Image: Anna Netrebko

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Música

Anna Netrebko

“Me he citado con Wagner en la cima de Bayreuth”

1 abril, 2011 02:00

Anna Netrebko caracterizada como Anna Bolena en la producción del Met. Foto: Brigitte Lacombe / Metropolitan Opera.

El público de la Ópera de Viena será testigo mañana de la primera incursión de la soprano rusa en el papel protagonista de Anna Bolena de Donizetti, con el que inaugura un nuevo repertorio coincidiendo con el lanzamiento de un álbum dedicado a Pergolesi.

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  • Anna Netrebko (Krasnodar, 1971) es una diva extrema. Habla de todo, ríe por nada y acaba cada frase con tres puntos suspensivos como tres agujeros de un desagüe por donde se escapan los titulares. "Verá -se excusa-, es que vivo unos días de infarto...". Sabe que quedan horas para su debut en el rol protagonista de Anna Bolena de Donizetti que ha agotado todas las entradas de la Ópera de Viena.

    Más que un nuevo título en su larga lista de óperas, la hazaña de mañana implica un cambio de libreta. Significa que la soprano rusa ha madurado la voz y oscurecido el timbre, lo que le obliga a buscar nuevas ropas y complementos con que vestir su voz. "No puedo negarlo. Todo está cambiando... La maternidad, los años y, en fin, las experiencias de la vida me han colocado en mi sitio. Ha llegado el momento de elegir". A un lado, la pirotecnia belcantista de Bellini y Rossini y, al otro, la artillería pesada de Verdi, Strauss o el mismísimo Wagner.

    Habida cuenta de la afición por las armas de la rusa -que reconoce abiertamente haber disparado bazucas- todo hace pensar que la veremos, más pronto que tarde, desgañitándose en Lohengrin, Electra o Salomé. "Mañana se sabrá si estoy preparada o no para un repertorio más duro. Anna Bolena es un rol-llave. Que mi voz ha crecido y se ha ensanchado es evidente. La cuestión es saber lo que me espera al otro lado de la puerta".

    Ha estudiado Netrebko las Bolenas históricas de Leyla Gencer, Renata Scotto, Mariella Devia... "La gente te recomienda no escuchar grabaciones antes de estrenar una ópera. A mí me puede la curiosidad y también el afán de superación. Quiero saber cómo lo hicieron ellas. No imito, digamos que colecciono cada uno de sus detalles. Puedo quedarme con un pasaje de la Beverly Sills que dirigió Julius Rudel o con una escena de la Maria Callas en el montaje de Luchino Visconti para La Scala en 1957".

    Tanto vale el libreto de Felice Romani como la partitura donizettiana en la ecuación lírica. "Me atrevería a decir que es uno de los roles más importantes a los que se puede enfrentar una soprano. Resulta extremadamente arriesgado en tanto que abarca un gran registro y contiene pasajes verdaderamente dramáticos. Necesitas técnica, mucha técnica, y algo más".

    Se refiere a la complejidad psicológica de la segunda esposa de Enrique VIII y a la intensidad histórica de la primera mártir de la iglesia anglicana. "Fue una mujer ambiciosa, que sabía lo que quería. Se propuso ser reina y lo consiguió a un precio muy alto y por un tiempo muy breve". La incursión en el personaje le ha llevado a experimentar en el diván de las emociones. "Para interpretar a Anna Bolena tienes que creer al cien por ciento que eres la reina de Inglaterra. Es un papel de alto voltaje que te desgasta vocal y mentalmente. Por eso hay que debutarlo primero en tu cabeza y luego sobre el escenario". El resultado es una Anna Bolena "explosiva", en todos los sentidos. "¿Quién ha hablado de incompatibilidades? La sensuali- dad no entiende de repertorios ni de edades. Seguiré siendo sensual hasta que me retire...".

    Sin ornamentos
    El maestro italiano Evelino Pidò la ha instruido sobre la letra pequeña de la partitura y juntos han visitado todos los rincones del personaje. "Pidò me ha ayudado, sobre todo, a ser precisa con las notaciones, a no saturar la voz y a evitar el exceso de ornamentación de anteriores versiones".

    Repetirá la experiencia en la superproducción de David McVicar que abrirá la próxima temporada del Metropolitan neoyorquino, donde volvió a ganarse a la grada con su último Don Pasquale, que acaba de editarse en DVD. "Poco a poco, está perdiendo vigencia la idea de un público local. Más en Nueva York, donde la gente acude a todo tipo de estrenos desde la butaca del cine. Ya no existe la brecha atlántica. Ahora el mundo es global". Y asegura la soprano que lo único que la separa de Estados Unidos, donde fue reconocida por la revista Time como una de las cien personalidades más influyentes de 2007, son "nueve horas de avión".

    Está previsto también que su Anna Bolena pase por España al abrigo de Gerard Mortier en el Teatro Real, donde su padrino, Valery Gergiev, la dio a conocer a propósito de las funciones de Guerra y paz de Prokófiev en 2001. Falta confirmar si protagonizará o no la Iolanta del Liceo la temporada que viene. Y se ha hablado también de una Mimí para La Bohème de Las Ramblas que la soprano ni confirma ni desmiente. "No hay razón que explique mi ausencia de los escenarios españoles. Tienen ustedes algunas de las mejores salas del mundo y un público caluroso. La culpa la tiene... mi manager", bromea.

    La incertidumbre sobre su futuro repertorio no le impide seguir soñando a lo grande. Conquistado el horizonte de Salzburgo, se ha propuesto "conocer" a Wagner en la colina sagrada de Bayreuth. Nada menos que encarnando a la Elsa de Lohengrin en 2013, coincidiendo con el bicentenario del compositor, y de la mano de un acreditado wagneriano como es Christian Thielemann. "Me he citado con Wagner en la cima de Bayreuth, y quisiera que fuera Thielemann quien me acompañara. Aún no hay nada confirmado, pero voy a trabajar duro para conseguirlo". Antes de eso, le espera un Il trovatore con Daniel Barenboim en la Staatsoper berlinesa. "Y si todo va bien, me enfrentaré a la Margarita del Fausto de Gounod, y, bueno, así sucesivamente...".

    Bautizo barroco
    Vuelve mañana la soprano a la Ópera de Viena después de grabar un álbum-homenaje a Pergolesi en el 300 aniversario de su nacimiento (2010) que llega esta semana a las tiendas. Se trata de un sentido Stabat Mater (DG) junto a la mezzo italiana Marianna Pizzolato que supone una de sus escasasísimas incursiones en el barroco y una prueba más de su metamorfosis vocal.

    La plegaria discográfica, oficiada por Antonio Pappano, tuvo lugar en Baden-Baden, donde trascurre uno de los capítulos de la Anna Karenina de Tolstói y cerca del casino donde Dostoyevski malgastaba su dinero. Las dimensiones de la sala, una antigua estación de tren, justificaban la presencia de público durante la grabación y preconizaban el sentido del viaje. "No podía creer que fueramos a hacer el Stabat Mater en una sala tan grande. Pensé que el público querría algo espectacular. Qué sé yo, que me quitara los zapatos y me pusiera a bailar. Pero, ¿sabe?, ya no hizo falta...".