Image: Bilbao se despide con un 'va pensiero'

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Música

Bilbao se despide con un 'va pensiero'

19 mayo, 2012 02:00

Nabucco, en una función del Teatro Regio di Parma. Foto: Festival Verdi de Parma.

Del 19 al 28 de mayo, la ABAO cierra su 60 temporada con cinco funciones de 'Nabucco' de Verdi en el Palacio Euskalduna. El barítono Roberto Frontali interpreta el rol protagonista en esta producción de Daniele Abbado.

Siempre es grato reencontrarse con el título que dio a Verdi la fama, cuando se encontraba en situación de ruina material y moral. La anécdota, que es puesta en solfa por las biografías escrupulosas, es conocida: el empresario de La Scala, Merelli, vino en su ayuda y le metió en el bolsillo un libreto de Solera que trataba la figura de Nabucodonosor, el mítico rey de Babilonia. En su cuartucho, el compositor dejó caer el cuadernillo, que se abrió justamente por la página en la que aparecía el texto que tanto se cantó poco después: Va pensiero, sull'ali dorate. La inspiración surgió de golpe y, nerviosamente, el músico comenzó a redactar la melodía.

El gran coro será entonado a partir de mañana en el Palacio Euskalduna de Bilbao, en el curso de la temporada de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera y dentro del ciclo Tutto Verdi. Se cuenta con una Abigaille poderosa, la rusa Maria Guleghina, que debuta en la plaza y que, quizá con algunas reservas en cuanto a su dominio de las agilidades, posee los medios -densidad, metal, extensión, volumen- que pueden servir a la fiereza de la hija de Nabucco. El caudillo babilonio será encarnado por un barítono de buen arte de canto, Roberto Frontali, quien, que a falta de toda la entidad dramática que exige el ideal, sabrá defender bien la parte.

Alejandro Roy será el arrojado Ismaele, un cometido que va bien a su voz lírica de indudable anchura, mientras que el sacerdote Zaccaria estará representado por el eficaz Carlo Colombara, un bajo de no demasiada robustez y de tintes más bien líricos, pero cantante cumplidor. Es un equipo de posibles, que va a estar bien arropado por la batuta de Massimo Zanetti, un director todavía joven que conoce los intríngulis de esta música, de fácil vena melódica, impetuosas cabalettas y lirismos sin cuento. Que sabrá de seguro evitar el charangueo al que a veces pueden tender estos comunicativos pentagramas, de armonía sencilla y orquestación poco refinada.

Es una garantía, en principio, que la dirección escénica corra de cuenta de Daniele Abbado, hijo del gran Claudio, que es un hombre de buen olfato y refinada formación, siempre ajeno a la vulgaridad y al trazo facilón. Deberá también, al igual que Zanetti, controlar la actuación de una serie de jóvenes valores (como Christopher Robertson, Chiara Taigi, Rafael Dávila e Ievgen Orlov) que intervienen en el reparto destinado a un público juvenil, que se lo podrá pasar en grande el 26 de mayo dentro de una iniciativa difusora conocida como Ópera Berri.