"Me encantan los Smiths, pero odio a Morrissey" o "¿Eres realmente un fan de los Smiths si no odias a Morrissey?" son algunas de las afirmaciones que pululan desde hace tiempo por redes sociales, donde toda una generación de fans de la banda británica se manifiesta abiertamente en contra del músico Steven Patrick Morrissey (Lancashire, 1959), debido a sus posicionamientos políticos y opiniones reaccionarias de los últimos años.
El artista, uno de los mayores iconos pop británicos, ha pasado de guillotinar metafóricamente a Margaret Thatcher en la mítica canción Margaret on the Guillotine (1988), a aupar a líderes de la ultraderecha británica como Nigel Farange —"sería un buen Primer Ministro", dijo en 2019—, o la antiislamista Anne Marie Waters, "una Margaret Thatcher con corazón", que lideraba el partido For Britain, al que apoyó públicamente durante su actuación en el late night de Jimmy Fallon en mayo de 2019.
Aunque muchos apuntan a que la deriva no ha sido cuestión de edad, "Morrissey no está senil, siempre ha sido racista", y lleva años posicionándose en contra del multiculturalismo y la inmigración, alegando su temor a una identidad inglesa amenazada. En 2007, en una entrevista con el medio británico NME, Morrissey lamentó que en Inglaterra "las puertas están desbordadas".
"Aunque no tengo nada en contra de la gente de otros países, cuanto mayor es la afluencia a Inglaterra, más desaparece la identidad británica. Viajas a Inglaterra y no tienes ni idea de dónde estás", recoge la entrevista. Morrissey presentó una demanda contra NME, la cual acabó ganando, alegando que el medio había tergiversado sus respuestas y le acusaba de racista.
Este tipo de declaraciones no solo han alejado a los fans del músico, sino también a sus compañeros de profesión, como Johnny Marr, exguitarrista de los Smiths y alma gemela creativa del cantante, o el cantautor Billy Bragg. "Ha decidido que quiere traicionar todo lo que dijo en los Smiths, y ha roto el corazón de mucha gente", aseguró este último en una entrevista.
Del mismo modo, la industria musical parece haber querido romper lazos con el artista. Después de cinco años, en abril de 2024, anunció que había puesto fin a la larga lucha con su discográfica Capitol Records, comprando los derechos de autor de dos de sus discos: World Peace Is None Of Your Business, publicado en 2014, y Bonfire Of Teenagers, álbum que terminó en 2021 pero que todavía no ha visto la luz.
Finalmente, la discográfica decidió no lanzar el último álbum del cantante, que incluye colaboraciones con artistas como Iggy Pop o miembros de Red Hot Chili Peppers. Aun así, Morrissey ya tiene otro disco grabado desde 2023: Without music the world dies, el quinto álbum producido por Joe Chiccarelli, para el que sigue buscando discográfica que quiera publicarlo.
Sobre si es probable que Bonfire Of Teenagers salga finalmente este año, el cantante se muestra pesimista. "No creo, han sido cinco años traumáticos. ¿Aún estoy vivo? No estoy seguro", responde al periodista y escritor Carlos Pérez de Ziriza, en una entrevista exclusiva, recogida en el libro Morrissey y los Smiths. Tanto por lo que responder, editado por Efe Eme.
En esta misma entrevista, Morrissey no duda en defenderse ante las críticas y el odio cibernético hacia su persona: "El hecho de que alguien se dedique a la música no significa que sea de tu propiedad. Es muy tentador ser crítico con alguien en internet, y creo que eso se ha convertido en un problema global, ¿no? Todo el mundo es un filósofo moral politizado desde su sofá en los Cotswolds".
En este sentido, considera que actualmente impera un "nuevo estado de ánimo en todas partes" que exige "comportarnos como críos". "La cultura idiota controla completamente los medios de comunicación y el entretenimiento y me siento aliviado por no formar parte de ella".
Y se pregunta: ¿cómo podemos cancelar la cultura de la cancelación? "En Inglaterra hay nuevas leyes sobre el discurso de odio que se están abriendo paso y estas leyes, naturalmente, deberían también poner fin a la cultura de la cancelación, porque el odio es el único motivo para cancelar a nadie. Nada es más odioso que la cultura de la cancelación", manifiesta el artista.
Como buen apóstol de Morrissey, Pérez de Ziriza pregunta al compositor y de paso a sí mismo: ¿Ha cambiado el mundo o ha cambiado Mozz? Por parte del músico, la respuesta parece ser clara: "Siempre pensé que el sarcasmo era la forma más distinguida de ingenio". Y, asegura que, "desde finales de los noventa comencé a advertir sobre una cultura idiota, muy visible, que se estaba infiltrando en todos los aspectos de las artes y el entretenimiento".
El mundo sigue girando y Morrissey, siempre arrogante y excéntrico, parece haberse quedado en el mismo sitio. Sin embargo, Ziriza considera que, independientemente de que se puedan compartir o desdeñar profundamente algunos de los argumentos que han salido de la "incontinente bocaza de Morrissey" en los últimos tiempos, nadie puede negar que "hay algo muy contemporáneo, fruto inequívoco de su tiempo, en ese agrio retorno a viejas y algo apolilladas esencias".
El libro, que oscila entre el ensayo y la crónica sentimental, recorre la historia del influyente músico, su auge y su declive, sus referentes y un exhaustivo repaso de su discografía. Lo hace con el 40º aniversario de Hatful Of Hollow, segundo álbum y diamante en bruto de The Smiths, y el 20º aniversario del regreso después de siete años de silencio discográfico de Morrissey, You are the Quarry (2004), de fondo.
La vigencia de ambos discos en la actualidad reflejan el impacto de la banda, compuesta por Johnny Marr, Mike Joyce (baterista) y Andy Rourke (bajista), que lleva influenciando a infinitud de grupos de distintos géneros desde hace más de cuarenta años. "Los Smiths son el elefante en la habitación del indie pop británico de los ochenta. Siempre están ahí, su espectro es inabarcable", remarca el autor.
Porque no solo se quedó en algo de una década, sino que la huella sonora de la banda se puede rastrear también en los grupos de los noventa como Belle and Sebastian, hasta en la generación que revivificó el pop británico entre principios y mediados de los dos mil, como Franz Ferdinand o The Libertines, para los que Morrissey actuó como una suerte de "padrino espiritual".
Su figura es la de un mito alimentado de mitos. Elvis Presley, David Bowie, los New York Dolls, Joni Mitchell, Charles Dickens, Oscar Wilde. Pérez de Ziriza nombra una decena de ellos. Y es fácil dar con una pizca de todos en el personaje que creó ese jovencito introvertido, romántico y marginado que sigue siendo Steven Patrick.
A pesar de haber sido capaz de labrarse una prolífica carrera en solitario, para muchos será eternamente el líder de los Smiths: "Estoy mucho más orgulloso y emocionado por mis álbumes en solitario que por los de The Smiths, pero me doy cuenta de que los oyentes lo sienten exactamente al contrario. No creo que mucha gente conozca mis álbumes en solitario o tal vez sí y no los soportan", reconoce el artista en la entrevista del libro.
Sin embargo, el propio músico ha reivindicado en numerosas ocasiones que, sin él, no existirían los Smiths. "Me encuentro con frecuencia con que la historia de los Smiths está siendo reescrita de un modo en el que algunos méritos se readjudican a otros. Es molesto, pero me estoy acostumbrando", comenta a Pérez de Ziriza.
Pese a todo, se muestra satisfecho por el legado de la banda: "Me encanta casi todo lo que genere interés en The Smiths. Nunca tuvimos una gran difusión en los medios ni un gran impulso promocional. Siempre pertenecimos al pueblo". De hecho, el mismo se define como un músico que "no fue creado por la industria musical, sino por la gente".
Quizá por eso sus letras, que apelaban a las minorías y a los inadaptados y cuestionaron de forma pionera los estereotipos de género, el maltrato animal y las políticas sociales, han dejado de pertenecerle. Ya forman parte del refugio de todas las generaciones de nuevos "incomprendidos" que se ven en la disyuntiva de romantizar su vida o morir del asco.
Encuentran amparo en ese mismo romanticismo al que apelaban los Smiths, en el que "la propia 'inglesidad' de su música impide que las emociones alcancen el terreno de lo carnal", apunta Pérez de Ziriza. Porque cansados de la hipersexualización de la sociedad se rinden ante el poder de la insinuación, del deseo.
Aun así, en el caso de Morrissey prácticamente todo lo que ha expresado en la última década aboca a la mayoría de sus seguidores a distanciarse hasta renegar de él o hacer de tripas corazón y separar la obra del artista, pero en su caso, —matiza Pérez de Ziriza—, esta separación es discutible. "Siempre se prestó a la máxima wildeana de convertir su vida en su propia obra de arte. Es él quien decidió que Steven se convirtiera solo en Morrissey".