Tras su presentación en TEDx en Málaga el mes pasado, ha llegado a Madrid el primer concierto de realidad mixta del mundo: uno en el que sus creadores e intérpretes, el dúo We AR Mixed Reality, tocan instrumentos, cantan y lanzan en tiempo real unos efectos visuales que no se proyectan sobre una pantalla al fondo, sino que flotan en el aire, entre ellos y los espectadores. “Con este espectáculo el público puede asomarse a cómo serán los conciertos en 2030”, afirma Emilio Garzón, uno de los dos componentes de esta compañía afincada en Madrid.
El espectáculo, de unos 20 minutos de duración, se titula Música aumentada y se muestra en varios pases diarios los días 3, 4 y 5 de junio en un espacio aledaño a la Plaza de España, en el marco del South Summit Street Fest.
Media docena de personas componen el público. Pasan a una pequeña sala donde rellenan una breve encuesta. “¿Qué deseas cambiar en tu vida?”. “¿Qué hace aumentar tus ganas de estar bien?”. “¿Qué haces diferente a los demás?”. “¿Qué te gusta compartir con los demás?”... Cada respuesta se anota en una tarjeta de color. Se trata, explican sus creadores, de una “calibración mental”.
A continuación, en una segunda sala con sillas dispuestas en semicírculo, tiene lugar la “calibración visual”. Enfrente, varios instrumentos (teclado, sintetizadores, cajas de ritmos…) y una especie de esterilla delante de ellos. El público recibe unas gafas de realidad aumentada, conectadas por cable, a través de las cuales pueden ver la realidad y además otros elementos digitales que se superponen a esta. Un rectángulo de puntos enmarca el teclado; otro, la esterilla del suelo. Son los dos elementos de anclaje para la proyección de los efectos visuales, creando la ilusión de que estos flotan por el espacio.
Usando diferentes tecnologías, algunas existentes desde los años 80, como el protocolo MIDI, y otras de última generación, el dúo ha creado sus propias herramientas para armar un espectáculo musical en el que esferas de colores, fuegos artificiales, cometas, mariposas y siluetas humanas se mueven al ritmo de la música, de estilo ambient, algunas sencillas melodías vocales y spoken word y una narrativa con pretensiones filosóficas que versa sobre materia, conciencia y emociones. “Queríamos crear una experiencia humanista, en la que hay mucha tecnología, pero al servicio de la experiencia”, explica Xana Bel, la otra mitad del dúo We AR Mixed Reality.
Las tecnologías que se encuentran bajo el paraguas del término genérico “realidades extendidas” son la realidad virtual, la realidad aumentada y la realidad mixta, y por su novedad aún generan mucha confusión. La realidad virtual aísla y sumerge al sujeto completamente en un mundo virtual. La realidad aumentada superpone elementos virtuales sobre la realidad, captada a través de la cámara de un dispositivo móvil o de unas gafas específicas.
La realidad mixta (el término de más reciente aparición), por su parte, combina ambos mundos: proyecta sobre la realidad elementos virtuales con los que se puede interactuar, que es lo que hacen en este caso los músicos e intérpretes, lanzando y manipulando los efectos en tiempo real.
Para experimentar Música aumentada, las gafas que reciben los espectadores son de “true AR”, es decir, de “auténtica” realidad aumentada, término que las diferencia de los dispositivos como las Apple Vision o las Oculus de Meta, que aíslan al sujeto de su entorno y les permite ver elementos de la realidad, pero no directamente con sus propios ojos a través del cristal, sino a través de las cámaras del dispositivo. “Nosotros no queríamos aislar a las personas del mundo en el que vivimos, bastante aislados estamos ya con todas las microacciones que llevamos a cabo durante nuestro día a día”, opina Bel.
Garzón y Bel han tardado cinco años no solo en crear el espectáculo, sino también en desarrollar ellos mismos las aplicaciones tecnológicas necesarias para integrar todos los elementos que forman parte de él. “Hace siete años estudiamos un máster de realidades extendidas. Entonces preguntamos si esto que ya teníamos en la cabeza se podía hacer, y nos dijeron que no”, explica Garzón.
Por eso han tenido que inventar su propio camino, aún apenas transitado: “Al ser un formato nuevo, hay muchas cosas que necesitan ser pensadas, creadas, implementadas. Dentro de diez años estarán disponibles como herramientas para quien quiera generar este tipo de experiencias, pero ahora mismo nos las tenemos que inventar”.
Bel y Garzón empezaron a colaborar juntos cuando ella trabajaba como bailarina y cantante en una compañía de danza en Nueva York y él fue el encargado de desarrollar la música de sus espectáculos. “Empezamos a trabajar en Nueva York, que se supone que es la ciudad del futuro, pero nos encontramos con que está muy anclada al pasado. Hay mucha energía por hacer cosas, pero ese punto visionario que nosotros buscábamos y anhelábamos no lo encontramos. Así que decidimos regresar para hacer este proyecto y lo hemos desarrollado aquí, en Madrid, durante cinco años”, explica Bel. “Además, yo nací en Suiza, de padres españoles, he vivido mucho tiempo fuera de España y aprecio muchísimo poder vivir aquí ahora. Así que quería hacer mi propia aportación a esta tierra que me ha dado tanto”.