Anne-Sofie von Otter
¿Qué tienen en común la mezzo Anne-Sofie von Otter y las violinistas Viktoria Mullova e Isabelle Faust? Sin duda un gran talento para la música, muchas tablas sobre el escenario y, desde el 27 de julio y hasta el 7 de agosto, el público del Festival de Músicas de Torroella de Montgrí.
La mezzo brinda hoy un programa verdaderamente atractivo, que reúne piezas de compositores del siglo XX y que agrupa lo serio, lo abstracto y lo popular: por un lado Dos canciones de En la niebla de Janácek, y Tres canciones de Bilitis de Debussy y, por otro, páginas de tres músicos nórdicos que recrean atmósferas folclóricas bien trabajadas: Grieg, Lindblad y Sibelius. A su lado Cinco canciones del famoso ciclo Cantos de la Auvernia de Canteloube y, de propina, temas de McCartney, Legrand y Nenryson, que colabora en el acompañamiento junto al pianista Bengt Forsberg.
Las otras dos artistas son violinistas. La rusa Viktoria Mullova (Moscú, 1959) toca nada menos que un Guadagnini de 1750 y un Stradivarius (Jules Falk) de 1723. Se la podrá escuchar mañana en un programa Bach que reúne la Sonata en sol menor, la Partita en mi mayor y la Partita en re menor. Será toda una experiencia atender a la interpretación de la famosa Chacona de esa última obra, una serie de variaciones sobre un bajo de cuatro compases; un fragmento de endiablada dificultad que la violinista tiene muy ahormado, pues en 1993 acometió la grabación de las tres Partitas, que volvió a registrar en 2009 junto con las tres Sonatas. Confirmaba así su excelente técnica y la especial manera de enfrentarse a esos pentagramas, dejando la impronta de su estilo, una suerte de cruce entre lo puramente barroco y lo apegado a la tradición posterior: clara articulación y bello sonido no exento de aristas. En 1990 Mullova fundó su propia Orquesta de Cámara, con la que se ha pateado las grandes salas y grabado numerosos discos.
Stradivarius durmiente
La segunda violinista que aterriza en Torroella es la alemana Isabelle Faust (Esslingen, 1972), una de las grandes instrumentistas aparecidas a principios de los noventa. Ha trabajado mucho la música de cámara, una de sus especialidades, y cultiva en grado sumo -en línea con otra colega, Hilary Hahn- la literatura del siglo XX, de la que extrae luces impensadas con la sonoridad de otro magnífico instrumento, el Stradivarius bautizado como Bella durmiente del bosque de 1704. Una tímbrica satinada, una precisa articulación y un admirable sentido de las proporciones caracterizan el modo de hacer de esta artista elegante y discreta.
Muy interesante el programa que ofrece, acompañada por su fiel Alexander Melnikov, el 7 de agosto. Abordarán tres importantes partituras del siglo XX, todas ellas envueltas en ecos franceses: Sonata n° 3 de Debussy, Sonatas n° 1 y n° 2 de Fauré y Mythes de un Szymanowski fuertemente influido por la música impresionista. Un buen banco de pruebas para dos instrumentistas de raza. Sobre todo ahora, que Faust acaba de grabar los Conciertos de Berg y Beethoven con la Orquesta Mozart y Claudio Abbado.