Camilo y Tomatito. Foto: Fernando Berenjeno
Morricone, Piazzola, Reinhardt, Satie, Gismonti, Haden... Son algunos de los compositores que el pianista y el guitarrista desgranan en su disco Spain Forever, en el que aflora la veta más reflexiva de su larga alianza.
Luego de tocar juntos por los diferentes coliseos del mundo, surgió, en 2000, como una luminaria inesperada, Spain; más tarde, en 2006, Spain Again, y ahora, a modo de la tercera entrega de la serie, Spain Forever (Universal), donde las alianzas se traducen en un lenguaje más pausado, más reflexivo e incluso más confidencial y recóndito si lo comparamos con las entregas anteriores, donde dominaban las estructuras rítmicas vivas e impetuosas. Habían creado una imagen y esta prevalecía como un estigma. Para Camilo, "el propósito del disco ha sido sorprender al público, salir por donde no nos esperan. Todo el mundo sabe que ambos podemos elaborar una música muy enérgica. Pero aquí el reto es también autoimpuesto, de control, de serenar la voz de cada instrumento, de crear un espacio intimista, personalizado, y plasmar el lirismo que cada uno tiene con la capacidad de tocar una melodía sintiéndola profundamente. Por eso elegimos piezas que nos encantan y, al mismo tiempo, que cada uno pudiera nadar como en el océano, cómodo, pero siempre con una originalidad muy particular".
¿Y para Tomatito, esa tónica más acompasada, más poética, que envuelve a vuestra última obra, a qué es debida? "Yo vengo del flamenco y la gente dice que soy un guitarrista rítmico, de bulerías, de tangos, de impulso, de fuerza, y es verdad. Pero también el artista, en este caso los músicos e instrumentistas como nosotros, tiene que expresar otra dimensión: lo bucólico, lo delicado. Y esto, por prejuicios, lo confunden con vulnerabilidad, como si hubiéramos perdido nuestra entereza musical y el carácter interpretativo. Lo encasillan a uno y está perdido: a la fuerza tengo que hacer un toque rítmico y agresivo, y esto no es así".
En Spain Forever aparecen músicas de Egberto Gismonti, Charlie Haden, Astor Piazzola, Erik Satie, Ennio Morricone, Django Reinhardt, Luiz Bonfá, Chick Corea y del propio Michel Camilo, en interpretaciones libres, buscando siempre un latido al unísono que le otorgue consistencia a cada pieza. Uno de los éxitos de Tomatito como guitarrista y de Michel Camilo como pianista es el de haber conjuntado armónica y sonoramente el piano y la guitarra flamenca, dos instrumentos, en principio, no precisamente afines. A esto hay que sumar el grado de entendimiento entre los dos y el haber conseguido unos vínculos para llegar al punto ideal de compenetración, empujados, como ellos mismos dicen, por el espíritu que encierra la frase "todo por la música".