Image: Gardiner, cita doble con Beethoven y Schumann

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Música

Gardiner, cita doble con Beethoven y Schumann

2 marzo, 2018 01:00

Sir John Eliot Gardiner

Regresa John Eliot Gardiner (1943) a Madrid. Siempre es un gusto verlo y escuchar las músicas que nos ofrece. Desde hace ya muchos años, no se circunscriben exclusivamente al barroco y clasicismo más granado, que era su habitual campo de actuación, sino que se sitúan en una órbita mucho más amplia en la que entra el romanticismo por derecho y aún determinadas franjas del postromanticismo y de la creación del siglo XX.

Las maneras de Gardiner son suaves, medidas, convincentes, con un pendular y amplio movimiento de brazos y sugerentes arabescos de muñeca. Gesto abarcador, melifluo y envolvente. Su mando deja fluir la música con naturalidad y se amolda bien a los pentagramas claros, melodiosos, bien construidos, del clasicismo en sazón o del primer romanticismo. Los largos brazos, su proverbial elasticidad métrica llevan por las sendas convenientes a sus formaciones. En esta ocasión, para Ibermúsica el próximo miércoles 7, se sitúa al frente de la Sinfónica de Londres, uno de los conjuntos favoritos de Alfonso Aijón. La cosa promete porque en los atriles se colocan obras de Beethoven y Schumann.

Del de Bonn se escuchará el Concierto para piano n° 1 -en realidad el segundo de la serie en escribirse-, obra de notable envergadura, que anuncia ya los grandes logros del tercero, cuarto y quinto y que exige del pianista tanta gracia de estilo clásico, como nervadura expresiva prerromántica. Un piano alado y vigoroso que en esta ocasión estará a cargo del polaco Piotr Anderzewski, una vez que María João Pires ha declinado la invitación al encontrarse en pleno proceso de retirada. El sustituto posee grandes valores, como la afición madrileña sabe.

Y Schumann por partida doble. En primer lugar, la hermosa y tan romántica obertura de la única ópera terminada por el músico, Genoveva, una página sinfónica de delicados contrastes, de un lirismo muy inspirado. Luego, como cierre, la bellísima e inquietante Sinfonía n° 2, tan poblada de contratiempos y claroscuros, con su maravilloso y expresivo Adagio.