Image: Dúo del Valle, igualdad y fraternidad al piano

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Música

Dúo del Valle, igualdad y fraternidad al piano

1 diciembre, 2017 01:00

Los hermanos Del Valle. Foto: Manolo Yllera

Los hermanos Del Valle impresionaron a la crítica el año pasado con Impulse, su carta de presentación discográfica. La Orquesta Nacional les cita este viernes y el sábado para acometer una joya de Bartók: Concierto para dos pianos y percusión, obra que incluirán en su próximo disco. Son sinónimo de sincronía, rigor, gracia y precisión.

El Dúo del Valle empezó a forjarse en la Semana Santa de Sevilla, a principios de los 80. Víctor era apenas un niño de dos o tres años que se arrimaba a las cofradías con el tambor que le había regalado su abuelo. Le bastaba escuchar unos segundos los ritmos de los mayores para reproducirlos a la perfección. Tenía la música grabada en el código genético. Así que ya con 9 o 10 años, sus padres (ella profesora de francés, él de física y química) le apuntaron al conservatorio de la localidad malagueña de Torre del Mar. Era muy pequeño y sólo enseñaban guitarra y piano. Como la primera la tocaba todo quisque, se decantó por el segundo. Su hermano Luis, sólo tres años menor (nació en el 83, también en Vélez-Málaga), le siguió los pasos. Fue el pianista y profesor Dimitri Bashkirov el que los emparejó a las teclas en 2004, cuando ambos estudiaban en la Escuela Reina Sofía. Ahora forman el dúo pianístico más prominente de España, por su desparpajo, su rigor analítico y su brutal energía. Virtudes que podrán degustarse en sus conciertos consagrados a Bartók con la Orquesta Nacional este viernes y el sábado, bajo la batuta de Juanjo Mena.

"Antes de la Escuela Reina Sofía, no habíamos tocado apenas juntos. Alguna vez en Navidad, para darle una sorpresa a los abuelos. Cosas así", explica Luis del Valle. Al estricto Bashkirov se le ocurrió que podría ser simpático unirles. "Fue una propuesta a priori desenfadada -continúa Luis- pero con él, en realidad, nunca te podías relajar. Su exigencia es siempre extrema. Desde la primera clase tienes que ofrecer ya un nivel Carnegie Hall. Así que nos preparamos a conciencia. Y funcionó muy bien. Bashkirov nos dijo que debíamos seguir por esa línea". Lo hicieron. En 2005 decidieron probarse en un foro internacional. Otra vez, el test no pudo resultar más positivo: se llevaron el prestigioso Premio ARD en Múnich. Iniciaron entonces un periodo de unos años en el que se movieron como auténticos francotiradores de galardones. Triunfaron en Francia, Eslovaquia, Estados Unidos... "Ya no quedaba duda: teníamos que tocar juntos".

En los dúos la sincronía ha de ser absoluta. Los pulsos deben fundirse, confundirse. La consanguineidad ayuda a conseguirlo. Dicen los Del Valle que a veces hasta se dan entre ellos situaciones que remiten a la telepatía, como escuchar por casualidad un mismo disco el mismo día y a la misma hora cuando están cada uno en su casa. "La hermandad, de todas formas, no es sinónimo de conjunción automática, gratuita y sencilla aunque facilita el desarrollo y la experimentación de una misma base cultural. Los dos nos hemos educado en el mismo ambiente: hemos compartido profesores y multitud de vivencias que, en el plano musical, han hecho que tengamos una imaginación sonora parecida y una concepción rítmica muy clara. Todo esto es un buen punto de partida para hacer música de cámara y profundizar en ella juntos, pero las horas de trabajo codo con codo son determinantes", apunta Víctor.

Sin ensayos stajanovistas, pues, no serían posibles prodigios como Impulse (IBS), su carta de presentación discográfica, que fue uno de los grandes discos de clásica de 2016. Los críticos no escatimaron elogios. Alguno llegó a afirmar que el dúo sonaba por momentos como la mismísima Filarmónica de Viena. "Simular una orquesta supone tanto trabajar distintos timbres para diferenciar voces y planos sonoros, como dominar un gran rango dinámico. Pero más allá de esta impresión, que es cierto que perseguimos en muchas ocasiones, para poder generar en el público cualquier sensación se debe contar previamente con una clarividencia del ideal sonoro. Este deberá ser al mismo tiempo imagen, gusto, olor e incluso tacto sonoro para poder materializarlo con garantías", advierte Víctor.

Empastarse con la percusión

En Impulse agruparon a Lutoslawski, Mozart, Ligeti, Ravel y Gershwin. El disco quería reivindicar su vocación por el eclecticismo y su amplitud de miras respecto al dúo de pianos, que ellos cultivan en sus dos variantes: tocando un solo instrumento a cuatro manos o sentados cada hermano en dos pianos distintos. "La primera es más íntima y a veces se consigue una magia muy especial. Y su repertorio es una pasada: Schubert, Mozart... La segunda es más expansiva, más vistosa y más cómoda para nosotros, que somos dos tíos grandotes de metro noventa. Pero disfrutamos mucho de las dos", explica Luis. En el Auditorio Nacional exhibirán esto último. Interpretarán una joya de Bartók, el Concierto para dos pianos y percusión, en la que los dos pianistas se ven rodeados por timbales, bombos, triángulos, platillos... "Todos ellos tienen un poder acústico brutal. Te sientes -confiesa Luis- un poco apabullado al principio. Hay que hacer un gran trabajo para que los pianos empasten con la percusión [en manos de Juanjo Guillem y Rafa Gálvez], creando un cuarteto. De alguna manera, se trata de conseguir que los pianos suenen percusivos y que la percusión acabe cantando. Es una inversión de papeles".

La partitura de Bartók es un festín para la obsesión analítica del Dúo del Valle, que dedica mucho tiempo a investigar las partituras desde diversos enfoques: el formal, el histórico, el filosófico... Es una fijación que les inculcó Claudio Martínez Mehner, su otro profesor de piano en la Escuela Reina Sofía. "Todo en esta obra está muy bien pensado: los sistemas axiales, las proporciones áureas... Es increíble su precisión matemática. Te calienta muchísimo la cabeza por toda la información que contiene. El reto es hacer que suene muy humana y muy popular, porque eso es Bartók: folk. Tenemos que encontrar una simbiosis que fluya lo más natural posible", señala Víctor.

El esfuerzo les aprovechará para su próximo disco, que ya tienen en mente. Registrarán la sonata de la que nació el concierto de Bartók y que, en lo que respecta a los pianos, apenas cambia. La idea es conectarla con Bach, retrocediendo algunos siglos en la tradición germánica, que es de la que se amamantó el compositor húngaro. "Nos llama la atención la manera en la que uno y otro se sirven de músicas populares para componer música culta", dice Víctor.

Después de este proyecto, se remangarán con Schubert. "Lo que pretendemos -comenta Luis- es reivindicar el dúo de piano más allá del amateurismo y de las uniones episódicas. Siempre hemos querido ofrecer un trabajo camerístico serio. Afortunadamente, en los últimos 10 o 15 años vienen apareciendo cada vez más dúos con esa misma pretensión de rigor y continuidad. Es algo que recuerda a lo que ocurrió con los cuartetos de cuerda. Hace 25 años había muy pocos buenos. Ahora, en cambio, das una patada a un piedra y salen cientos. Creemos que es lo que irá sucediendo con el dúo pianístico. Y nosotros queremos aportar nuestro granito de arena desde España".

@albertoojeda77