Un momento del doble programa en el Teatro de la Zarzuela.

El estreno de una artista, de Gaztambide, y Gloria y peluca, de Barbieri, se representan juntas en el Teatro de la Zarzuela. Nacho García firma un nuevo montaje lleno de guiños líricos.

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  • El Teatro de la Zarzuela de Madrid estrena esta tarde un programa doble que reúne El estreno de una artista de Joaquín Gaztambide y Gloria y peluca de Francisco Asenjo Barbieri, compositores que brillaron durante la segunda mitad del siglo XIX al lado de otros creadores líricos, de zarzuela y ópera, pasajeramente sinfonistas, como Oudrid, Marqués, Arrieta, Carnicer, Chapí o Bretón.



    La obra de Barbieri, estrenada en el Teatro Variedades de Madrid en 1850, nos llega ahora en un nuevo montaje del siempre imaginativo Nacho García. Gloria y peluca fue la primera obra lírica del compositor y musicólogo madrileño que hasta entonces había triunfado en lo sinfónico y que mostraba sus credenciales en un momento en el que el género se conformaba con los presupuestos modernos.



    Apología de lo popular

    Barbieri supo aglutinar una serie de elementos dispersos en un todo de una fluidez y naturalidad musicales sólo posibles en un artista de su habilidad, que buscaba la exposición fácil, de esquemas claros, directos y sencillos. Por eso muchos han considerado Gloria y peluca "la verdadera zarzuela", una obra que no busca tanto la conquista de nuevos horizontes musicales como el cultivo y la propaganda del canto popular.



    Un crítico de la época afirmó que Barbieri, que más tarde daría a la luz obras maestras como Jugar con fuego, Pan y toros o El barberillo de Lavapiés, había embellecido y aristocratizado el género de la seguidilla. El mejor ejemplo es Dejad al pensamiento/libre el camino, que el personaje de María canta en la segunda escena, concebida por José de la Villa del Valle, en cuyo libreto se dan cita personajes sencillotes y bonachones recuperados ahora en una edición crítica de Enrique Mejías García. El rol de Marcelo Pelusa se lo reparten dos barítonos de buena pasta lírica, como son Marco Moncloa y Fernando Latorre y de María se ocupan las sopranos Marisa Martins y Dolores Lahuerta.



    En 1852 nació El estreno de una artista, de Gaztambide, asimismo importantísimo protagonista en el renacer del género. Fue su primera colaboración con Ventura de la Vega, quien, hábilmente, fusiló un texto del célebre dramaturgo francés Augustin Eugène Scribe. Sobre aquel mismo libreto, Daniel-François Auber había compuesto también la ópera cómica Concert à la cour, ou La débutante (1824).



    Guiños metamusicales

    A pesar del antecedente, Gaztambide consiguió redactar una obra original, que da espacio al personaje de Sofía a lucir su buen arte vocal, parte que en las representaciones madrileñas va a ser defendida por dos sopranos de enjundia, la mencionada Marisa Martins, en realidad mezzo lírica hasta el momento, y María Ruiz de Orduña, de sólido instrumento de lírica ancha. Las acompañan, alternándose en el papel de Astucio, los barítonos Mario Moncloa y Fernando Latorre, mientras que el tenor José Miguel Montero da vida a Enrique. La dirección musical se la reparten, en el doble programa que estará en cartel hasta el 13 de marzo, José Miguel Pérez Sierra y Santiago Serrate, dos jóvenes y solventes maestros.



    Las dos zarzuelas, oportunuamente fusionadas, cuentan las dificultades de los cantantes y compositores por abrirse hueco en el mundo de la lírica, dando lugar a numerosos guiños metamusicales, como las referencias a I Capuleti e i Montecchi de Bellini, ópera que se representa en un teatro durante toda la primera parte.