Pocas cosas tan de los ochenta como el macarrilla John Bender (interpretado por Judd Nelson) alzando el puño al ritmo de Don't You (Forget About Me) al ser liberado de su no tan horrible castigo en la última escena de El club de los cinco (The Breakfast Club) (1985, John Hughes). La canción, escrita y compuesta por el productor Keith Forsey, plasmó a la perfección el espíritu desafiante y rebelde de toda una generación. 

Simple Minds supo aprovechar su momento, aunque les costó entrar en razón. Cuando Forsey le pidió al grupo, formado por Jim Kerr (vocalista) y Charlie Burchill (guitarrista), que tocaran la canción para la banda sonora de la película, lo rechazaron. Kerr se puso muy cabezota y Forsey tuvo que metérselos en el bolsillo para que hiciesen de tripas corazón.

"No nos gustaba, era la típica canción que nunca compondríamos", reconoce Burchill en el documental Simple Minds: cuando todo es posible (2023), que se estrenará el próximo 10 de agosto en Movistar +. En ese momento, la banda de Glasgow, una de las precursoras de la new wave del rock británico, ya había conseguido su primer álbum número uno en las listas de Reino Unido, Sparkle In The Rain (1983), y habían actuado en el mítico programa Top of the Pops, una especie de Aplauso (RTVE, Jose Luis Fradejas) a la inglesa, donde actuaban cada semana las mejores bandas de la escena musical británica.

Fue ahí donde unos adolescentes Jim y Charlie vieron actuar por primera vez a David Bowie en 1972. Rápidamente se dieron cuenta de que querían dedicarse a la música. "Tuvimos nuestro primer álbum número uno y eso había ido más allá de nuestros sueños, nunca quisimos un éxito de la noche a la mañana, queríamos aprender nuestro oficio para que cuando llegase el éxito estuviésemos preparados", cuenta Kerr en el documental. 

Por eso, Don’t You (Forget About Me) no fue una puerta abierta, sino una bomba. Cuando tocaron por primera vez en Estados Unidos, en un pub de mala muerte, solo había treinta personas. "El manager nos dijo: 'Tranquilos, la banda de anoche solo tuvo veinticinco'. Esa banda era U2", rememora Kerr en el documental. Curiosamente, en su momento se habló de cierta rivalidad entre Simple Minds y la banda de Bono, debido a que tenían ciertas similitudes musicales, algo que siempre desmintieron. 

Tras su aparición en El club de los cinco, todo cambió. La banda escocesa se coló en el número 1 en el Billboard Hot 100 de Estados Unidos y su canción comenzó a sonar en bucle en las discotecas de todo el mundo, España incluida.

Fotograma del documental  'Simple Minds: cuando todo es posible'. Foto: Movistar +.

Hasta entonces, los miembros de la banda, que había surgido en el Glasgow obrero del thatcherismo, no eran considerados estrellas del rock. Pero el éxito de Don't you forget about me y el matrimonio entre Jim y Chrissie Hynde, reina del rock and roll y alma de Pretenders, hizo que tuvieran que empezar a tomarse más en serio la fama. 

En 1985, tuvo lugar "el mayor acontecimiento desde la llegada a la luna". Así promocionaron el Live Aid, un concierto benéfico para recaudar dinero contra la hambruna en Etiopía que llenó el estadio de Wembley de Londres y el J.F.K. de Filadelfia. En este último, ante 100.000 personas, tocaron los Simple Minds sus grandes éxitos. 

"Siempre me pareció el tipo de grupo que acabaría tocando en estadios, porque siempre parecían tener un sonido brillante incluso en el lugar más pequeño y cutre", asegura en el documental el escritor Irvine Welsh (autor de Trainspotting). Las luces, la estética, la actitud efervescente de su frontman y el entusiasmo de su guitarrista hizo que Simple Minds pasase de haber sido una banda más de pop-rock a convertirse en un grupo capaz de llenar estadios. 

Empezaron a trabajar con el famoso productor Jimmy Iovine, fundador de Interscope Records, y su single Alive and kicking (1985), de su séptimo disco Once Upon a Timese codeó con Michael Jackson en un segundo puesto en las listas de éxito.  "Sentimos una gran satisfacción al ver que éramos una de las bandas de nuestra generación, habíamos trabajado duro para demostrarlo", cuenta el vocalista en la cinta documental. 

Poco a poco, la banda comenzó a tomar un rumbo más militante con el disco Streets Fighting Years (1989), que incluye canciones como Belfast Child, dedicada al conflicto norirlandés, y Mandela Day, escrita para el homenaje al político y activista que se celebró en Wembley en junio de 1988 con motivo de su 70 cumpleaños.



Simple Minds actuó en el homenaje gracias al compromiso político de Kerr. Por aquel entonces, el gobierno de Thatcher daba largas al apartheid y llamaba terrorista a Mandela. "Nos pareció que hacíamos lo correcto. Todavía era una figura controvertida, intentamos popularizar su nombre, que fuese aceptado como el lider que era", señala el músico. Aunque asegura que tuvo sentimientos encontrados sobre si realmente es tarea de las estrellas del rock salvar el mundo: "Otros murieron o fueron a la cárcel. Nosotros sólo aparecimos durante 15 minutos". 

La verdadera lucha se dio en Sudáfrica, pero la magnitud del concierto hizo que el gobierno británico empezase a considerar la causa como algo popular, y progresivamente dejó de invertir en el régimen del apartheid. 

A principios de los 90, Simple Minds llevaba 15 años sin parar, pero los aires de Mánchester y el britpop venían con fuerza, y ellos parecían no tener ganas de hacerlos frente. El decadente disco Real Life (1991), la baja de Mick Macneil, teclista y compositor de la banda, y su manager significó un punto de inflexión en la carrera del grupo.



"Estábamos en las últimas, lo que habíamos hecho, lo habíamos hecho hasta la muerte, pero estaba a punto de agotarse", relata Kerr en el documental, quien además acababa de divorciarse de Hynde, con la que comparte una hija. 

Cuando parecía que Simple Minds iba a desaparecer, Kerr y Burchill, esos niños de clase trabajadora que prácticamente habían crecido juntos, decidieron levantarse de nuevo, esta vez por su cuenta, y lanzaron Good News The Next World (1995). "Habíamos sacrificado todo, incluido un trabajo digno", cuenta Burchill. Demasiadas como para abandonar ahora, porque ganarse el título es fácil, mantenerlo es lo difícil. 

En los años venideros, poco a poco y disco tras disco, el teléfono volvió a sonar. Simple Minds supieron reinventarse, adoptar un enfoque distinto. A ambos les motivó tener una nueva banda con gente nueva, músicos jóvenes y un concepto casi de banda teatral. "No decimos solo hemos vuelto, sino esto es lo que hemos hecho con nuestras vidas. No sabemos hacer otra cosa", asevera Kerr. 

La banda tocará este miércoles en las Noches del Botánico, en Madrid. Después de haber llevado la gira mundial de su vigésimo álbum New Gold Dream. Live From Paisley Abbeya casi todas partes de España: Palma de Mallorca, Barcelona, Alicante, Marbella y próximamente Granada y Chiclana de la Frontera.

En su primera entrevista como banda, concedida al periodista Billy Sloan, los Simple Minds dijeron: "Queremos ser una gran banda en directo. Llevar nuestra música alrededor del mundo y ganarnos la vida con ello. Lo haremos porque consideramos que somos lo suficientemente buenos como para que nos ignoren". No pedían poco, pero siempre lo tuvieron muy claro.