Los días 11, 12 y 13 en Madrid, en el Teatro Monumental hay una nueva oportunidad de ver en acción al joven director François López-Ferrer, hijo de Jesús López Cobos, maestro que nos dejó en 2018. Hermano del también director Lorenzo Ramos (fruto de un primer matrimonio), nació en Lausanne (1990), de madre cubana. Hombre inquieto, ha basculado un poco de acá para allá tanteando caminos y buscando buenas sombras a las que arrimarse; como, claro es, la de su padre; o como las proporcionadas por Neeme Jarvi (que da nombre a un premio de dirección que le otorgaron en su primera convocatoria), de su hijo Paavo y de una institución como el ya anciano Bernard Haitink.
Aunque la que más reconoce es la de Leonid Grin, bajo cuyo influjo lleva diez años y del que afirma que “pertenece a la época de oro de Rusia, y aunque es ucraniano, conoció a todos los grandes profesores de aquel momento, mientras que mi padre estudió en Austria, por lo que yo tengo una mezcla”. Esa combinación la concreta así: “Mi modo de hacer música no es calculado sino espontáneo, y cuando repito una obra intento hacer siempre algo distinto”.
López-Ferrer es actualmente director asistente en la Sinfónica de Cincinnati, y asociado de la Nacional de Chile. Su disposición, formación y talante le abren cada vez más caminos. En España dirigió en 2018 a la Sinfónica de Castilla y León y en 2019 a la de la RTVE, a la que vuelve. Estaba programada en enero su presencia en la serie Descubre de la Nacional, pero el temporal lo impidió. Ahora accede de nuevo al podio de la formación radiotelevisiva y de su Coro para acometer un exquisito programa Fauré, constituido por la Pavana op. 50 y el Requiem en Re menor (versión de John Rutter), donde han de cantar como solistas la gentil soprano Sonia de Munck y el elegante barítono Gabriel Bermúdez.
Los modos de López-Ferrer son muy interesantes. Tenemos buen recuerdo de su versión de la Sinfonía de Franck con la Joven Orquesta de la Sinfónica de Galicia en enero de 2019. Habrá que estar atentos.