Image: Muti y Nelsons, lujo sinfónico en Madrid

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Música

Muti y Nelsons, lujo sinfónico en Madrid

13 noviembre, 2015 01:00

La gestivculación de Andris Nelsons lo convierte en un director peculiar de estilo inconfundible

Dos grandes directores actuales, uno ya veterano, Riccardo Muti, y otro casi recién llegado a las alturas sinfónicas, Andris Nelsons, coinciden por estos días en Madrid. Ambos maestros llegan con dos programas que, no por estar edificados con obras muy conocidas, resultan menos interesantes.

De Muti qué vamos a decir si no es recordar su maravillosa mezcla de intelecto y pasión. El acento perentorio y fustigador de Arturo Toscanini unido al sentido de la frase lírica de Victor de Sabata y a la elegancia señorial de Carlo Maria Giulini. El análisis sumado a la expresión meridional. El gesto conciso, los brazos abarcadores, la batuta móvil en todos los planos dibujan la música con trazo seguro y proponen un discurso jugoso y bien diseñado en el que todas las voces se escuchan con claridad. Rasgos que convienen a las tres composiciones que constituyen su programa para Juventudes Musicales en el Auditorio Nacional (jueves, 17). Se abre y se cierra con dos famosísimas sinfonías, la Inacabada de Schubert y la Quinta de Beethoven. El romanticismo finamente cristalizado, el lirismo de la primera junto a la magra construcción y la energía telúrica de la segunda. En medio el Concierto n° 23 de Mozart, fructuoso diálogo entre el piano y la orquesta. El solista será el joven artista barcelonés Ignasi Cambra, salido de las aulas de María Lluisa Alegre en Badalona. Sonarán los excitantes timbres de la Orquesta Juvenil Luigi Cherubini.

Muti anda ya por los 70. El letón Andris Nelsons es todavía un treintañero, pero es ya una figura ampliamente reconocida. Claudio Abbado le cedió el testigo de la Orquesta de Lucerna, que es la que actuará a sus órdenes en el mismo recinto madrileño dentro de los ciclos de Ibermúsica (viernes, 13). Es ya célebre la movilidad en el podio de este impulsivo y nervioso maestro. Sus gestos, a veces excesivos, sus inclinaciones de torso, su manera de exponer los pentagramas y de comunicarse son muy peculiares y forman parte de un estilo inconfundible. Con sus movimientos logra alcanzar la almendra expresiva de cualquier partitura. En su concierto que ofrecerá la electrizante Sinfonía n° 36, Linz, de Mozart, un río inacabable de fantasía y perfección constructiva, y la proteica y contrastada, vigorosa y por momentos ensimismada Sinfonía n° 5 de Mahler, un compositor que va bien, dada su facilidad para manejar los colores y elevar férvidos contrapuntos, a los modos de Nelsons.