Soledad Puertolas. Foto: Leopoldo Pita

Soledad Puertolas. Foto: Leopoldo Pita

Letras

'La novela olvidada en la casa del ingeniero': la ficción metaliteraria de amena lectura de Soledad Puertolas

El mayor atractivo de la historia, superior al del artificio culturalista, reside en la recreación de conciencias malignas y de espíritus egoístas y taimados.

23 junio, 2024 01:58

El nuevo libro narrativo de Soledad Puértolas (Zaragoza, 1947), La novela olvidada en la casa del ingeniero, me ha retrotraído a tiempos ya algo distantes en que nuestros escritores gustaban de abordar asuntos de la ficción dentro de la ficción.

Portada de 'La novela olvidada en la casa del ingeniero'

Portada de 'La novela olvidada en la casa del ingeniero'

La novela olvidada en la casa del ingeniero

Soledad Puertolas

Anagrama, 2024. 216 páginas. 17,90 €

Pienso en el Luis Goytisolo de Estela del fuego que se aleja (Anagrama, 1984), donde los personajes aguardan nerviosos la llegada de un narrador que despeje sus paralizantes desasosiegos literarios.

O en el Juan García Hortelano que en Gramática parda (Argos & Vergara, 1982) invitaba nada menos que a averiguar si se trataba de “una gramática novelada o de una novela gramaticalizable”.

Puértolas solo conserva rescoldos atemperados de aquella afición metaliteraria. Afectan a la presencia de notas dispersas, prudentes y moderadamente especulativas sobre el género novelesco y sus diversos componentes.

Se habla de los privilegios del novelista, capaz de crear un mundo paralelo a partir de la realidad, de la libertad del autor para manejar la vida a su antojo, del campo ilimitado de la ficción, de la diferencia entre el narrador en primera persona y el autor real, etcétera. Estos materiales algo pegadizos implican un reconocimiento celebratorio del embrujo de las fábulas.

Tal gusto atañe sobre todo a la trama argumental. Como notifica el título del libro, en una casa donde vivió un ingeniero quedó olvidada una novela. Un amigo le mandó el manuscrito a un escritor de literatura juvenil, Mauricio Ballart, el cual siente enseguida curiosidad por un texto algo misterioso y por quién sea su autor.

También le espolea la curiosidad acerca del grado de verdad del contenido; si se trata de una crónica real o de una invención; si los protagonistas serán o no personajes de una fantasía. Ballart se implica en el texto recibido y así va aflorando la dicha novela desconocida mediante un atractivo juego de puntos de vista complementarios.

Las interferencias entre narradores, o autores, dan lugar a una bastante nítida y sugestiva novela familiar, la cual se lleva la parte del león del libro y capta en mayor medida la atención del lector. Esa historia se explaya en unas relaciones algo enmarañadas de descendientes.

El foco anecdótico está en una señora acaudalada que deja su patrimonio a su administrador y suscita la reacción airada de sus previsibles herederos. La muerte del turbio apoderado abre el relato al atractivo de lo criminal. El suceso sirve a la vez para destapar secretas historias que acopian maldades, tropelías, rencores, infidelidades y engaños varios.

El caso central de la herencia se convierte en el trampolín desde el que Soledad Puértolas aborda un cerrado mundo espiritual sembrado de pulsiones anímicas nocivas. De él se desprende un pernicioso retablo de enfermedades del alma.

De tal modo llegamos a la sustancia del libro, un tradicional relato de análisis psicológico. Aunque tal exploración en la mente desvele pasiones duras y ariscadas, se mantiene en términos de una visión de lo humano nada extremosa; a pesar de mostrar casos retorcidos y dañinos, quedan lejos de las enormes y metafísicas pasiones dostoievskianas.

El mayor atractivo de la historia narrada en La novela olvidada en la casa del ingeniero, superior al del artificio culturalista, reside en la recreación de conciencias malignas y de espíritus egoístas y taimados.

El espectáculo discurre sin excesivo dramatismo, cercano a la experiencia humana común y libre de las truculencias que cada día refiere la prensa. Esta intencionada falta de excepcionalidad marca la obra como una novela menor de fácil y amena lectura.