La Dolores de Tomás Bretón se estrenó el 16 de marzo de 1895 en el Teatro de la Zarzuela. Y allí se exhibió por última vez en 1937. Mucho más tarde, en septiembre y octubre de 2004, el Real la recuperó. Ahora, en esta nueva reposición, contará con la limpia batuta del directior musical del coliseo de la calle de Jovellanos, Guillermo García Calvo, y con la visión escénica de Amelia Ochandiano. Ambos nos ofrecerán su particular visión de este dramón de tomo y lomo con libreto del propio compositor basado en la obra teatral de José Feliú y Codina, una historia rural que el compositor pudo ver en Madrid en 1893.
La adaptación sigue fielmente las peripecias y sirve a los mismos personajes que el original. Bretón empleó de manera muy inteligente y resuelta el folclore como música de ambiente. Hizo también un estupendo uso del declamado, del parlato, del arioso, en un sentido muy moderno, aunque no siempre la partitura mantiene el mismo nivel y acusa episódicos puntos muertos, sobre todo en dos amplios fragmentos del primero y del segundo acto.
Pero hay con frecuencia partes de un gran aliento, en los que la melodía, el contrapunto bien utilizado, la ligazón entre episodios brillan. También hay algunos trazos algo gruesos, de un naturalismo propio del verismo recién acuñado. En Bretón lo español se integra en el meollo de la partitura, no ya por el empleo de temas populares, de jotas, con rondallas incluidas, sino por el trabajo con diseños melódicos muy hispanos, las estructuras armónicas que siguen el modelo de la cadencia andaluza.
['Farinelli', el castrado según Bretón]
Hay, en todo caso, momentos fulgurantes, de gran impacto, como el trío del primer acto y su final, la romanza de Lázaro Henchido de amor santo. Y la mano orquestal de Bretón aparece revestida con frecuencia de un empleo de los motivos muy afín a la influencia de Wagner. Por otra parte, un buen ejemplo del manejo de texturas tímbricas es el preludio del acto segundo.
El reparto, distinto según el día en los papeles protagonistas, es muy bueno. Dolores se lo reparten dos escelentes sopranos, Saioa Hernández, más dramática, y Carmen Solís, más lírica. Lázaro estará en las voces bien impostadas de Jorge de León y de Javier Palacios. Melchor en las viriles y baritonales de José Antonio López y de Ángel Ódena. Completan el reparto muy adecuados artistas: María Luisa Corbacho, Milagros Martín, Rubén Amoretti, Ihor Voievodin, Javier Tomé, Santiago Vidal, Gerardo Bullón y Juan Noval.