Yulianna Avdeeva, aún no muy conocida por estos pagos, es una muy brillante pianista nacida en Moscú en 1985. Se encuentra en una espléndida madurez musical, como pudimos comprobar hace unos meses durante su actuación en el Festival de Granada. En 2010 ganó el primer premio del Concurso Chopin de Varsovia. Su repertorio se mueve básicamente entre Bach y los grandes clásicos del siglo XX, aunque el genio polaco sigue siendo un pilar fundamental en sus actuaciones. En el reciente Festival de Granada dejó constancia de su indudable clase tocando un bien pensado programa en el que se unían los nombres de Bach y Shostakóvich.
Fue muy interesante escuchar, bien tocado por Avdeeva, ese monumental fresco de 24 preludios con sus correspondientes fugas, a imagen y semejanza de las del Clave bien temperado de Bach, que escribió el compositor ruso. Ahora se presenta una nueva oportunidad de ver y oír a la pianista en lo que suponemos es su presentación madrileña.
El concierto tendrá lugar en el Teatro Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes el próximo 20 de noviembre a las 19 horas. Podremos comprobar sus maneras y concepciones que se desarrollan a partir de una técnica muy pulcra, un toque delicado y variado, una dicción sutil, un manejo del pedal muy juicioso, una dosificación de contrastes dinámicos bien estudiada y una sonoridad muelle y redonda.
Avdeeva exhibe una técnica muy pulcra, un toque delicado y variado, una dicción sutil, un manejo del pedal muy juicioso y una sonoridad muelle y redonda
No parece tener problemas con las agilidades y los trinos, las apoyaturas y los mordentes, lo que evidentemente jugará a favor del buen fluir de una sesión en la que vuelve a aparecer el nombre de Bach, del que tocará la Partita nº 2 en Do menor BWV 826, una de las creaciones cimeras del autor de la Pasión según San Mateo. Avdeeva, sin un roce, ajustada de tempi, elocuente pero discreta, trazó en el Patio de los Arrayanes granadino el variado paisaje con libertad y fantasía, reveladas en la poderosa sinfonia inicial y la allemande subsiguiente, con su manejo del canon.
En Madrid le esperan otros desafíos. Los que le van a plantear las cuatro obras de Chopin, de las más difíciles y bellas del catálogo del compositor: las cuatro Mazurkas op. 41, el Scherzo nº1 3 en Do menor op. 39, la Barcarola en Fa sostenido menor op.60 y la Polonesa-Fantasía en La bemol mayor op. 61.
Un pequeño resumen del piano romántico en sazón, que pone de manifiesto hasta qué punto el compositor actualizó técnicas y formas del pasado, abrió nuevos cauces, tanto en la estructura como en el lenguaje, para lograr un variado colorido y conseguir el claroscuro, la delicadeza en la regulación y en el fraseo.
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Partituras que son una piedra de toque y al tiempo un precedente de los logros obtenidos por creadores tardorrománticos como Rajmáninov, con cuya Sonata nº 2 en Si bemol menor op. 36 concluye el recital. Obra imponente estructurada en tres movimientos, que se abre con un poderoso allegro agitato y se cierra con un allegro molto en el que las octavas juegan un papel preponderante. Auténtica prueba de fuego.