Antonio Luque, de Sr. Chinarro. Foto: Jordi Santos
Pionero del indie en España, lleva 25 años grabando discos y encadenando metáforas sobre las cuitas del sexo y el amor. Ahora lanza Asunción, un canto de madurez y repliegue, pero con el sonido juvenil y energético de su nueva banda granadina.
Aunque, eso sí, a veces no se puede morder la lengua. En Twitter le dieron bastante cera cuando cuestionó Operación Triunfo, un programa que, dijo, "nos muestra qué le gusta de la música a la gente que no le gusta la música". Esta declaración le valió el vapuleo de los acólitos del programa, no pocos. "La inquina con que se manifiesta mucha gente en las redes no me sorprende. Sufren la misma transformación que cuando se meten en el coche con las ventanillas subidas y el seguro echado. No es nada nuevo". Y añade: "Yo no he visto ni un minuto de Operación Triunfo en mi vida pero mis vecinos, a los que por desgracia oigo al otro lado del tabique y que nunca ponen un disco en su casa, veían el programa a todo volumen. Es algo significativo, creo". Tal explicación prefirió no expresarla en las redes para no azuzar la polémica, consciente de que el debate constructivo en ese foro es un empeño utópico. Calló elegantemente.
Aires de involución
Luque percibe aires de involución en esta época, como apunta el tema con el que abre las diez canciones que componen Asunción. En Superstición presenta el panorama apocalíptico que presuntamente se avecina. Canta que volvemos a "una nueva edad media de cruces, guadañas y hoces". En esa tesitura, piensa, es buen momento para el repliegue. Eso es lo que supone su regreso a Mushroom Pillow ("mi casa") tras la agotadora aventura de la autoedición (Perspectiva caballera, 2014) y su paso puntual por El Segell (El progreso, 2016). Este último ya lo grabó con Jaime Beltrán, Mario Rodríguez y Mafo, tres jóvenes granadinos con los que repite ahora. "Y se nota. Ahora estamos más conjuntados y con su juventud han insuflado mucha energía a Señor Chinarro".Luque ha ejercido de productor y ha aplicado al sonido su filosofía de la crudeza: en lugar de introducir decenas de pistas en la grabación, práctica habitual de la industria, emplea una para cada instrumento (las dos guitarras, el bajo, el sintetizador, la voz solista y la de los coros), dejando aparte la batería, que tiene su propia idiosincrasia ‘polinstrumental'. "Como en la cocina, lo importante es el género". Lo han registrado en un cortijo de La Vega de Granada. "Ya no hace falta ir a grandes macroestudios para grabar un buen disco. Algunos grupos van porque se lo pagan sus discográficas pero hoy se puede hacer perfectamente en una casa con paneles si tiene buena acústica y se colocan bien los micrófonos". Carlos Díaz, el técnico habitual de los conciertos de Los Planetas y Soleá Morente, se ha encargado de ese cometido.
La deriva ‘conformista' de Antonio Luque contrasta con la del otro gran patriarca del indie español, Nacho Vegas, cada vez más beligerante y más implicado en reivindicaciones colectivas, como demostró en el álbum Resituación. "Bueno, no estamos en sitios tan distintos. De hecho, a mí me gustaría hacer lo que ha hecho él pero es que no me sale. No soy creíble cantando algo así. También es cierto que Nacho Vegas salió despavorido de Vistalegre II, él mismo lo ha comentado. Yo por lo menos me he ahorrado ese chasco". Luque sigue fiel a sí mismo, instalado en la intimidad esencial: la del amor y el sexo. Y en el encadenamiento inagotable (casi compulsivo) de metáforas, el recurso expresivo por excelencia de su poética cachonda y trascendente. O como él mismo dice: de "su mística de andar por casa".
@albertoojeda77