Según muchas religiones el infierno es el lugar más caliente del mundo, donde las almas de los pecadores están torturadas para la eternidad. Según el rapero Yung Beef (Granada, 1990), el infierno es un lugar frente al mar.

Todavía no han inventado palabras para describir lo que fueron esos dos días en la playa de Salobreña (Granada). El castillo árabe y las montañas andaluzas fueron el fondo de los escenarios que acogieron a los padres del trap español. El 28 y 29 de junio, el festival de La Vendición Records recibió la música urbana española, en todas sus variantes, desde las más moderadas hasta las más extremas.

El mar helado de la Costa Tropical, el sol que quema, disfraces urbanos, dos escenarios y 20.000 personas reunidas en un polideportivo: bienvenidos al infierno. Yung Beef, Soto Asa, Kaydy Cain, Cruz Cafuné, Ñeyo, Pablo Chill-e, Albany, Los Yakis e Israel Fernández han sido solo algunas de las almas torturadas eternamente en la playa de Salobreña.



El gran festival enraizado en la Costa Tropical volvió para su tercera edición, más peligrosa que nunca. Fueron dos días de puro arte urbano, una pequeña realidad paralela en la que no hubo frenos, todo estaba disparado a su máxima potencia. Barras a lo largo de todo el perímetro, tatuajes en directo, puestos de comidas para acoger a los supervivientes, voluntarios que se ocupaban de ser puntos violetas y seguratas que corrían por todos los lados para salvar vidas. 

Un público integrado a la perfección con los ideales del festival: una mezcla de chandals y prendas deportivas, animal print, joyas, zapatillas, brillos, peinados de todos tipos, todo relacionado con la calle y lo excesivo. El maquillaje, los dientes y las uñas como un símbolo de estatus social. Unos outfits perfectos para este tipo de evento.

No obstante, a pesar del gran retraso del primer día, los múltiples playbacks y la mala gestión del camping, el festival cumplió con todas sus expectativas. Al final, fue una gran fiesta de disfraces en honor de Yung Beef y del trap, la música que escuchan los chavales de la Costa Tropical desde sus inicios.

La vuelta al sol de los padres del trap

Cuando Cruz Cafuné (Tocoronte, 1993) salió al escenario, todos se dieron cuenta. Durante una hora, cantó con su voz potente y brillante todos los temas de su nuevo álbum Me Muevo Con Dios, con alguna excepción, para recordar los viejos tiempos. No paró ni un segundo y su concierto fue el que dio realmente inicio al infierno. Así empezó el primer día, con una vibra positiva, muy brillante, que siguió creciendo hasta explotar.

El trap hoy ya no es un género marginal, sino un movimiento popular masivo. Una mezcla de sintetizadores, subgraves y el autotune que reflejan el contexto social complicado con letras duras, directas y un producto audiovisual explícito. Este festival ha sido la recuperación de todos los que han construido la historia de este género en España y cada artista que vino trajo lo suyo a su manera.

Pablo Chill-e (Chile, 2000) llenó el escenario principal con un poco de aire chileno, Ñejo (Puerto Rico, 1975) devolvió el reguetón puro al mundo, rememorando sus canciones más famosas mientras el público twerkaba para abajo y la Albany, una de las primeras reinas del trap, volvió con su "voz sad" para cantar sus letras melancólicas. Pero la última pieza del puzle fue la que todos estaban esperando, con gran ansiedad, desde hace siete años.

Cruz Cafuné en el Festival Infierno, 28 de junio en Salobreña (Granada). Foto: Juan Flores

El festival Infierno no habría podido ser tal sin La Mafia del Amor a su lado. Pero la vuelta al sol, después de años de sombras, cuesta cara y encontrar palabras para describirla es difícil. Decidieron separarse por presiones internas en 2017 y siguieron sus carreras por separado. En 2022 fue la última vez que se vieron, cuando produjeron junto con Omar Montes Si tú te vas Remix. Y este viernes decidieron reunirse, llevando al escenario toda la historia del trap español.

Tres camas circulares. Dos chicas en cada cama. Yung Beef, Kaydy Caine y Khaled, los componentes del grupo, llegan directamente del pasado, como si en estos siete años nada hubiera cambiado. Las pantallas laterales proyectaban en directo a una de las chicas del escenario, que se movía encima de la cama. Escandaloso, sí, pero nada nuevo. Al final quien conoce La Mafia del Amor sabe lo que hay detrás y no se espera otra cosa.

Eran las cuatro de la mañana cuando llegaron al escenario cantando uno de sus últimos temas, Intro (No hay futuro sin pasado), volvieron a los clásicos con TropicalMultiorgásmica, Xapiadora y se fueron con una canción que todavía no ha visto la luz. El público estaba disfrutando en todo su esplendor el retorno de los padres del trap con todas sus formas. Volvieron en todo su estilo, sin contradecir su esencia. Y así se cerró el primer día del Infierno.

La calma en la tormenta

Después de la gran fiesta del viernes, habría que recuperar energías y volver a empezar. El sol brillaba y la playa ayudó a volver a la vida. No obstante la fatiga, todos estaban allí cuando a las 20:30 Israel Fernández (Toledo, 1989) atrapó a los jóvenes traperos dentro de sus alas flamencas. Seguido siempre por la guitarra de su fiel compañero, Diego del Morao, el cantaor se movió entre baladas, seguiriyas, tangos y fandangos. Las palmas andaluzas conquistaron la playa de Salobreña. Su típico baile de cierre y todos los espectadores se quedaron en un silencio de piedra. Fue un poco de calma entre tanta tormenta.

Lo de Los Yakis tampoco fue para menos. Pero, mientras que Fernández deja al público sin palabras, el grupo madrileño tiene el poder de hacer que la gente baile sin parar. Con su flow flamenco mezclado con ritmos latinos, la alegría andaluza se desprende en el aire. Los Niños de Palomeras, Ron CamarónMamita Molona transportaron Andalucía a los gitanos de Madrid.

En el otro escenario flameaba la bandera de palestina y el rap melancólico. Pedro La Droga (Sevilla, 1994) con líricas ambiguas y retorcidas y el Trapani (Linares, 1992), el cantante que está en la escena musical desde hace 12 años pero a quien, en realidad, no le gusta la música. Su concierto fue memorable por lo absurdo que fue. "No me sé la canción, pasamos a la siguiente", exclamaba deambulando en el escenario. El público lo conoce, no se escandaliza. Y él, contento como unas castañuelas, confesó que fue su primer concierto con tanta gente, pero le queda poco para dejar la música, porque, de verdad, no le gusta nada.

La Mafia del Amor en el Infierno Festival, el 28 de junio. Foto: Juan Flores

Menos mal que en el escenario principal el rapero puertorriqueño Yovngchimi (San Juan, 1996) mantuvo el volumen alto y preparó al público para las grandes llegadas. Como en la noche anterior, todos estaban esperando a que subiera al escenario la máxima estrella del trap español. Yung Beef llegó cantando Infierno. El público lloró cuando entonó Ready pa morir y cantó gritando "Si no te vas, baby, yo no me voy", fiel a su Religión, la del perreo. Una vuelta en todo su esplendor, después de dos meses en un centro de desintoxicación de Málaga.

Soto Asa (Ceuta, 1993), su sucesor, conquistó el escenario con los ángeles de Si tu Kiere, klub, Jugador 9 y dejó que el puro reguetón tome vida. Así terminó de quemarse el infierno, cuando, con las primeras luces de la madrugada, el reguetón y el techno se apagaron y 20.000 personas miraban hacia el mar.