Vuelve de nuevo este miércoles al ciclo de La Filarmónica del Auditorio Naciona Forma Antiqva, conjunto de composición variable nacido del núcleo constituido por los tres hermanos Zapico, que ahora nos van a ofrecer un programa Bach en el que se dan cita dos suites y dos cantatas. Aquellas son la nº 1, BWV 1066, y la nº 2, BWV 1067. La primera, de carácter eminentemente francés, denota una notable influencia de la música folclórica. La segunda es una curiosa simbiosis entre una suite de danzas y un concierto para flauta, instrumento este que es el gran protagonista en la chispeante Badinerie.
Las dos cantatas son la BWV 35 y la BWV 170, Geist und Seele wird verwirret (El espíritu y el alma están confundidos) y Vergnügte Ruh, beliebte Seelenlust (Descanso bendito, felicidad del alma). Aquella, con texto de Lehms, habla de la curación de un sordomudo a través de volutas de notable virtuosismo. Esta, sobre palabras del mismo libretista, trata de la contraposición entre el creyente y el fariseo. Martínez Miura destaca el clima jubiloso de la última aria, acaso como símbolo de la rapidez con que el autor dice desear el abandono de la vida.
Son dos obras en las que el protagonismo se lo lleva una voz de contralto, en este caso la del sensible contratenor Carlos Mena, que en unión de los componentes de Forma Antiqva, del organista Daniel Oyarzábal y del flautista traverso Luis Martínez sabrán llevar a buen puerto un concierto tan gozoso.