Escena de Los dos ciegos, de Barbieri. Foto: Fundación Juan March.

Es ya reconocida la iniciativa de la Fundación March de abrirse al teatro musical y de dar cabida a títulos desconocidos u olvidados de formato camerístico; actividad en la que se integraban Cendrillon de Pauline Viardot y, hace bien poco, Fantochines de Conrado del Campo. Se programa ahora, para los días 6, 8, 9 y 10 de mayo, un curioso doblete constituido por el entremés cómico Los dos ciegos de Francisco Asenjo Barbieri y la opereta Une éducation manquée de Emmanuel Chabrier.



La zarzuelita del compositor español, con texto de Luis Olona, estrenada el 25 de octubre de 1855 en el Teatro del Circo de Madrid, es una adaptación de la bufonería Les deux aveugles de Jacques Offenbach, que el músico alicantino había conocido durante un viaje a París y que terminó de redactar allí. La acción se traslada a un ambiente madrileño poniendo aún más de manifiesto la mala uva que anima a los dos ciegos protagonistas, Jeremías, Narigudo, y Roberto, Chato, que piden limosna tocando el trombón y la guitarra. La breve partitura alberga solamente cuatro números musicales, todos ellos de carácter popular: el último, como señalaba el mismo Barbieri y recuerda Casares, reproduce una melodía de Offenbach. La versión que se verá y escuchará es la de canto y piano.



Chabrier por su parte centra su historia, con picante libreto de Eugène Leterrier y Albert Vanloo, en una pareja de recién casados, Gontran y Hélène, que no saben, pese a los consejos del preceptor Pausanias, cómo desenvolverse en la noche de bodas. Los pentagramas destilan italianismo bufo y resabios vaudevillescos y contienen inesperadas exquisiteces cromáticas. "Hay más música en esta obrita que en bastantes obras líricas", afirmaba Ravel tras escuchar, en 1913, la obra en su forma definitiva con orquesta. En estas funciones se representará la versión original para piano y voz, que fue estrenada en el Círculo de la Prensa de París el 1 de mayo de 1879.



La dirección musical corre a cargo del competente Rubén Fernández Aguirre, que actúa también al piano. La concepción escénica, con decorados de Ricard Sánchez Cuerda, es de Pablo Viar, que sitúa la pieza de Barbieri en una vieja estación abandonada del Metro de Madrid y la de Chabrier en un aula de una vieja escuela. Cantan el tenor Ricardo Muñiz y el barítono Luis Álvarez (Barbieri) y las sopranos Belén López (papel travestido) y Ruth González y el barítono Elías Benito Arranz, a los que se une la actriz Celia Pérez (Chabrier). Las representaciones se realizan en alianza con el Teatro de la Zarzuela.



No se detienen aquí los proyectos de la Fundación Juan March en lo que respecta al teatro musical. Hay previstas, los días 16, 23 y 30 de mayo, tres sesiones de evidente interés: homenaje a Guillermo Fernández-Shaw, representación de La salsa de Aniceta de Ángel Rubio y recuperación de dos parodias de ópera, La Golfemia y La Fosca, de Luis Arnedo.