Joaquín Achúcarro en el Guggenheim. Foto: Fundación BBVA

Joaquín Achúcarro en el Guggenheim. Foto: Fundación BBVA

Música

Joaquín Achúcarro, 90 años pintando melodías al piano

El músico bilbaíno, que toca este sábado en el Festival Otoño Soriano, lanza un DVD con un recital suyo en el Guggenheim.

21 septiembre, 2023 03:09

Joaquín Achúcarro (Bilbao, 1932) es, desde hace tiempo, y a sus ya 90 años, toda una institución. Sus muchos lustros de carrera, su profesionalidad sin tacha, su labor docente, su bonhomía y, sobre todo, su arte maduro, su conocimiento –el que da la experiencia y el estudio–, su entrega y su capacidad para penetrar en los intríngulis de la música que toca lo hacen grande.

Muchos pianistas, la mayoría, poseen un sonido poco personal, poco elaborado, que revela una superficial forma de aproximarse al teclado. Incluso en aquellos instrumentistas de sonoridad más característica es difícil a veces apreciar sus rasgos esenciales. Pero cuando esa definición acústica se consigue y se llega a entender, tenemos un elemento clave para juzgar el arte del intérprete, que lo puede hacer perfectamente diferenciable, a oídos conocedores o bien adiestrados, de otros colegas.

Alcanzar ese estado casi de gracia puede decirse que es milagroso y que facilita la puesta a punto de una ejecución desde parámetros muy aptos para el disfrute. Conseguir que el sonido discurra en apariencia de forma espontánea, en una línea inconsútil, en el desarrollo de las frases, con sus contrastes pictóricos y dinámicos, en el trabajo de las acentuaciones, es tarea harto complicada y que el pianista ha de saber resolver.

[Achúcarro, el piano que canta]

Estos rasgos y caracteres se nos dan a manos llenas en este milagroso recital grabado con todas las garantías técnicas en el Museo Guggenheim a instancias de la Fundación BBVA (lo que supone la instigación de Rafael Pardo). El programa, con obras muy del gusto del intérprete, es una gozada por adecuación, expresión, calibración de intensidades, fraseo, concentración y resultado sonoro. En interpretaciones muy cuidadas, elocuentes, sobrias, expresivas y hondas. Ligerísimos roces en algún pasaje más o menos comprometido no desmerecen la grandeza ni la naturalidad de las ejecuciones.

El talante expresivo de Achúcarro y sus constantes preguntas acerca de su arte quedan resumidos en esta afirmación: “Todo es un misterio”. Un misterio que el artista nos ayuda, mediante su arte, a desvelar. Los tres Intermezzi de Brahms –op. 118/2 y op. 117/1 y 2– manan poéticos y meditados. La Sonata nº 3 de Chopin es admirable por su naturalidad y su control de los tiempos. Los cuatro Preludios de Rajmáninov. por su ensimismamiento, por su dominio de los estratégicos silencios. El Vals olvidado nº 1 y Sueño de amor de Liszt destacan por su juego dinámico inaprehensible. Los dos Estudios de Skriabin nos muestran la modernidad de la escritura y el Nocturno de Grieg, en un raro Do mayor, es un exquisito regalo postrero.

Junto al recital hay una magnífica, reveladora, desentrañadora, humanísima y sincera entrevista al pianista de José Luis García del Busto, autor asimismo de las jugosas notas al programa. Opiniones de músicos, críticos e intérpretes se añaden a la información. No casa muy bien la música escuchada con algunos de los cuadros que rodean al piano. Sobre todo ese de las multicolores Marliyns de Warhol.