Dicen que la trama de El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde (1886) surgió de una pesadilla de Robert Louis Stevenson, que llevaba semanas reflexionando sobre la dualidad de la naturaleza humana. Lo escribió en tan solo tres días y fue un éxito rotundo. A Dillom, Dylan León Masa (Buenos Aires, 2000), le ocurrió algo similar.
Tras sacar su primer álbum, Post Mortem (2021), y convertirse en uno de los grandes nombres de la nueva cantera de artistas argentinos del género urbano, se quedó vacío. Había vomitado todo lo que quería contar, había creado un disco póstumo en vida, ahora tocaba volver a nacer. Le costó tres años y un gran bloqueo creativo, pero un día se echó una siesta de esas que reviven a los muertos y escribió del tirón Por cesárea (2024), un álbum conceptual que más que un disco, funciona como una historia de terror.
Dillom, de 23 años, empezó a tocar el bajo a los 9 años, a los 15 rapeaba y a los 21 ya había lanzado su primer álbum. Tras ese debut que marcó bien altas las expectativas sobre su carrera artística, pensó que ya había conseguido todo, que podría retirarse. Ahora, que ha parido Por cesárea, lo ve distinto, ha superado la frustración y el miedo que suele dar enfrentarse al segundo disco.
"Estoy muy contento con el resultado y adquirí la mecánica de que cuando este disco lo termine, tengo que hacer otro y otro, así hasta que tenga ganas", asegura, con la seguridad de que lo suyo, no ha sido un simple golpe de suerte. Alcanzar el éxito "una vez está bien, dos veces ya no es casualidad", asegura el artista a El Cultural en Madrid, donde tocará este viernes en la sala Paqui.
Quizá lo normal sea preguntarse qué hubiese pasado si las cosas hubieran salido bien. Pero Dillom, como Jekyll, tomó el camino a la inversa, quería poner a prueba hasta dónde era capaz de llegar el ser humano. "El primer guión estaba muy basado en mi vida y a partir de ahí, quebré la historia en ciertas partes donde en la vida real tomé buenas decisiones, porque quería que el personaje tomase todas las malas decisiones posibles".
Si el doctor Jekyll cada vez que bebía una poción se convertía en Edward Hyde, un criminal capaz de cualquier atrocidad, Dillom ha dado vida a un psicópata al puro estilo Norman Bates a través de su música. Por cesárea habla de la vida, del trauma que supone ser escupido a un mundo hostil tras nueve meses de calma, y de la locura. A través de este thriller psicológico, Dillom nos introduce en la odisea —similar a la de Beau is afraid de Ari Aster —de un personaje repulsivo pero magnético, que va enloqueciendo progresivamente hasta convertirse en un monstruo.
Ese magnetismo reside en el sonido y el concepto tan genuino que ha conseguido metiendo en una coctelera los ingredientes correctos, tan distintos a lo que se le puede atribuir a un artista de música urbana. The Stooges, Depeche Mode, Blur, Nirvana, el punk y la psicodelia de los setenta, son solo algunas de las "millones" de cosas que estuvo escuchando para dar a luz a semejante criatura, que tanto en común tiene con personajes de la Generación X como Patrick Bateman, Tyler Durden o Donnie Darko.
Un álbum cinematográfico y atmosférico con el que ha hecho un "exorcismo" de su propia vida, liberando sus pensamientos más oscuros y dejando hablar "a las voces de su cabeza" sin temor a las consecuencias. Al conversar con él, es difícil encontrar rastro de ese alter ego maligno. Agradable, risueño; los tatuajes y el diente de oro incluso parecen remarcar su aspecto de ángel caído.
Y es que, en el fondo, "soy bastante cagón", reconoce sonriendo. "Pero me gusta causar miedo a otra persona y siento que es de las cosas más difíciles de provocar. En mi arte no puede faltar transmitir algo, provocar algo en la gente, ya sea alegría, tristeza, miedo o enojo. Lo que no puedo conseguir es la indiferencia del público".
Por cesárea, que toca temas como el feminicidio, no ha dejado a nadie indiferente. "Hay temáticas bastante fuertes en el disco que realmente pensé que iban a ser mucho más controversiales, pero la gente entendió de una que es una historia y que tener este personaje habilita a tratar esas temáticas no de una manera superficial, sino realmente meterse profundo en esas temáticas, en el personaje". Aun así, Dillom ha tenido que introducirse de lleno en la piel de este psicópata e interpretarlo en directo por primera vez en el pasado Primavera Sound de Barcelona, acompañado de una banda más propia de una estrella de rock.
No era la primera vez que se subía a un escenario español. El año pasado, en las Noches del Botánico, Andrés Calamaro le invitó a cantar con él, presentándolo como "el gran rockstar de Buenos Aires". "¿En serio estabas allí?", pregunta él. "Ese día fue terrible, el día anterior había tenido un accidente de tráfico yendo al Primavera Sound de Madrid. Me dolía todo, pero Andrés me convenció para tocar con él. Obviamente, ¿cómo le voy a decir que no a Calamaro?".
Con él, a quien ya se refiere como amigo, comparte Mi peor enemigo, una de las mejores canciones del álbum que nació con uno de los miles de descartes de El salmón (2000), álbum de Calamaro. Una canción que a través del jazz y el soul transporta directamente al Buenos Aires más sórdido. Allí regresará después de presentarlo este fin de semana en Murcia (8 de junio) y Málaga (9 de junio). Lo hará en dos conciertos especiales en el Luna Park de Buenos Aires, para los que ya no quedan entradas.
"Voy a morir en Argentina como Hitler", canta Dillom en una de sus canciones. Pero debido a la dimensión internacional que últimamente han adquirido muchos de los artistas argentinos urbanos —Bizarrap, con el que Dillom protagonizó una de sus famosas sesiones, Duki o Nicki Nicole, entre otros—es inevitable preguntarle sobre si se ve viviendo lejos de casa, aunque sea laboralmente. La respuesta es clara: "Ni loco. Me encanta viajar, pero incluso de salir de Buenos Aires por más de diez días ya me pone nervioso".
Además, asegura que es un momento clave para "representar esa bandera a muerte". "Estamos en momentos complicados en Argentina. Hay mucho ataque a la cultura por parte del Estado, están queriendo censurar artistas, desfinanciado instituciones muy prestigiosas que no solo generan una imagen de Argentina para afuera, sino que generan muchísimo trabajo para un montón de familias. Es el momento de querer representar esa bandera y sostener esa postura más que nunca, y está habiendo un poco de hartazgo del público hacia cierta parte de la música argentina que pareciera no poder leer el contexto del país", lamenta.
En este sentido, Dillom lo achaca a una crisis de representación de la idiosincrasia argentina. "Hay una centroamericanización en la música argentina que termina no representando a Argentina. La gente no se siente identificada con eso de 'los artistas estamos siempre en el pary'. Con toda la crisis que está habiendo, la gente se está hartando de que los artistas estén todo el tiempo ostentando y, en ese sentido, está habiendo un cambio cultural".