Un ardoroso Kent Nagano vuelve a dirigir a la Orquesta Nacional para recrear a Joseph Haydn
El estadounidense regresa al Auditorio para interpretar 'La Creación' del compositor austriaco, un oratorio majestuoso con tres solistas y un gran coro.
26 abril, 2024 23:46No es defendiendo el mundo del pleno clasicismo en donde hemos visto habitualmente a Kent Nagano (Berkeley, California, 1951), a quien siempre recordaremos como director del concierto que presentaba en Madrid la ópera San Francisco de Asís de Messiaen en aquel ya lejano 30 de noviembre de 1986. El tiempo ha pasado y aquel treintañero es hoy ya septuagenario.
Con la Orquesta Nacional ha trabajado en alguna ocasión. La más recordable es aquella en la que dirigió la ópera de Henze The Bassarides en junio de 2018. Pero hay otras también estimables, como aquella en la que nos ofreció la Quinta de Mahler. En Madrid ha dirigido asimismo otras grandes sinfonías, como la Cuarta de Bruckner.
Carrera ya muy importante la suya, que la ha llevado a los podios de importantes orquestas y teatros, como Sinfónica de Londres, Ópera de Lyon, Orquesta Hallé de Manchester, Radio de Berlín y Óperas de Baviera y Hamburgo. Recientemente ha sido galardonado con el Premio Brahms 2024 por la Sociedad Brahms de Schleswig-Holstein. Había ya recibido meses atrás con la Orden del Mérito del gobierno alemán. Va a interpretar, con instrumentos originales de la época, la Tetralogía wagneriana en Colonia.
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Es un director de apariencia frágil y modos elegantes que esconde, sin embargo, un temperamento ardoroso. Podremos volver a ver su enjuta y fina figura, su larga melena, su cimbreante forma de moverse, sin un gesto de más. Es artista de criterios objetivos, de planteamientos tímbricos diferenciados y de línea fraseológica concisa y transparente, minucioso, tranquilo.
Nos da siempre Nagano una confortable sensación de ligereza, de elegancia contenida y justa. Sus texturas son aéreas pero firmes y es enemigo de cualquier exceso. Lo que puede ocasionar, a veces, una cierta falta de calor, de efusión.
Un coro de arcángeles
Es enemigo de excesos y aspavientos y posee un buen sentido del ritmo. Parecen cualidades importantes para enfrentarse a la obra con la que, a partir de este viernes y hasta el domingo 28, se une de nuevo a la Nacional: La Creación de Haydn, un oratorio majestuoso y clarificador en el que tres arcángeles, Rafael, Gabriel y Uriel, nos van contando la historia del nacimiento de la tierra y de sus pobladores a lo largo de una serie de números corales y de arias de maravilloso trazado, que dan relieve asimismo a personajes de carne y hueso, como Adán y Eva.
Desde el mismo comienzo, en el que se describe el caos que precedió a la aparición de la tierra a lo largo de una página orquestal de tonalidades indefinidas y de pasajeras disonancias, seguimos sin pestañear la narración, que queda firmemente abierta tras un maravilloso y masivo acorde de Do mayor, en el que Orquesta y Coro se unen fervorosamente. Luego, el bajo, arcángel Rafael, nos explica el proceloso instante y da paso al canto aéreo de la soprano, arcángel Gabriel. Seguirá la intervención de Uriel, tenor.
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Si bien se mira, la obra es una suerte de exaltación panteísta, un canto al individuo, una defensa de los valores humanistas y de la naturaleza en su más amplia acepción; y, por supuesto, como finalidad última, una exaltación de Dios. Para dar forma a todo ello, para impulsarlo, y a fe que lo hizo, Haydn utilizó un notable contingente vocal e instrumental.
Aparte de los cinco solistas vocales (que usualmente, como en este caso, se reducen a tres, soprano y bajo se encargan en ese caso de Adán y Eva), se cuenta con un gran coro mixto a cuatro voces y una orquesta muy dotada, verdaderamente gigantesca en el estreno. En las ejecuciones vienesas, dirigidas por el compositor, se reunió, entre cantores e instrumentistas, un contingente de 220 personas. Habitualmente se utilizan formaciones más modestas; incluso excesivamente modestas.
En esta ocasión tendremos, junto a la Orquesta y Coro Nacionales, a la soprano Marie-Sophie Pollack, grácil, flexible, aérea y experta en canto barroco, cuyas agilidades domina; el barítono Simon Bailey, noble y sonoro, y el veterano tenor Christoph Prégardien, liederista de pro y ya un tanto mermado a sus 68 años.