano
    Tras el fatal terremoto de México de 1985, Domingo organizó por todo el mundo conciertos benéficos para ayudar a las víctimas y devolver la esperanza a la gente. Me invitó al que tuvo lugar en Hamburgo, y juntos cantamos un recital con arias de ópera y zarzuela que nunca olvidaré. Domingo es un portento de hombre, un profesional de los pies a la cabeza y un excelente compañero.

    Emilio Sagi
    Director artístico del Teatro Arriaga
    Recuerdo con emoción una Luisa Fernanda en el Teatro de La Scala de Milán. Un proyecto que, para ambos, estaba cargado de sentimientos. Plácido había visto a sus padres interpretar esta maravillosa zarzuela, y por primera vez asumía el rol que su padre le había enseñado. Yo desde pequeño tenía en la cabeza la poderosa voz de mi abuelo Sagi-Barba, el primer Vidal. Plácido cantó y actuó sabiendo que esa noche era especial. Y la emoción se desató en la última escena, cuando todos los que estábamos en el escenario rompimos a llorar.

    Valentín Fuster
    Médico cardiólogo
    Tras un compromiso en Tokio, Plácido vuela a Nueva York. No se encuentra bien. Dos días mas tarde, verifico y le notificamos la necesidad de una operación urgente. Lo acepta serenamente y reseña: "Animémonos todos y adelante". Seis semanas tras la operación, sucede la apoteosis de Plácido en Londres. Ocho semanas más tarde, la apoteosis de Domingo en Milán...

    Giancarlo Del Monaco
    Director de escena
    Nuestras carreras profesionales han discurrido en el tiempo como dos líneas paralelas. Plácido ha sido y es un grandísimo artista, increíblemente polifacético y dotado de un talento fundamental para un director de escena que le permite ser un "cantante-actor", algo casi imposible de encontrar en su generación, o casi mejor, en las generaciones de cantantes líricos que han discurrido a lo largo de su carrera. Su musicalidad, su espíritu de trabajo y su facilidad de asimilación le han permitido abordar un número de títulos mayor que ningún otro artista lírico conocido. Su carrera acabará sólo cuando su inteligencia le diga que debe hacerlo y, remedando al Falstaff verdiano, le digo: "Va vecchio Plácido, va per la tua via". Te deseo un feliz cumpleaños en compañía de tus amigos y, ¿por qué no?, también de tus enemigos, que nunca les faltan a los triunfadores.

    Nuria Espert
    Actriz
    Tuve el privilegio de trabajar con él en varias ocasiones. En Londres, en Los Ángeles o en Sevilla. Y lo que más me ha llamado la atención es su sencillez, su respeto a los compañeros, su cariño y su capacidad de trabajo. Todos lo admiran, desde los extras (a los que trata de un modo exquisito) hasta las insufribles divas. Su puntualidad, su retentiva, el estudio permanente de nuevos roles, que compagina con sus ensayos y representaciones, lo convierten en un personaje único. No me lo invento. Así es Domingo los siete días de la semana.

    Alex Ross
    Crítico The New Yorker
    A menudo se asocia a Plácido Domingo con la potencia vocal y la idea de un instrumento que llega, con su fuerza originaria intacta, a todos los rincones de los más grandes teatros. De todas sus actuaciones, no puedo borrar de mi memoria aquel Domingo acometiendo Un bacio, ah!, un altro bacio al final de su Otello, en el Met en 1995. Todo el teatro se derritió con su perfecta mezcla de sonido y sentimiento. Y no exagero cuando digo que no creo que vuelva a en- contrar algo parecido.

    Rafael Argullol
    Escritor
    Domingo es el tenor que representa la síntesis de la ópera. No he escuchado ninguna otra voz que cante con igual maestría las partituras de Verdi y de Wagner. Lo que durante mucho tiempo se ha tenido por incompatible Domingo lo hace, no sólo compatible, sino necesario para comprender en profundidad la herencia operística. Un talento, por tanto, único.

    Albert Boadella
    Director Teatros del Canal
    Recuerdo con especial emoción a Plácido cantando un aria de la Tabernera del puerto ante 20.000 espectadores en la Waldbühne de Berlín. Fue en el verano de 2006, durante un concierto memorable con Rolando Villazón y Anna Netrebko. Y también me acuerdo de una comida junto a Esperanza Aguirre en la que acabamos los tres fumándonos un puro entre risas.

    Daniel Catán
    Compositor
    Sonó el teléfono. Era Plácido. Se había abierto un tiempito entre una cosa y otra, y quería aprovecharlo para ver cómo avanzaba la composición de la ópera Il Postino. Tenía curiosidad por ver la parte de Neruda, compuesta especialmente para él. Tomé mi partitura y me dirigí al teatro a la hora acordada. Me recibió con la cortesía que lo caracteriza e inmediatamente se sentó al piano, abrió la partitura y comenzó a leerla. Las marcas sobre el papel empezaron a cobrar vida: reían, lloraban, se estiraban, levantaban la voz. ¡Neruda era Domingo! ¡Domingo era Neruda!

    Fernando Aramburu
    Escritor
    Estaba mirando con mi hija la versión alemana de Barrio Sésamo. Han corrido dos décadas largas desde entonces. Salía aquella tarde en el programa Plácido Flamingo, un flamenco rosado como un chicle de fresa, de pico ágil, voz rotunda y mirada penetrante y un tanto tontorrona. De pronto se le acerca el trasuntado de carne y hueso, y yo, que me desvivía por transmitir a la pequeña la cultura de mi tierra y mi gente, le dije: "Mira, en ese cantante está inspirado el flamenco". Replicó que el hombre le parecía una mala copia del muñeco y me mandó callar.

    Pilar Jurado
    Cantante y compositora
    Se iba a reinaugurar el Teatro Real, en 1997, y yo estaba cantando el aria de Zerbinetta de Ariadne auf Naxos de Richard Strauss. De pronto, vi la cara de Plácido que asomaba por la ventanilla de la puerta. "Acabo de escuchar una voz preciosa y he querido venir", me dijo. "¿Te importa que te escuche?". Por supuesto, le invité a pasar y, cuando terminé, me felicitó efusivamente. En aquel momento supe que nunca dejaría de luchar por mi sueño, porque había recibido el elogio de uno de los más grandes de la música, un ser sublime dentro y fuera del escenario.

    Rafael Frühbeck de Burgos
    Director de orquesta
    Estábamos en la víspera del estreno mundial de Goya de Menotti en la Ópera de Washington, y me llamaron por teléfono... Me temí lo peor, algún inconveniente de última hora, para variar. Era Domingo, que con voz efusiva me informaba: "¡¡Rafael, que ha ganado el Real Madrid!!". Aquella graciosa anécdota, paradigma del Domingo más deportivo, trascendió y fue la única vez en mi vida que he aparecido en la "prensa de cotilleos".

    Paloma O'Shea
    Fundación Albéniz
    Me siento muy afortunada de ser contemporánea de Plácido Domingo. Su voz me ha hecho vivir momentos muy especiales. Recuerdo aquella Tosca del Liceo, o una tarde en Nueva York en que pusimos su disco de Lohengrin con Jessye Norman, Solti y la Filarmónica de Viena. Es un hombre generoso, que ha hecho lo que todo gran maestro para merecer su nombre: ocuparse de los jóvenes. Operalia le ha dado sentido de trascendencia a su fantástica carrera.

    Helga Schmidt
    Directora artística del Palau de les Arts
    Lo conocí en Viena, en mayo de 1967. Preparaba su debut en el Wiener Festwochen con Don Carlo. Me fascinó su voz, su frescura, su entusiasmo expresivo, su arrojo... Sentí al instante que estaba ante un fuera de serie. Luego nos ha unido nuestra pasión por los nuevos valores y nuestro ahínco por facilitarles el camino. Desde el principio he estado en todos los jurados de Operalia, el gran concurso lírico de Plácido, que está también involucrado en el Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo que hemos creado en el Palau de les Arts Reina Sofía.

    José María Cano
    Músico y pintor
    En mi ópera Luna comprobé que su timbre y su línea son de una carnalidad sólo ponderable por su elegante porte escénico. Canta a dentelladas de rottweiler, que mastican arte hasta cuando cogen aire. Él manda en la historia de los tenores, y a sus 70 va a por la de los barítonos. Como director de orquesta acompaña a los cantantes con temple de franela. No se le pone nada por delante, de John Denver a Richard Wagner. Si alguien quiere ser arrastrado por un torrente de belleza, túmbense en el sofá, o mejor en la alfombra, y escúchenle abordar Un gitano sin su honor. Y si algo queda en pie, ése es el roble que canta.

    Fernando Argenta
    Músico y periodista
    Tras una extenuante y maravillosa actuación en la ópera Otello de Verdi, le pedí que viniera al día siguiente, por la mañana, a un concierto para niños que yo presentaba. Amablemente, me dijo que, como siempre que actuaba, esa noche no dormiría, y que le disculpara. A las once de la mañana del día siguiente, antes de comenzar el concierto, apareció Plácido. "Los niños ante todo", fue su explicación.

    Mario Gas
    Director del Teatro Español
    Varios y felices recuerdos. 1981: La Scala de Milán, Otello. Estaba yo trabajando en Doña Rosita la soltera y me escapé a verlo y oírlo. Gran gozada. También una formidable Fanciulla en el Liceo. 2007: Teatro Real, Madama Butterfly. Y Plácido en el foso. Fue un placer compartir autoría en aquel espectáculo. ¡Ah!, y es una delicia escuchar su romanza de La tabernera. Gran Domingo... gentil, amable, artista. ¡Bravo!

    Gerard Mortier
    Director artístico del Teatro Real
    Estoy contento de que eligiera el último título que lo ha traído al Teatro Real en esta nueva etapa. Contento y feliz porque Iphigénie en Táuride de Gluck no es una ópera para estrellas, sino el ejemplo más nítido de trabajo en equipo, que es mi filosofía de trabajo. No son muchos los cantantes que nos ayudan a transitar los caminos entre la vida y la muerte, la utopía y la melancolía, el dolor y la alegría. Con diferencia de una generación, María Callas y Plácido Domingo son los iconos de la segunda mitad del siglo XX y primera del siglo XXI que nos guían por esas sendas.

    María Bayo
    Soprano
    Me encontraba en el Met, y recibí una llamada inesperada a mi camerino. Era Domingo, que me deseaba lo mejor ante mi debut en Don Giovanni. Aun me sorprendería nuevamente cuando, años después, en Los Ángeles, cantando Las bodas de Fígaro, viví los peores momentos de mi vida ante la pérdida de mi madre. Allí estuvo él para apoyarme. Atesoro esos momentos que ilustran su gran generosidad y constante apoyo a sus colegas.

    Tomás Marco
    Compositor y musicólogo
    Podría recordar sus maravillosos Otellos, su inigualable Don José y muchos etcéteras, pero me quedo con los ensayos de El poeta de Moreno Torroba en 1980, como años antes el Don Rodrigo de Ginastera o más tarde El primer emperador de Tan Dun. La actitud de entrega de un divo, al que el gran repertorio le basta para arrollar, ante obras nuevas que no es evidente que vayan a perdurar, avala su categoría de gran músico y de artista verdadero, capaz de vivir "para" la música y no sólo "de" la música. Ahí reside la grandeza de Domingo.

    Emilio Casares
    Crítico y musicólogo
    Plácido Domingo estaba destinado por los dioses al canto. Nació respirando lírica hispana, una lírica que ha ocupado sus venas, porque lo durmieron con viejas canciones vascas y romanzas de Sorozábal o Moreno Torroba. Así nació este músico sin fronteras que ha luchado en mil batallas con su actividad poliédrica, comprometida y multiforme. Ésta es su mayor grandeza; lo que tiene de impulsor, transmisor y provocador. Mi mejor Plácido es este último, el que ha apostado por tantos nuevos vinos como ha probado y restaurado. Por ello su voz me sigue sonando, ante todo, al Don Juan de Alarcón, de esa joya que él volvió a la vida: Margarita la Tornera de Ruperto Chapí.

    José Ramón Encinar
    Director de la ORCAM
    Tengo una gran admiración por Plácido Domingo: como músico en general, más específicamente también como cantante; por su increíble e envidiable capacidad de trabajo y fortaleza física; pero la tengo aún más por su generosidad, demostrada en multitud de ocasiones y circunstancias: para ayudar a un país determinado en momentos difíciles; apoyando a sus amigos y colaboradores cuando le necesitan; incentivando a los jóvenes cantantes en sus comienzos. Por eso, si tuviese que elegir un momento entre los muchos memorables en la carrera de Plácido Domingo me quedaría con aquél del año 1993 en que puso en marcha Operalia, un concurso de canto del que, por su iniciativa, y desde aquel momento, han salido adelante cantantes jóvenes que más tarde se han convertido en artistas de primera fila que copan los escenarios del mundo.

    Graham Vick
    Director de escena
    La ópera nació de la necesidad de la palabra por expresar grandes verdades humanas. Lo demostró Domin- go en el Tamerlano, de Händel, que montamos en el Teatro Real. Su larga experiencia en el escenario, su magnetismo animal extraordinario y el testimonio de un sonido de monstre sacre lo convierten en un genio, como lo fueron Bernhardt, Rachel, Raaff, Edmund Kean o Callas. Como Bajazet, el viejo león händeliano, Domingo ruge en todo.

    Montserrat Caballé
    Soprano
    El Domingo más Plácido es cualquier día de la semana que he tenido el placer durante muchos años de cantar con él. No ha sido nunca hacer opera, ha sido siempre servir al compositor en su creatividad y, juntos penetrar en otra dimensión, en la entrega total de nosotros mismos, vivir los personajes intensamente de la música que nos envuelve en nuestro interior, olvidándonos de nosotros mismos y vivir la tragedia o el amor en la que la obra nos envuelve, alejándonos de la realidad del escenario. Por eso al terminar la obra y volver a nuestra realidad es tan brusco que a pesar de los aplausos y ovaciones duele despertar del sueño. Con Plácido ha sido siempre una fiesta y una emoción compartir una obra y un escenario. Mi admiración más profunda a su arte, su voz e inteligencia.

    Alberto Ruiz-Gallardón
    Alcalde de Madrid
    He aquí el hombre que reúne, en alto grado, todas las cualidades posibles en un cantante de ópera; nadie, en conjunto, posee tantas. Y además, es un gran director de orquesta, un gran actor y hoy canta en dos registros diferentes. Todos los aficionados de Madrid, su ciudad natal, le queremos por su sencillez y arrolladora simpatía. Y le esperamos siempre. ¿Un momento inolvidable? Aquel primer Otello en el Teatro de la Zarzuela, en mayo de 1976, en la tremenda escena final, cuyo último verso "un bacio... un bacio ancora... un altro bacio..." Ese día, y para siempre, cambió mi vida.

    José Manuel Zapata
    Tenor Mi "Domingo más plácido" fue un "Domingo" que decidió mi futuro. Fue allá por 1992, cuando un amigo, sabiendo que acababa de entrar en un coro, me regalo una cinta de VHS, donde cantaban tres señores, que luego resultaron ser tenores. Esa cinta algo destartalada, y luego supe, mutilada en su contenido, comenzaba con Plácido Domingo cantando Oh, Paradis. Creo que la reproduje hasta destruirla. Cuando oí al maestro cantar aquel fragmento, y el siguiente, y con los otros dos maestros, decidí que me dedicaría a eso. Y es más, que cantaría como él. Desgraciadamente, con los años me he dado cuenta de que yo soy un ser de este mundo. El maestro, no.

    Michael Nyman
    Compositor
    Mi Domingo más plácido está aún por llegar, pues no he tenido nunca la ocasión de verlo en un teatro. Lo haré en la próxima representación de Il Postino, en París. Mucha gente me ha hablado maravillosamente bien de su capacidad de transformación, de sus metamorfosis en escena. Con razón se le compara con Caruso. Es una de las voces más completas que ha dado la historia. ¡Me encantaría que pudiera colaborar en alguno de mis Song cicles!

    Justo Romero
    Dramaturgo
    Mi domingo más plácido no fue durante una función de Otello, ni de La Valquiria. ¡Ni siquiera de Parsifal! Corría junio de 2005, en Madrid, en el Hotel Fénix. Aquella mañana dominical Plácido Domingo me conquistó como cantante, desde luego, pero, sobre todo, como ser humano. Fue una mañana compartida con el tenor más completo de la historia. Lo recuerdo perfectamente. Después de bastantes años de ásperas críticas y agresiones a su presencia en escena; de que el cantante sintiera la inquina del periodista, una amiga común promovió el encuentro reconciliador entre tenor y crítico. Era el reencuentro entre dos personas que hasta entonces se antojaban tan irreconciliables como el agua y el aceite. Plácido accedió a la cita, pero pidió a la tercera persona que se ausentara para llevar a sus últimas consecuencias el tú a tú con el eterno enemigo. A solas. Plácido me miró de frente, por derecho. Con unos ojos directísimos, punzantes pero al mismo tiempo entrañables, que desparramaban sinceridad. Con esa mirada clavada en mis ojos algo inquietos y ya muy agitados, me preguntó: "¿Por qué me odias, por qué me has hecho tanto daño? ¿Por qué has dicho tantas cosas falsas de mí? ¿Por qué eres así? Azorado, mi respuesta fue tan tonta como apocada y sincera: "No lo sé... ". Una larga conversación posterior de carácter más personal, y un abrazo trufado de alguna lágrima sellaron la firme amistad e incondicional admiración que desde esa plácida mañana de domingo el crítico al que llamaban "Injusto Malayerba" profesa al joven y ya septuagenario tenor Plácido Domingo.

    Ángel Mateo Charris
    Pintor
    La primera ópera que vi en mi vida fue una espectacular Aida del Metropolitan en el Nueva York de finales de los ochenta: la mejor forma de caer enamorado por ese género, incluso desde las baratas entradas de gallinero desde donde se podía percibir mejor cómo se borran las clases sociales ante la pura democracia (o aristocracia, según se mire) de la emoción y de la sensibilidad. Así que mi Domingo favorito es el Radamés de esa producción. No estaría nada mal celebrar los 70 surcando el plácido Nilo mientras escuchamos la voz de nuestro gran tenor interpretando a Verdi.

    José de Eusebio
    Musicólogo y director
    Dos horas pasada la medianoche, un estudio, Plácido, Michael Haas y yo finalizamos una producción ambiciosa, detallista, severa e implacable por su exigencia artística y física. Plácido nos ofrece un LA, el que buscábamos: contenido, brillante, seguro, emocionante, y largo, muy largo. Las miradas del productor y del director afirman: "lo tenemos". Bello, brillante, y Plácido. "No, seguimos". Eran las dos y seguíamos. Doce, trece, veinte, cada cual más sereno, henchido y poderoso. "No podréis decir que solo tenéis uno". No pudimos. Esa tarde había cantado en el Real, cenado con los reyes, tomado su jamón ibérico -sal antiinflamatoria- y grabado medio rol. Pero no quiso un único la.

    Rosa Torres-Pardo
    Pianista
    Siempre apoyando a los nuevos valores y a la música española. Por eso horas antes de la Nochebuena del 93 y no encontrando sala con piano para "audicionar" a unos jóvenes cantantes, Plácido Domingo vino a mi casa. La audición fue un éxito aunque hubo una inesperada aparición estelar de otra cantante que tuvo si cabe mayor éxito, mi hija Clara que recién nacida con sus bostezos y movimiento de pestañas sedujo de tal manera a Plácido y a Marta, su mujer, que nuestros sucesivos encuentros fueron presididos no solo por la música, sino por un bebé de 9 días.

    Miguel Muñiz
    Director general del Teatro Real
    Plácido Domingo es ya una seña de identidad del Teatro Real, ha estado presente en todas las temporadas y seguirá estando muchos años más. Es de sobra conocida la pasión que despierta en el público, pero conviene saber también la enorme simpatía y aprecio que tiene entre todos los que trabajamos detrás del telón.

    Miguel Ángel Gómez Martínez
    Director de orquesta
    La historia es la siguiente; llevábamos a cabo una representación de Gala en la Ópera de Múnich, a finales de los años 70, se representaba Tosca, de Puccini, y cantaban: Raina Kabaiwanska, Plácido Domingo, y Sherrill Milnes, yo dirigía. La representación fue un éxito tan extraordinario que al final de la misma, recibimos cincuenta minutos de aplausos ininterrumpidos, según los titulares de la prensa de Múnich, es decir, el doble de tiempo de la duración del tercer acto, y habría que añadir, que el cuádruple o mas de lo que duraría cualquier ovación "tipo", aún teniendo mucho éxito.

    Ignacio Amestoy
    Periodista
    Me tocó programar Los Veranos de la Villa de 1985, meses antes de la muerte de Tierno. Entre La Fura, en la Funeraria de Galileo, y la Espert haciendo Salomé, en la Almudena, mientras Plácido Domingo actuaba en el Estadio Calderón con Otello, de Verdi. Ocurrió aquel 18 de julio, en un escenario de 33 por 23, a 18 de altura. El éxito fue tal que, después de tres horas de actuación, el delirio de los 40.000 espectadores hizo que Plácido tuviera que bajar al césped y saludar durante más de una hora a un público fascinado. Y, luego, entre cajas, otras dos horas... Casi amanecía cuando se fue a dormir. Nunca en Madrid la ópera, ¡y qué opera!, había llegado a tantos. Plácido nos confesó que aquella noche no pegó ojo. No me extrañó.

    Javier Perianes
    Pianista
    Don Carlo, Radamés, Don Álvaro, Don José, Borsa, Alfredo... son sólo algunos de los casi infinitos roles que el maestro Domingo ha encarnado y sigue aún protagonizando en los templos míticos del belcanto, aunque no demasiado lejos de su calle Ibiza natal está otro templo en el que el Maestro protagonizó un momento inolvidable. El Santiago Bernabéu fue testigo de la versión más emotiva del himno del Real Madrid, por parte de su seguidor más célebre. Nunca ha presenciado el exigente público merengue en su estadio mayor demostración de genialidad y arte. Gracias, maestro.

    Borja Quiza
    Barítono
    Un domingo cenando plácidamente después de una función con un gran aficionado a la ópera, comenzamos a hablar de Plácido. En un momento determinado de la conversación él me contaba como en 1976 había asistido a la cancelación de Domingo durante una función y lo decía lleno de entusiasmo con una sonrisa de oreja a oreja, orgulloso de haber asistido a un momento histórico. La gente se vuelve loca por compartir algún momento de su carrera, aunque sea la cancelación de una función. Para mí esto es una muestra de la trascendencia de la figura del tenor madrileño.

    Patricia Urquiola
    Diseñadora
    Con dieciséis años tuve la gran suerte de ver a Plácido Domingo cantando Tosca en el Teatro Campoamor de Oviedo. Fue tal la ovación del público en el Adiós a la vida que extraordinariamente nos "bisó" la romanza. Este recuerdo de adolescencia me quedó grabado para siempre. ¡Gracias, Plácido!

    Frederic Amat
    Artista y escenógrafo
    Más allá de su siempre deslumbrante presencia en la escena por años, hoy quisiera anotar su humanitaria solidaridad en el triste acontecimiento de 1985 en México D.F., en el que fallecieron familiares próximos al artista, en el fatídico terremoto que asoló la ciudad. Para los que nos sentimos muy cerca de México, su manifestación de estima y generosidad fue, en aquellos días lúgubres, un faro de luz.

    Fernando Palacios
    Compositor y pedagogo
    ¿Un tenor español de 60 años en el papel del joven Parsifal? Domingo ya nos había sorprendido por la radio diez años antes cantando Wagner, también en las grabaciones, pero esto era otra cosa: ¿podría hacerlo a su edad ante la presión del Teatro Real? Era el 3 de marzo de 2001. A pesar de la faldita y la cinta del pelo que perversamente le colocaron, Domingo arrasó. No hubo manera de rebatirle, y eso que algunos iban a por él: desde los más pedantes operófilos a los más exigentes aficionados, desde los advenedizos a los profesionales, hubo quorum: un milagro.

    George Benjamin
    Compositor
    Cuando tenía apenas 15 años acudí a una de las funciones de la Carmen de Bizet dentro de la programación del Festival de Edimburgo de 1975. A pesar de mi juventud fui capaz de apreciar la calidad de la actuación de Plácido Domingo en el rol de Don José. Entonces aquella primera impresión entendí que estaba ante un personaje lleno de pasión e inteligencia. Y no me equivocaba.

    Jorge de León
    Tenor
    Es interesante el hecho de que en este año, que ha sido especialmente importante en mi carrera y en una coincidencia con el maestro, tuviera el honor de recibir felicitaciones suyas personales. Decía sentirse alegre de que un joven tenor español se abriera paso en el camino de la lírica. También llegó a mis oídos una feliz noticia, que es seguro mi Domingo más plácido: el que me va a dirigir en una producción en 2012.

    Antonio Moral
    Director del Centro Nacional de Difusión Musical
    Todos recordarán el éxito cosechado por Domingo en el Tamerlano händeliano del Teatro Real hace ya dos temporadas. Quienes pudimos acompañarle en ese viaje al barroco fuimos testigos de su extraordinaria profesionalidad en aquel repertorio tan infrecuente para él. Mi Domingo más plácido tiene lugar en la sala de ensayos del Teatro Real. Volvía de una cena, a la una de la madrugada, y lo encontré ensayando solo sobre el escenario. Aquella imagen bien puede ayudar a entender su personalidad, y su éxito.

    Jesús López Cobos
    Director de orquesta
    Entre tantísimos "domingos plácidos de los que he podido disfrutar desde que le dirigí por primera vez en 1974 en la Opera de Hamburgo me quedo con mi ultima función como director musical del Teatro Real con un inconmensurable Placido encarnando la figura de Simon Boccanegra.

    José Cura
    Tenor
    Mi Domingo más plácido no fue un domingo, pero fue plácido. En enero del 2010, nos reencontramos con el maestro después de muchos años sin vernos. Se sabe, la pequeñez de muchos suele corroer las relaciones: nos estrechamos la mano y empezamos a ensayar; no había tiempo para arrear el ganado suelto... En la casa nos quedamos solos, para discutir un pasaje de la obra; en cambio, usamos el tiempo para reír de lo que algún que otro cuervo negro nos había traído al oído y empezamos a pasar revista a los años que hacía que no nos veíamos, terminando, pocos días después, con el festejo en familia de su cumpleaños número 69.

    Gregorio Marañón
    Presidente del Patronato del Teatro Real
    Fuera de los teatros, coincidiré como compañero académico con Plácido Domingo en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando cuando él ingrese, pues le hemos elegido académico de honor. Ahí estará junto a Teresa Berganza, y algunos de nuestros principales compositores, intérpretes y musicólogos. En su trato personal es afectivamente muy cálido y cercano, transmitiendo la sensación de que se le conoce desde siempre. Más allá de su incuestionable calidad lírica y de su inabarcable talento para la música, Plácido constituye un auténtico "acontecimiento social", que lo trasciende todo y cautiva a todos allí por donde pasa.

    Joan Font
    Comediants
    Conocí a Domingo en el Estadio Olímpico de Barcelona, en el año 92. Trabajaba yo con José Tamayo en algunos montajes para las Olimpiadas, entre ellos una gala de recitales en la que participaba Montserrat Caballé, José Carreras y Plácido Domingo, entre otros. Ya, desde el primer instante, me pareció lo que luego he comprobado que es: entrañable, cariñoso y fascinante. Cuando dirigía la Ópera de Washington apunto estuvimos de colaborar. Quería que llevara allí La petita flauta mágica, pero al final no pudo ser. Espero que tengamos la oportunidad de volver a coincidir.

    Pablo Heras-Casado
    Director de orquesta
    El día que oí a Plácido cantar en directo por primera vez fue también el primer día que hoy a la Filarmónica de Berlín con Simon Rattle en vivo. Fue durante un ensayo del primer acto de Die Walküre, en la Philharmonie... y desde ese momento sabía que habría un antes y un después en mi carrera. Años después, el pasado noviembre, Plácido vino a saludarme a mi camerino de la Sinfónica de San Francisco y me emocionó recordar la experiencia de Berlín y el tiempo transcurrido desde aquello. Le estoy profundamente agradecido.

    Alfonso Aijón
    Promotor Ibermúsica
    Aquella gira de enero 1988, promovida por Ibermúsica por siete ciudades españolas, con la Philharmonia y Plácido como director tuvo un enorme éxito. Sorprendió a muchos aficionados sinfónicos y a los organizadores. La Orquesta estaba entusiasmada con su musicalidad y yo admirando día a día la dedicación, profesionalidad y disciplina de un "divo" que llegaba a los ensayos antes que nadie, esperaba pacientemente en las recepciones de los hoteles y era el primero que conseguía la tarjeta de embarque en los aeropuertos. No he perdido la esperanza de que volvamos a repetir esta experiencia inolvidable. Mientras tanto, Ibermúsica ha tenido el orgullo de presentarle como cantante con Barenboim y la Berliner Philharmoniker y con Levine y la Orquesta del Metropolitan de Nueva York.

    José Luis Temes
    Director de orquesta
    Una grabación tan atípica como compleja me llevó a trabajar nueve noches mano a mano con Plácido Domingo, en 1999. Obviamente ya antes le consideraba un fuera de serie en su terreno, pero aquello superó todas mis expectativas: un músico asombroso, una voz emocionante y una categoría humana ejemplar. En mi vida musical habrá siempre un antes y un después de aquellas sesiones.

    Ángeles González-Sinde
    Ministra de Cultura
    La ópera atrae hoy a públicos amplios y diversos. Ha destruido los mitos de que la música clásica es un arte elitista y de que sus intérpretes son divos inalcanzables. Y lo ha hecho por la única razón por la que deben hacerse estas cosas: por gusto y por conciencia. El talento de Plácido Domingo forma parte del patrimonio de todos, se ha convertido en una seña de identidad de España y en un resguardo de la belleza. Su voz, que pertenece a una edad de oro de grandes voces españolas, le ha distinguido en el mundo entero como uno de los artistas más admirados.

    Félix Palomero
    Director general del INAEM
    Plácido es sinónimo de pasión por la música. Sólo con pasión y entrega se puede interpretar y dirigir de la manera que él lo hace. Fue emocionante escuchar cómo lo expresó la semana pasada en Madrid al recoger de manos de la Ministra de Cultura la Orden de las Artes y las Letras en el Museo del Prado: "La mayoría de óperas que he cantado son trágicas. Se sufre mucho. Pero espero seguir sufriendo a través de mis personajes sobre el escenario para seguir haciendo feliz al público". Esas palabras retratan con intensidad el talento y la calidad humana de un artista universal que nos sigue asombrando en todas sus facetas.

    Sara Baras
    Bailaora
    Recordare siempre la primera vez que vi al maestro Plácido Domingo en directo. Fue en Barcelona, en el Camp Nou, durante el espectáculo Los Tres Tenores. Descubrí la grandeza y la belleza de esos grandes maestros cuyas voces te elevan a otra dimensión. Desde entonces he seguido incondicionalmente al maestro con una profunda admiración y respeto, incluso he tenido la oportunidad de hacer un espectáculo junto a su gran compañero José Carreras, algo que ha hecho que me acerque y valore todavía más las cualidades como artistas y como seres humanos de estos "monstruos" de la música. Me siento muy orgullosa de que a España se le identifique con alguien que además de llevar a nuestro país por bandera, también represente cualidades tan importantes como la capacidad de trabajo y de superación, la honestidad, la solidaridad, el talento, la fuerza, la sensibilidad y la clase que el maestro Plácido Domingo expira por cada poro de su cuerpo. Desde aquel día todos los Domingos han sido plácidos para mí. Gracias maestro, y muchas felicidades.

    Mercedes Padilla
    Directora de Orquesta de Cámara Villa de Madrid
    Plácido Domingo es una de las más grandes figuras de la lírica mundial. Posee una voz de extraordinaria belleza. Es difícil, por no decir imposible, expresar con palabras la inmensidad de su arte. Es un orgullo para España.

    Héctor Parra
    Compositor
    La voz de Plácido Domingo para mí es el máximo exponente del color rutilante, de la generosidad musical unida a una profundidad, potencia, calidez y elocuencia tal que te lleva al optimismo, a la euforia, a la creatividad. Su voz me es familiar desde que yo tenía unos cinco años: mi abuela, cantante amateur, lo escuchaba día y noche, lo adoraba. Plácido nos hace vibrar íntimamente y sentir que somos capaces de elevarnos por encima de la fragilidad inherente a la condición humana, de emprender el vuelo que nos lleva a persistir, a amar con todas nuestras fuerzas. Sus interpretaciones -¡su Otello!- esculpen en el espacio-tiempo la concentración de un momento mágico de libertad creadora.

    Luis Cobos
    Compositor y director de orquesta
    Mi Domingo más plácido fue el del viernes 14 de enero de este año, cuando tuve el plácido placer de ofrecer a Plácido Domingo el homenaje de los artistas españoles y entregarle el reconocimiento de Artista Universal. Sin dejar atrás el martes en que grabé con Plácido Domingo y la London Symphony Orchestra el Nessum Dorma de Puccini.

    Elías Querejeta
    Productor de cine
    Siempre he admirado mucho a Plácido Domingo. Una vez, hace no demasiado tiempo, coincidimos en un mismo ascensor, y nos saludamos cordialmente. Resulta que su madre y la mía fueron muy buenas amigas. Y a nosotros siempre nos ha unido ese vínculo lejano, además de mi interés por su carrera y todo lo que hace, que lo hace perfectamente.

    Jesús Rueda
    Compositor
    Elegir un Domingo favorito es limitar los sentidos, que han experimentado su pasión y su arte como tenor, como director de orquesta y gestor musical. Podría hablar largo y tendido de sus verdis y de sus wagners, pero prefiero quedarme con todo, con el personaje gigante que es. Le delatan su corpulencia y su figura de hombre grande, apabullante, vital, que se ha abierto camino en todos los frentes. Siempre desde la calidad y el compromiso.

    Mauricio Sotelo
    Compositor
    Como amante de la ópera que soy, recuerdo con especial cariño la Ópera de Viena a rebosar en mi época de estudiante, que es cuando lo conocí. No pude saludarle entonces, pero puedo asegurar que en Alemania y en Austria no hacen más que hablar de él. Por eso lo he tenido siempre cerca y nunca se me olvida lo importante que es para nuestra cultura.

    Inma Shara
    Directora de orquesta
    En 2009, el Foro de Marcas Renombras de España nombró a Plácido Domingo embajador honorario de la Marca España, título que este año me ha sido concedido. El haber coincidido en estos premios, y algunos planes de proyecto que quizá abordaremos, es para mí un honor y un privilegio. Felicidades, maestro.

    David del Puerto
    Compositor
    Me confieso muy devoto del "universo Domingo". Todo lo que ha hecho me ha gustado. Su Otello, su Idomeneo y sus Maestros cantores son todo un referente para el mundo de la lírica, y el de la música en general. No he tenido el placer de hablar con él directamente. Pero lo conozco bien por sus grabaciones. Sobre todo, en las que le dirige el gran James Levine.

    José María Sánchez-Verdú
    Compositor
    Mi Domingo más plácido tuvo lugar en la Ópera de Viena, durante una velada antológica. Poco después, se planteó la posibilidad de trabajar juntos en Qualia-Jardí blau, la ópera que me encargó el Palau de les Arts de Valencia para el II Festival del Mediterrani. Al final no pudo ser. Pero espero que, algún día, nuestros caminos puedan volver a cruzarse.

    Candelaria Rodríguez
    Gestora musical y directora del Festival de Canarias
    No hace falta decir que todos los Domingos del año son plácidos. Pero si tuviera que destacar algún día de todas las veces que lo he visto actuar, me quedaría con la Gala por el 40 aniversario de su debut en la Ópera de Viena, el estreno austriaco de Il Postino, o sus apariciones con los Niños Cantores. También una grabación, que siempre tengo a mano, en la que interpreta No puede ser de Sorozábal. Plácido Domingo es un hombre enorme que a sus 70 años aún conserva su mirada de niño.

    César Camarero
    Compositor
    No puedo quitarme de la cabeza su Traviata junto a Carlos Kleiber. Una grabación portentosa en la que demuestra todo su poderío vocal. No hay muchos cantantes como él en el circuito que sepan cantar, pensar y escuchar. Que sean, en definitiva músicos y no sólo voces con quilates.

    Fabián Panisello
    Compositor y director del Plural Ensemble
    Aún me acuerdo de la primera vez que cogí un taxi en Nueva York. Nada más subirme, una voz grabada te pedía que te abrocharas el cinturón. Era la voz de Plácido Domingo, protagonista de una campaña de seguridad vial del alcalde de turno. Una prueba más de que el talento de Domingo es, sencillamente, inabarcable.

    Xavier Güell
    Director de Musicadhoy
    Envidio a Plácido Domingo. Reconozco que me gustaría ser como él, tener su fuerza vital. Su fortaleza sobre el escenario. Vengo de ver la Iphigénie en Tauride del Teatro Real. Y me he encontrado con un Domingo en pleno estado de forma, como hace 30 años. Su naturaleza musical es extraordinaria: lo mismo puede levantar una temporada de ópera que dar una lección de antidivismo como Orestes de Gluck. Chapó por Plácido. Me quito el sombrero.

    Josep Vicent
    Director de The World Orchestra
    ° La carrera de Plácido Domingo no se puede resumir en un párrafo. De entre todas sus cualidades musicales, la que más admiro es la versatilidad, que le permite atender los compromisos con las nuevas promesas de la composición y protagonizar El primer emperador de Tan Dun y, sólo unos días después, impulsar un programa pedagógico en un teatro o premiar la voz de algún cantante en ciernes en su concurso de Operalia. Domingo es el pasado, el presente y el futuro de la música española.