La bailaora Rafaela Carrasco.

Estrella Morente homenajeará a su padre en la inauguración, el jueves, del VI Festival Suma Flamenca de Madrid. Más de 80 artistas tomarán los Teatros del Canal y otras nuevas sedes, como el Teatro Real, donde Mauricio Sotelo estrenará Muerte sin fin. La apuesta por los talentos recién consagrados, como Rocío Molina o Rafaela Carrasco, marcan una edición que se abre a otras músicas.

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  • En su sexta edición, el Festival Suma Flamenca de Madrid, que este año extiende sus tentáculos del 9 de junio al 2 de julio por algunos foros capitalinos de fuste -Teatro Real, La Abadía o Canal- y otros que salpican el territorio de la Comunidad -La Cabrera, El Escorial, Rivas o Buitrago- intenta, en un afán de continua renovación, propiciar encuentros sorpresivos, refrescar las propuestas y descubrir nuevas maneras de presentar un género ya de por sí inquieto, imparable en su propia dinámica transformadora.



    Carmen Linares ha preparado Ensayo flamenco con el fin de continuar indagando en la poesía y extraer de los versos de Juan Ramón Jiménez, Lorca, Alberti, Miguel Hernández o Valente los elementos necesarios para conducirlos a su terreno y, a partir de ahí, otorgarles la dimensión flamenca necesaria, aunque sin perder su materia original. En efecto, se trata de una tentativa o, como dice Linares, "de una verificación en la que el cante se reconoce en los textos de esos grandes autores, es decir, se va produciendo una simbiosis hasta que la música y la palabra se unen para ofrecer un todo armónico".



    Es la elegancia esencial de una cantaora que ofrece la más emocionante generosidad expresiva en este ensayo, en esta degustación compartida con el público, donde la simplicidad en el diseño engrandece el tono general de la obra.



    El director de Suma Flamenca, Juan Verdú, ha dado un paso realmente significativo al programar en el Teatro Real, con el apoyo de Gerard Mortier, Muerte sin fin, obra compuesta y dirigida por Mauricio Sotelo sobre el poema del mexicano José Gorostiza. Está dedicada a Enrique Morente, que conocía a fondo el texto y compartió su lectura con Sotelo y con su amigo, el actor Juan Diego, que es el encargado de su declamación.



    "Lleva volcado más de dos meses, haciendo algo absolutamente maravilloso", afirma el compositor, para quien Muerte sin fin es "una pieza en la que todo el conjunto pasa a través de unos resonadores". Y añade: "Hay que imaginar el efecto que pueden producir tanto la voz como el grupo instrumental al circular por los tubos del órgano de un gran templo. En algunos pasajes utilizamos procedimientos electrónicos, pero se trata de un trabajo en el que en ningún momento hacemos nada que esté fuera del flamenco, ya que siempre pongo los pilares de mi catedral sonora sobre las estructuras rítmicas de esa tradición, una polifonía de lo que ya llamamos flamenco espectral".



    Un castillo armónico

    En Muerte sin fin intervienen el cantaor Arcángel, el guitarrista Juan Manuel Cañizares, el percusionista Agustín Diassera, el flautista Roberto Fabbriciani, el Trío Arbós y la bailaora Fuensanta la Moneta, "con una presencia brillantísima, muy flamenca y de una gran in- teligencia y sensibilidad". Para Mauricio Sotelo, premio Nacional de Música y Premio Reina Sofía de Composición, "el texto de Gorostiza puede parecer abstracto, pero es riquísimo en imágenes para las que he construido un mundo armónico, rico y ligado a las metáforas que sugiere el poema". El recuerdo de Morente estará también presente en el concierto inaugural que ofrecerá su hija Estrella.



    Rocío Molina, Premio Nacional de Danza 2010, estará también en la Sala Roja de los Teatros del Canal con su última creación, Vinática, un espectáculo estremecedor, desnudo, con los mínimos elementos, tanto en lo visual como en la música, pero con una impactante intensidad expresiva. Minimalismo escénico para una obra hecha, pensada e imaginada para Rocío Molina. Sólo ella, con sus características gestuales, su sensibilidad y su riqueza de movimientos, puede llevar a cabo un trabajo de esta naturaleza, manteniendo la poética de su cuerpo -perfectamente preparado, por cierto- en continua eclosión creativa.



    "El vino -explica Rocío a El Cultural- es un elemento literario que contiene una gran carga metafórica. El vino sirve para olvidar, pero también para recordar. Claro, puede ocurrir lo del perro que se muerde la cola, algo negativo y estúpido que te impide avanzar, dando vueltas en el mismo sitio, como el burro de noria. Tienes unos recuerdos que quieres mantener, que sientes la necesidad de la presencia en tu memoria de aquellos seres queridos, ya lejanos, que rondan alrededor tuyo como espíritus negándose a desaparecer; recuerdas también cuando bailabas con ocho años, quién era yo entonces, mi mirada absorta en el espejo, y te das cuenta de que todo eso te ayuda a no caer en el abismo, pero al mismo tiempo te sumerge en la melancolía. Entonces tomas la dirección que te marca la vida y te das cuenta de que esos personajes se van, desaparecen, se mueren y caen en el olvido. ¿Te aferras o no a los recuerdos? Olvidar o recordar: el vino".



    Hacia la deformación

    Rocío Molina, ante la que el gran maestro Mikhail Baryshnikov se arrodilló después de verla bailar en un teatro neoyorquino, cuenta para este espec- táculo con el cantaor José Ángel Carmona, el bailaor y palmero José Manuel Ramos, El Oruco, y el guitarrista Eduardo Trassierra. Se trata de un exiguo pero, en la práctica, potente conjunto musical que, bajo la dirección de Rosario la Tremendita, mantiene una imparable dinámica, con mucho ritmo percutivo, sobre las estructuras de la seguiriya, liviana, cantiña, zambra y bulería, y el hilo conductor de un vals de Chopin.



    -¿Y cómo has concebido el baile, en su calidad de medio expresivo, para contar todo esto?

    -Hemos hecho un ejercicio de deformación de la técnica. Creo que cuando tienes su control, hay que romperla, partirla, fracturar la forma para crear otro lenguaje. Al fin y al cabo, eso es el flamenco también, un movimiento deformado en muchas ocasiones.



    La diversidad es una de las peculiaridades de esta edición de Suma Flamenca. La sevillana Rafaela Carrasco presenta una nueva producción, De un momento a otro, con unos músicos de lujo: el cantaor Antonio Campos, los guitarristas Jesús Torres y Juan Antonio Suárez Cano y el percusionista Luis Amador. "Desde hace mucho tiempo", cuenta Rafaela, "quería estar arriba con ellos, participar de esos momentos en que los guitarristas y cantaores actúan cuando la bailaora se ha marchado y esperan que vuelva. ¿Qué estaba ocurriendo ahí arriba? Así que decidí quedarme con ellos, participar y disfrutar, viviendo y respirando su música, sentir esa energía tan especial, en vez de irme al camerino a cambiarme. No podía perderme eso y ha sido una liberación y, al mismo tiempo, un descubrimiento".



    Con un formato también escueto, sin hilo conductor, sin dramaturgia ni escenografía, sin contar nada, un espectáculo mantenido sólo con la fuerza de la música y el baile. "Vamos de un momento musical a otro, con la emoción del cante y las guitarras, sin más".



    Mercé y Soto en Alcobendas

    La perseverancia y el compromiso por ofrecer cada año espectáculos y conciertos de calidad son los motivos que impulsan al director de la Semana Flamenca de Alcobendas, Pablo Tortosa, a darle continuidad a un ciclo que celebra su vigésimo octavo aniversario. Quizá los planteamientos a la hora de diseñar la puesta en escena no sean nada sofisticados, pero la contundencia de las actuaciones, que se desarrollan sin artificios en la sencillez del escenario del Teatro Auditorio de esa localidad madrileña, y sus impactos certeros, no dejan indiferente al público.

    La música de Jerez inunda un festival que inaugura esta tarde el prestigioso Vicente Soto, de técnica admirable y con un extraordinario dominio rítmico, intérprete en clave flamenca de Pessoa, Bergamín o José Hierro. Alternará con Jesús Méndez, joven promesa a punto de convertirse en cantaor de primer nivel.

    Mañana abrirá José Mercé, en plenitud artística y, desde hace tiempo, con un puesto de privilegio en el escalafón, que echará mano de su tradicional repertorio jerezano, y cerrará la pareja formada por Toni el Pelao y La Uchi, viva estampa del clasicismo en el baile. La Distinción Flamenca Peña Chaquetón le será otorgada al maestro Moraíto, una de las grandes guitarras de nuestro tiempo.