Un grave conflicto laboral ha estado a punto de dar al traste con la 26.ª edición del festival Sónar, que se celebra en Barcelona desde hoy hasta el domingo. Los montadores de escenarios o riggers demandaron a la Fira de Barcelona, donde se celebra el evento, al considerar que esta había vulnerado su derecho a la huelga al contratar a dos empresas externas para realizar el montaje del festival. De haber prosperado la demanda de los trabajadores, el juez podría haber ordenado deshacer los trabajos realizados por estas empresas, poniendo en peligro la celebración del festival. Finalmente se desestimó la demanda y los tres cofundadores de Sónar —Enric Palau, Ricard Robles y Sergio Caballero— ofrecieron ayer una rueda de prensa en la que aseguraron que todo seguía su curso dentro de los plazos previstos y en la que también se desahogaron diciendo que se habían sentido abandonados por las instituciones en este conflicto, ya que tanto la Generalidad de Cataluña como el Ayuntamiento de Barcelona forman parte de los órganos de gobierno de la institución ferial.
Salvado el escollo por los pelos aunque con una disminución en la venta de entradas en los días previos al festival cuya cuantía sus organizadores prefirieron no desvelar, toca centrarse en lo que deparará la programación del Sónar a sus 100.000 asistentes estimados.
Gran parte de los festivales de música de cierta envergadura fían su éxito a la contratación de grandes cabezas de cartel que sirven como reclamo del público, que acude a ver a sus artistas favoritos. En cambio el Sónar, aunque también cuenta con estrellas en el suyo, invita a dejarse llevar para descubrir lo ultimísimo en todos los campos imaginables de la música electrónica, muy especialmente en aquellas propuestas que ensanchan sus límites para explorar territorios sonoros ignotos. El festival barcelonés, con una reputación labrada a lo largo de un cuarto de siglo, hace así honor a su nombre año tras año.
El Sónar siempre se ha celebrado en junio, y a ese mes volverá en 2020, pero este año tiene lugar de manera excepcional del 17 al 20 de julio debido a que en las fechas habituales se celebró un congreso de maquinaria textil con unas necesidades especiales de montaje que alteró el calendario ferial del recinto —otro motivo de agravio para los responsables de Sónar—.
En su programación musical, repartida entre Sónar de Día, en el recinto Fira Montjuïc, y el Sónar de Noche, en Fira Gran Via L’Hospitalet, figuran artistas procedentes de 36 países diferentes que ofrecerán un total de 140 actuaciones —89 conciertos y 51 dj sets—. 80 de ellas serán estrenos absolutos, y una docena de artistas procedentes de 36 países diferentes y en una docena se emplearán innovaciones como la la visualización de datos y la experimentación científica en directo y la inteligencia artificial. Esta última será empleada en el show de Holly Herndon, que presenta Proto, un álbum en colaboración con una inteligencia artificial creada por ella misma y llamada Spawn, a la que han entrenado cantantes humanos. La IA también se subirá al escenario con el proyecto de Daito Manabe y Kamitani Lab dissonant imaginary; en el de Ouchhh y Za!, Superstrings; y en el de Actress junto al dispositivo Young Paint, titulado Live AI/AV.
De las estrellas a los márgenes
Entre los nombres consagrados de la música electrónica de baile, que por supuesto los hay en el cartel de Sónar, cabe mencionar a Paul Kalkbrenner y su capacidad innata para llevar el techno al reino de las melodías pegadizas, que vuelve a demostrar en su último disco, Parts of Life; el minimal techno con personalidad propia de DJ Koze, que publicó en 2018 Knock Knock, disco con colaboraciones de lujo como las de Bon Iver o José González; o al francoecuatoriano Nicola Cruz y su elegante mezcla de electrónica con músicas tradicionales andinas, cuya última entrega discográfica es Siku, uno de los álbumes más aplaudidos de lo que llevamos de año.
El equipo británico desembarca en Barcelona bien representado por Max Cooper, Erol Alkan, Daniel Avery, el dúo Disclosure —que pasó este fin de semana por el Mad Cool— o Four Tet, que ofrecerá el viernes por la noche una sesión especial a oscuras para que el público aparque el baile se concentre en la escucha. Antes, durante y después, el músico, DJ y neurocientífico Floating Points protagonizará una sesión de seis horas en la que volcará su enciclopédico conocimiento de los distintos estilos de la música de baile. Y los veteranos Underworld, con más de 30 años de carrera y un éxito mundial que se remonta a su archifamoso Born Slippy, que aparecía en la banda sonora de Trainspotting, presentarán su último proyecto, Drift, que han ido publicando en diferentes capítulos en forma de EP.
Este año tiene un peso considerable la música urbana en distintas variantes, especialmente del hip hop y el trap, con nombres como ASAP Rocky, Skepta, Vince Staples y el reggaetón de última hornada de la mano del puertorriqueño Bad Bunny. Entre los exponentes españoles del trap encontraremos a Dellafuente, Bad Gyal y Cecilio G.
Entre los talentos procedentes de los márgenes sonoros y geográficos este año encontramos una fuerte presencia de artistas de África, como Petite Noir, Deena Abdelwahed, Sho Madjozi, DJ Lag, Obongjayar, Faka o Likback. De Latinoamérica, además de los mencionados Bad Bunny y Nicola Cruz, conviene señalar a Dengue Dengue Dengue, Arca, LAO & Wasted Fates (N.A.A.F.I.), Jesse Baez o ha$lopablito. Y afincada en Los Ángeles desde niña pero con un origen sirio y armenio que manifiesta constantemente en su música tenemos a Káryyn, que ha suscitado la admiración y/o la colaboración de artistas de distinto pelaje como Marina Abramovic, The XX o Björk. Su primer single, “Aleppo”, lo dedicó a la ciudad siria arrasada por la guerra.
Sónar+D, una sonda al futuro
Muchas carreras han despegado gracias al Sónar. El caso más reciente es el de Rosalía, cuya actuación en el escenario SónarXS (donde la organización apuesta por nombres que aún no han explotado pero que lo harán en breve) marcó el inicio de su inmenso éxito planetario. Esto sucede porque a Sónar acuden cada año programadores de otros festivales, promotores, agentes y todo tipo de profesionales de la industria musical internacional. Además, pensando en ellos, el festival organiza cada año desde 2013 Sónar+D, un congreso profesional dedicado a la experimentación científica y tecnológica aplicada a la música, la creatividad y la creación de contenidos, con un peso especial de las experiencias inmersivas y la inteligencia artificial aplicada a las artes.
Este año, Sónar+D ha puesto el foco en la formación, con multitud de talleres y clases magistrales que hacen del simposio en una especie de escuela de verano de tecnología y músicas avanzadas. Entre los temas de este año destacan el diseño de experiencias inmersivas, el futuro de internet de aquí a 30 años, las tecnologías de espacialización del sonido y la inteligencia artificial aplicada a las artes. La conferencia inaugural de este miércoles, un día antes de que comience la programación musical, correrá a cargo de Robert del Naja, líder de Massive Attack (y, según un extendido rumor, la persona que se esconde detrás del pseudónimo Banksy), junto a Andrew Melchior, jefe de tecnología de la banda. Juntos explicarán cómo llevan años aplicando en el estudio y en los escenarios eso que da identidad al festival barcelonés: la simbiosis entre música y tecnología.