Contra viento y marea, el Teatro de la Zarzuela de Madrid pone proa hacia su nueva temporada, organizada y montada con los condicionantes propios de la situación sanitaria que vivimos. Pero la imaginación de Daniel Bianco, director artístico de la institución, siempre bajo el manto protector del Inaem, se ha demostrado de nuevo que es grande. Se han dispuesto las cosas para que todo empiece a funcionar poco a poco, con cautela y con decisión.
Lo va a hacer, con un sensible aumento de los espectáculos y conciertos respecto a temporadas anteriores, poniendo en escena a partir del 1 de octubre, bajo el título común Granada, dos obras ancladas en las más auténticas raíces de esa tierra andaluza: La tempranica de Gerónimo Giménez y La vida breve de Manuel de Falla, que se ofrecerán unidas al amparo de un texto de nuevo cuño de Alberto Conejero, que hará dialogar a los dos compositores. Miguel Ángel Gómez Martínez, él mismo "granaíno”, se situará en el foso para gobernar la espectacular producción firmada por Gian Carlo del Monaco, absolutamente original por lo que respecta a la primera composición. Dos importantes mezzos, Nancy Fabiola Herrera y Ana Ibarra, darán vida a la sufriente gitanilla; dos sopranos igualmente destacadas, Ainhoa Arteta y la argentina Virginia Tola, encanarán a la no menos angustiada Salud. A la espera de cómo vaya desarrollándose la pandemia, se tiene prevista una reducción camerística de la partitura orquestal.
Hay que subrayar, no obstante, que lo más 'sonado' del curso se da en un título totalmente olvidado y que la buena política del teatro resucita para la ocasión: Marianela, con música de Jaime Pahissa (gran músico y musicólogo, biógrafo de Falla) y libreto de los hermanos Álvarez Quintero, basado en la novela de Galdós. Una de las pocas obras líricas que llevan de fondo un texto del literato canario, él mismo gran conocedor y comentarista de la música. Un acontecimiento que no dudamos será bien servido, ya que para él porta la batuta el eficaz, flexible y vigoroso Óliver Díaz, que contará con un reparto encabezado por la guatemalteca Adriana González, ganadora de un Operalia, y por nombres bien conocidos y asentados de nuestra lírica, como el tenor Alejandro Roy, el barítono Luis Cansino y el bajo Simón Orfila. Es una versión de concierto.
Dos obras de Pablo Luna, felices recuperaciones, animarán lo suyo, conocido el gracejo y disposición del compositor aragonés: Las Calatravas, comedia lírica (también en versión concertante), y Benanamor, disparatada opereta. Esta última contará con una de seguro desternillante puesta en escena de Enrique Viana, autor de la adaptación y que intervendrá además en un papel. Paco Gámez es responsable de la versión del primer título, que en lo musical estará en las manos del competente Guillermo García Alcalde, director musical del Teatro. La batuta del segundo estará en las diestras manos de José Miguel Pérez-Sierra. Nombres en algún caso ya señeros en nuestros escenarios líricos, se inscriben en los respectivos equipos vocales: Miren Urbieta-Vega, Lola Casariego, Lucía Tavira (atención a esta soprano), David Menéndez, Andrea Gorrotxategui en un caso; Vanessa Goikoetxea, Susana Cordón, Carol Gacía, Cristina Faus, en el otro.
La cuarta recuperación de la temporada es I tre Gobbi, ópera de cámara de Manuel García, que completa el cuarteto de obras de este tipo escritas por al famoso tenor y compositor sevillano con destino a sus alumnos parisinos, tres de ellas ya exhumadas en años precedentes. De nuevo en esta ocasión se cuenta con la Fundación March, en cuyo ampliado escenario se desarrollará la parva acción, inspirada en un texto de Goldoni, protagonizada por las voces de Serena Sáenz, David Alegret, David Oller y Javier Povedano. El ubicuo y responsable de estas aventuras Rubén Fernández Aguirre se sentará el piano.
Tres títulos básicos del repertorio lírico español vertebran la programación. El primero es La del manojo de rosas de Pablo Sorozábal, que regresa en el histórico montaje (30 años ha) de Emilio Sagi, con García Calvo en el mando musical y voces de relieve, la del barítono Carlos Álvarez (que interviniera ya en el estreno de esa producción) en primer lugar. Luego, Gabriel Bermúdez, Ruth Iniesta, Raquel Lojendio… A señalar la incorporación de jóvenes valores del siempre alentador Proyecto Zarza –que sigue este año con un espectáculo titulado Amores en Zarza- en los papeles de Capó y Clarita. El segundo título es Luisa Fernanda de Moreno Torroba, que conoce nueva producción (prevista para la temporada interrumpida) rubricada por el italiano Davide Livermore. En el foso se alternan el londinense Karel Mark Chichon (titular en Las Palmas) y el prometedor y ya muy activo David Gómez-Ramírez. Cantantes muy lustrosos en escena: Yolanda Auyanet, Maite Alberola, Jorge de León, Alejandro del Cerro, Juan Jesús Rodríguez, Javier Franco, Rocío Ignacio, Leonor Bonilla…
La tercera zarzuela 'de las de siempre' es la tan divertida El rey que rabió de Chapí, que será traducida en sonidos por otro alevín, el ya muy trabajador mexicano Iván López Reynoso, y que se ofrece asimismo en nueva producción, responsabilidad en este caso de Barbara Lluch, triunfadora en el mismo escenario con La casa de Bernarda Alba de Miquel Ortega. Se cuenta, y esto es relevante, para la parte del General, con el inefable bajo bufo Carlos Chaussón, que se alternará con el excelente Miguel Sola. Los tenores Enrique Ferrer y Jorge Rodríguez Norton y las sopranos Rocío Ignacio y Sofía Esparza en los demás papeles principales.
A las funciones líricas, habrá que sumar un amplio número de actividades que asimismo se desarrollan en ese escenario o en el ambigú del propio Teatro. Hasta un total de 173, un 50 % más de las que tenían lugar, según se nos dice, cuando Daniel Bianco ocupó su puesto. Entre ellas, el tradicional Ciclo de Lied, los Conciertos, los Conciertos didácticos, las sesiones de cámara, las conferencias…