Elliott Carter. Foto: archivo.



Tras la reciente desaparición de Hans Werner Henze, nos dice adiós otro coloso de la música. El compositor estadounidense Elliott Carter, una de las voces más importantes de la música contemporánea, murió ayer los 103 años en su casa de Nueva York, según un comunicado de la editorial inglesa Boosey & Hawkes, que describe al dos veces ganador del Pulitzer (en 1960 y 1973) como "un icono de la música americana". Discípulo de Stravinsky y Hindemith, estaba considerado por sus coetáneos "un clásico vivo". El mismísimo Aaron Copland se refirió a él durante en la nominación a la medalla de oro del Instituto Nacional de las Artes y las Letras de Estados Unidos en 1971 como "uno de los artistas creativos de cualquier campo más eminentes de Estados Unidos".







Nacido el 11 de diciembre de 1908 en Nueva York, Carter trabajó efusivamente a lo largo de su dilatada carrera hasta lograr un catálogo de más de 150 obras. Entre sus primeras composiciones figura una bella sinfonía de 1942, la Primera, y, entre las más tardías, Dialogues II, que en octubre se estrenó en el Teatro de La Scala de Milán. Entre medias, la monumental Symphonia: sum fluxae pretium spei ("Soy el precio de la esperanza pasajera"), descomunal obra de orquesta que se estrenó en Manchester en 1998. Carter fue un músico de rara originalidad, que estudió con Piston y Boulanger, y aprendió de Ives o Varèse. Densas estratificaciones, estructuras polirrítmicas y una sencilla calidez caracterizaron sus trabajos.



Según palabras de Andrew Porter, Carter era "el gran poeta musical de Estados Unidos y en su obra podía escucharse con frecuencia el ingenio y el humor, la ira en alguna de sus primeras grandes piezas, y un creciente lirismo y belleza en sus composiciones de las últimas décadas".



En 2008, tras los monográficos dedicados a Henze, Benjamín y Dutilleux, el ciclo de la Carta Blanca dedicado esta vez a Carter (que cumplía la friolera de 100 años) sirvió para reabrir las puertas del nuevo Auditorio Nacional de Madrid en manos de José Manuel López López. De él se pudieron escuchar, por primera vez en España, tres emocionantes partituras: Anniversary, Concerto para oboe, que contó con Nicholas Masson como solista, y la célebre Symphonia: sum fluxae pretium spei.

Recientemente, el Festival Internacional de Música Contemporánea Ensems de Valencia tomaba como lema el título de la única ópera de Elliott Carter, What Next?, estrenada en la Staatsoper berlinesa en 1999. "Nos habría gustado llevarla a escena -cuenta a El Cultural Joan Cerveró, director artístico del ciclo-, pero dadas las circunstancias actuales nos conformamos con presentar nuestras respuestas a esta pregunta con nuevos formatos y ofrecer al público argumentos musicales sobre el futuro de la música contemporánea".