El alma de Rusia, de la Rusia bañada en el flujo melódico de sus temas populares, tantas veces volcados en partituras balletísticas, tan hábilmente captada por la pluma de sus más grandes e inspirados compositores, va a reverdecer de nuevo en el escenario de la sala sinfónica del Auditorio Nacional gracias a la quinta edición de ¡Sólo Música!, esa curiosa maratón que hace ocho años se le ocurrió poner en marcha a Antonio Moral, a la sazón director del CNDM.
Ahora las riendas de la institución las lleva Paco Lorenzo. De él dependerá la suerte de la convocatoria de este sábado, un día después del Día de la Música. No puede haber mejor celebración que la que se propone en esta próxima cita, ya que en ella, atendiendo al reclamo ¡Que vienen los rusos!, se van a programar una serie de composiciones nacidas para la danza, excepto una, la Obertura-Fantasía Romeo y Julieta de Chaikovski, unida muy inteligentemente, y dentro del mismo concierto, el primero del día, a las 11 horas, a una selección del ballet homónimo de Prokofiev. El turbulento y apasionado poema sinfónico del autor de la Sinfonía Patética unido a la frescura instrumental y al lirismo destilado del vistoso cuadro de época pintado por el creador de la Sinfonía Clásica.
Los tres grandes ballets de Stravinski, El pájaro de fuego, Petrushka y La consagración de la primavera, de rompedora instrumentación y de factura tan novedosa, en especial el tercero, dominado por ritmos irregulares y ancestrales acentos, se colocan detrás de otras tantas suites balletísticas chaikovskianas, El lago de los cisnes, El cascanueces y La bella durmiente, reveladoras del arte caleidoscópico del músico. Son el complemento ideal, por distinto, de las mencionadas partituras del joven e iconoclasta Stravinski, llevadas a la fama por los Ballets Rusos de Diáguilev.
Previamente, se habrá escuchado otras tres páginas maestras de la especialidad. La primera, una selección de las Suites de jazz 1 y 2 de Shostakóvich, música ligera, admirablemente orquestada. La segunda, las imponentes y deslumbradoras Danzas polovtsianas de la ópera El príncipe Igor de Borodin, aquí en su dimensión estrictamente instrumental. Y completando el programa, Scheherazade de Rimski-Korsakov, plagada de hermosos y repetidos leitmotivs.
La música saldrá, como en las ediciones anteriores, de los timbres de las cinco orquestas madrileñas habituales: Sinfónica de Madrid, Orcam, RTVE, Nacional y JONDE. Conjuntos ya experimentados, incluso el último que, pese a su juventud, trabaja a destajo durante largos y fructíferos períodos y que ha colaborado más de una vez con Josep Pons, años atrás titular de la ONE, a la que supo organizar con criterios más o menos contestados y que ahora ejerce como director musical del Liceo. Será él quien se ponga al frente de este ¡Sólo Música! Artista seguro, de firmes convicciones, de técnica suelta, que busca la siempre difícil objetividad como fruto de un estudio concienzudo de lo escrito. Los actos serán coronados por la tradicional Música para los reales fuegos de artificio de Haendel (grabada) y por el lanzamiento de fuegos de verdad.