Image: Savall viaja a la música del Imperio Otomano

Image: Savall viaja a la música del Imperio Otomano

Música

Savall viaja a la música del Imperio Otomano

23 octubre, 2015 02:00

Jordi Savall y los instrumentistas del Hespèrion XXI

Jordi Savall es probablemente el artista que más veces ha aparecido en los distintos ciclos dependientes del CNDM y uno de los más asiduos en las distintas convocatorias madrileñas, lo que no es de extrañar dada la multiplicidad de sus actividades en los más variados frentes del repertorio, y no solamente en los de la música antigua o barroca, sino en los que conectan con las música étnicas, folclóricas y tradicionales del más diverso signo. A ello se une, claro, una enorme dedicación investigadora, un gran olfato para localizar tesoros raros de toda época, un ritmo de trabajo imparable, una envidiable y permanente puesta a punto y una indudable pericia técnica.

Recordemos que este artista, que estudiaba aplicadamente violonchelo allá por los años sesenta del siglo pasado, tuvo, durante un curso de música en Compostela, un encuentro providencial con el clavecinista colombiano Rafael Puyana, que fue quien, a la postre, le sugirió que estudiara viola de gamba. August Wenzinger en Basilea le puso al corriente de una técnica que no ha hecho sino prosperar y crecer con el tiempo hasta colocarlo en la pista de salida para enfrentarse a la producción de músicos franceses cultivadores de ese instrumento, como Marin Marais o Sainte-Colombe, de quienes ha sido ilustre servidor y recuperador.

Regresa, pues, el artista, reciente triunfador en el Festival de Bogotá, en compañía de los instrumentistas del Hespèrion XXI, para encarar, dentro del ciclo Fronteras, un programa realmente curioso y que lleva por título Estambul: la música del Imperio Otomano en diálogo con las tradiciones armenias, griegas y sefardíes. Cantos, danza, lamentos, distintos temas e instrumentaciones desfilarán, pues, por la sala de cámara del Auditorio Nacional este viernes, 23. Los diferentes sones, las más variadas tímbricas, los acentos más inesperados de estas culturas podrán ser apreciados de primera mano.

Entonación y elegancia

Savall se reserva el manejo de la lira y la viella; aparte la dirección. Podremos apreciar de nuevo los rasgos que presiden las interpretaciones de Savall: buen gusto, equilibrio, cuidada afinación, claridad de voces, esmerada acentuación y un colorido variado y más bien oscuro, de muy redonda sonoridad gracias a un manejo escasamente agresivo de los timbres. Todo muy entonado, elegante, lo que no quiere decir falto de impulso o de vida. Tanto cuando se sienta en medio de su grupo, tañendo sus elocuentes instrumentos, como cuando se sitúa enfrente para dirigir.