Continúa la ínclita Fundación March de Madrid con su política de poner al descubierto auténticos tesoros de un género que proliferó en la Europa de mediados a finales del siglo XVIII y principios del XIX, el llamado melólogo, que alternaba una música alusiva a un drama o tragedia con la palabra explicativa de una acción más o menos sugerida; en ocasiones con añadidos coreográficos. En esta ocasión, hasta el domingo, se programa de nuevo una obra del bohemio Georg (o Jiri) Benda, de quien tuvimos oportunidad de contemplar ya en la misma sede, hace un par de años, dos frutos de este tipo: Ariadna en Naxos y Pigmalion.
[La Medea de Chantal Maillard, poesía y pensamiento]
Le toca ahora el turno a Medea, quizá el más representativo, que en su día provocara la admiración del mismo Mozart, seguidor de los pasos de su colega y que empleó esa técnica por ejemplo en su Zaide y que se pronunciaba así respecto al talento del músico bohemio en carta a su padre: “Benda siempre ha sido mi favorito, y me gustan tanto sus dos trabajos sobre Medea y Ariadna que los llevo conmigo”. Beethoven en Fidelio o Weber en Der Freischütz emplearían asimismo esa fórmula dramática.
No es extraño porque Benda era extremadamente hábil en la construcción de este tipo de composiciones que tan bien subrayaban el sentido expresivo y emocional de la palabra. Una forma que no prosperaría en siglos futuros. A diferencia de la ópera, no había en ella que detener la acción sino avanzar fluidamente con ella. Como señalaba en su día el musicólogo José Máximo Leza, el núcleo del nuevo género descansaba en “la elección de caracteres cuyas historias estuvieran cargadas de acontecimientos de alto voltaje emocional y dramático”. Y no hay duda de que Medea encaja bien con todo ello. No es extraño que su figura fuera glosada por operistas. Cherubini es el ejemplo más preclaro.
En esta ocasión se cuenta con intérpretes de acreditada profesionalidad que, de seguro, penetrarán en el meollo dramático de la obra. Marta Eguilior, una artista que nos ha dado ya repetidas muestras de un gran talento teatral, que ha iniciado sus armas también como autora y de la que se ha destacado “una insólita capacidad para unir y conciliar la dirección con el diseño de puesta en escena”, es la directora artística. Su visión defiende la figura del conflictivo personaje. Estará bien secundada, pues en la parte estrictamente musical se cuenta con el rompedor y original Cuarteto Seikilos, constituido por muy jóvenes y aguerridos instrumentistas de cuerda amigos de descubrir nuevos horizontes y de recrear los clásicos bajo prismas diferentes.
La actriz Carmen Conesa, poseedora de recursos expresivos de primera, entre ellos una voz muy sugerente y una cuidada dicción, importante en este caso, será la narradora. Ricardo Barrull e Ylenia Baglietto se lucirán en los movimientos coreográficos. El equipo lo completan Betitxe Satúa, diseño de vestuario, Santiago Caruso, autor de las ilustraciones y Sarai Núñez en la caracterización y prótesis. Gente avezada y conocedora del métier.