Este viernes tendrá lugar en Córdoba la apertura de la undécima edición del Festival Internacional de Piano (FIP) Guadalquivir, una aventura iniciada en su día por la pianista de Villa del Río María Dolores Gaitán, artista sensible, emprendedora y sagaz, fantasiosa y creativa, siempre con cosas nuevas que decir, que ha sabido reaccionar a tiempo ante la pandemia y construir con inventiva una nueva e inesperada programación, no por ello menos atractiva.
Gaitán confirma que lo planteado meses atrás tenía un signo distinto, pues lo que se preveía era “viajar por las cinco provincias que bañan el río grande, bajo el lema de Imágenes del Guadalquivir, un proyecto de gran envergadura, pero el nuevo estado de alarma nos catapultó a tomar soluciones rápidas para poder hacer frente a los nuevos tiempos. Fue así como a finales de julio decidimos cambiar por completo la programación e iniciar la búsqueda de patrocinios y nuevos artistas en tiempo récord para poder ser el primer festival cordobés en cobrar vida”.
El lema o leitmotiv de la muestra se centra en la palabra, de tan amplio significado, retrospectiva, que “aboga por remarcar la idiosincrasia del festival, aquella que potencia la sinergia con otras artes. Creo que la música no puede vivir aislada y ajena al mundo actual y ser completada de la mano de otras áreas, como, por ejemplo, la gastronomía, el turismo, la moda y otros. Poder establecer un discurso musical permitiendo al artista y al oyente formar parte de la historia y de los momumentos más emblemáticos de la ciudad es también una experiencia que nos ha funcionado muy bien y la cual queremos seguir gestando. Pretendemos reforzar los pilares del festival y seguir comunicando a los cordobeses y al mundo que es un festival sólido y con muchas ganas de seguir luchando y expandiéndose para ofrecer música de calidad ajustada a una nueva era”.
Desde este planteamiento panabarcador se ha construido una programación que llama sin duda a la rememoración, a la integración, a la síntesis y a la búsqueda de contactos con la tierra, en la que se imbrican distintas estéticas bien avenidas en este caso. Los cuatro conciertos previstos (días 4, 11, 20 y 26 de este mes) se acogen a este planteamiento. Abren el fuego los jóvenes Javier Fenández Alameda, piano, y Cristina Amor Rey, que bajo la leyenda Sonidos y sabores de Al-Ándalus, tocarán un programa ciertamente oloroso con obras de Glazunov, Debussy, Rimski-Korsakov, Turina, Falla y Ravel, algunas de ellas en transcripción, que casan sin duda con la 'orgía' (como la pieza de Turina) de sabores, olores y efluvios salidos del magín del chef Paco Morales, dos estrellas Michelin.
Después de tan sustancioso comienzo se nos anuncia una sesión plenamente andaluza, un programa bien trabado (Homenaje), en el que se dan la mano la versión para oquesta de Guinovart de Asturias, Cádiz, Castilla y Córdoba, cuatro Paisajes ibéricos de Albéniz, y Noches en los jardines de España de Falla, de la que será solista por primera vez la directora del festival, que trata de buscar en la partitura una autenticidad no siempre conseguida, “que a veces se confunde por estar impregnada de ese postizo halo del impresionismo francés. Trato con ello de no caer en el manierismo lejano del sabor español y sobre todo encontrar ese diálogo completo y consecuente con la orquesta”. La Orquesta de Córdoba estará dirigida en este caso por Carlos Dominguez-Nieto.
Bajo la palabra Luz, que encabeza el programa del tercer concierto, a desarrollar en la Mezquita-Catedral, se esconde un homenaje a las víctimas del Covid-19. Serán sus protagonistas la flautista Valeria Marsheva, el pianista Antonello D’Onofrio y la recitadora Pasión Vega, que desgranarán obras de Lloyd Webber, Beethoven, Schumann, Brahms, Dvorak, Debussy y Fauré. Cerrará el Festival otra sesión sinfónica, bajo el lema En torno al Guadalquivir, protagonizada en este caso por el Ensemble Instrumental de Cantabria que dirige Esteban Vélez. Hay estrenos de Tomás Marco (Memoria del río) y el ya más que prometedor compositor de la tierra Miguel Ángel Gris (En torno al Guadalquivir). A su lado el segundo movimiento de la Sinfonía Sevillana de Turina y la Sonatina del Guadalquivir de Antón García Abril. Una cita de alto interés que se celebrará en la Sala Orive.
En esta última velada toma cuerpo una de las finalidades perseguidas desde el principio por el Festival: dar voz a la música de hoy y de mañana. Porque para Gaitán “los festivales son un recipiente importante donde poder comisionar obras con un argumento que permita a los compositores de hoy realizar nuevas creaciones y que en un futuro formen parte de una nueva corriente. Por otro lado, tenemos la suerte de poder consultar con ellos sus ideas y filosofía para que la interpretación sea fiel a su pensamiento. Eso es inapreciable tanto para el ejecutor como para el público”, afirma.