Un califato es una forma de gobierno monárquica originaria de la Arabia del siglo VII gobernada por un califa. En la península ibérica el califato omeya llegó a su máximo esplendor durante la Edad Media. Se fundaron más de 70 bibliotecas, una universidad, una escuela de medicina y otra de traductores solamente en Córdoba.
Hoy, cuatro chavales con las barbas largas y un acento fuertemente andalûh han decidido cantar en honor de una nueva Andalucía, basada en un califato como centro cultural. "En aquel 'tiempo Al-Andalus' el flamenco era el salón de la unión entre los moriscos, los judíos, los africanos, los gitanos. Por esto también somos Califato".
Chaparro, Sergio, Esteban y Lorenzo intentan sobrevivir al calor de Sevilla a finales de agosto. Todos los días se encierran en un pequeño local para ensayar con instrumentos, voces y cuerpos las canciones que hacen mover casi toda España. "Es una nave que tiene una chapa arriba y le pega un calor infernal", afirma la voz del grupo.
Los cuatro son originarios de Andalucía. Conocen bien la música, les encanta su tierra y producen por y para ella. Mezclan el flamenco con la música electrónica, el punk, el rock y otros estilos creando un sonido muy característico y experimental. No hay persona que no haya escuchado las bandas musicales de Semana Santa revisadas por ellos. Como la del Cristo de las Navajas, mejor dicho Crîtto de lâ Nabahâ en andalûh, su canción más famosa.
Escriben en "estándar" (Êttandâ pal andalûh), bajo sus propias normas ortográficas, y así hablan y cantan. Si no se ha vivido en Andalucía es difícil entenderles, pero también muy divertido. Como el objetivo del grupo, de su música, divertirse y hacer que la gente disfrute, "así como debe ser la vida", dice Chaparro.
Califato ¾ (léase 3x4) está dando la vuelta a España con su espíritu libre, rebelde y ligero, anclado a la tierra madre, entrando en el futuro palmeando las manos. Ahora, con motivo de su actuación este domingo 1 de septiembre en el festival Flamenco On Fire de Pamplona, sudados, sin internet y muy acalorados después de ensayar, se sientan en cuatro sillas para conversar, a distancia, sobre una nueva Andalucía.
Califato On Fire
"Fue un orgullo y un placer poder participar al festival. Y me gusta tanto que, de hecho, me voy pa’ allá unos días antes para disfrutar de las actuaciones", afirma Chaparro. Los cuatros coinciden que es un festival muy especial, muy auténtico. "Tiene al pueblo como componente principal, no lo invade sino que lo hace participar". Todos los espectáculos se desarrollan en las calles, los balcones y los patios de las ciudades, ensimismándose con cada rincón.
"Es un festival muy completo. Tiene un gran rango de música, desde el flamenco más puro, más rancio hasta una fusión de folclore". Flamenco On Fire reúne la esencia de un pueblo perseguido, todas las tradiciones que se han llevado adelante, el sufrimiento y la pureza con un nuevo tipo de flamenco. "Nosotros vamos al festival con Andrés de Jerez, un cantaor de flamenco rancio, que se sube para llevarnos su pureza". El grupo consigue mezclar los dos tipos de flamenco, aunque no se definen con ninguno.
Folclore y música electrónica. "Al ser de Andalucía, lógicamente, nuestro folclore tiene tintes flamenca, pero también le metemos la parte de Oriente y el Mediterráneo". Es una música popular, de cultura viva, de fusión, de los países. Se definen a sí mismos "raros", "especiales" o "cómo tú quieras llamarnos". Quieren acercar la gente a sus mundos, a sus cabezas, sus locuras y sus tonterías. Despertar conciencias, hacer sentir algo. "Queremos investigar la música, explorar, experimentar y divertirnos. La vida es un proceso de aprendizaje también para nosotros".
Califato ¾ es un rescate de una nueva forma, más moderna, de sonidos más avanzados pero con un enganche constante al pasado, a la tradición, a la tierra. Es un rescate del futuro. Y así lo definen: "folclore del futuro" porque tanto el folclore como la electrónica son infinitos. Lo futurista responde a todo, hasta a la rareza de Califato.
Sus canciones recuerdan la idiosincrasia de Andalucía, de la Semana Santa "cuando salías por primera vez motivado el Domingo de Ramos a ver la cofradía, te bebía un lote en el río y luego cruzaba el puente y acababa en una rave". En esa tierra pura las sevillanas invaden las raves, el folclore de la feria sigue vigente aun en los tiempos más modernos y, siempre con mucho humor y autocrítica, se habla de las cosas más serias.
La intimidad del flamenco
Cuando Lorenzo tenía la barba larga, sus tres amigos decían que se parecía a un califa y fue así como surgió el nombre del grupo. Una broma entre amigos y mucha afición al cante, sobre todo al compás típico del flamenco, el 3x4.
Ahora muchas cosas han cambiado, parece que ese estilo de música es más accesible a todo el mundo. "El flamenco tiene la capacidad de transmitirse globalmente, pero su escucha y su creación solo se da en un circuito de minorías", específica Esteban.
Chaparro recuerda cómo todos los flamencos nacen en su casa. "El Torta de Jerez lo encontraba en la Peña un jueves y daba una actuación que luego iba a la plaza de toros a verlo y no tenía nada que ver". Pero al final, lo del flamenco pasa un poco con todo. Con la electrónica pasa igual. "A nosotros nos gustan los clubes pequeños, donde se pueda ver a la gente más que los macro festivales".
La intimidad se crea en los espacios pequeños, la pureza de la creación viene de un entorno familiar. Por esta misma razón, los cuatro se reúnen siempre en una casa alejada de todo para hacer música. La primera vez se reunieron porque nunca habían hecho música juntos. Ahora se van de fiesta con los cacharros, los ordenadores y la música. "Es como una convivencia, de ponernos ciego, disfrutar unos días aislados para dar rienda suelta al conocimiento de cada uno y ponerlo en común", cuenta Lorenzo.
No miran al reloj, no se conectan al móvil, entran en un estado de relajación y concentración que es imposible recrear en Sevilla, con la hora de la comida, las responsabilidades, las distracciones. "Solo hace falta comida, bebida y mejor que no sea un sitio muy cómodo, que no tenga piscina porque te distrae, ni un peazo de barbacoa, que sea un sitio donde tú digas ¿qué coño vamos a hacer?", se ríen. Pero eso sí, que sea siempre en Andalucía.
La madre tierra
"Nuestra tierra, nuestra madre. La que nos da de comer. La que nos da tributo. La matriz. El Santo. Lo que llevo pensando toda la vida. Andalucía somos nosotros", responde Sergio con dulzura. Esa región de montañas, ríos y cultivos es, en realidad, un estado mental. Todo esto, según ellos, se está perdiendo, por esto la banda en sus canciones reivindican una nueva Andalucía.
"La cosa está fatal. Los datos están claros, poca esperanza de vida, riesgo de pobreza, paro, hambre. No sabemos en que se puede convertir este sur". El turismo de masas está invadiendo las ciudades del sur, que están en peligro de colapso. Como dijo el partido político Adelante Andalucía: "¿Tantos millones gastados en las campañas de Andalusian Crush que ya no hay pa aceite?". El último anuncio del Gobierno dibuja una Andalucía estereotipada y escaparate que ahora se ha quedado sin agua, sin aceite, sin pisos.
"Siempre ha sido un pueblo abierto, orgulloso, que saluda, que acoge, que conoce su historia, que actúa en contra la injusticia, que se ayuda el uno al otro. Queremos volver a la cordura, a tener conciencia cultural de la madre andaluza". Esta nueva Andalucía que reivindican es una tierra que no es sólo turismo. "Nosotros siempre hemos sido pobres y la pobreza la hemos combatido con la unidad. Hay que compartir lo que se tiene para que todos tengan un poco de todo".
Cuando Dios era mujer
Su música reivindica el pueblo unido, la convivencia, la pobreza, el cachondeo y las mujeres, las madres de todo esto. "Yo soy de los que piensa que cuando Dios era una mujer se vivía mejor. Los problemas empezaron cuando lo cambiaron a hombre".
Los cuatro jóvenes también levantan la voz por ellas. "Por todas las mujeres que no están, por todas las que han dejado de estar, por todas las silenciadas", cantan en Çilençio. Reconocen la importancia de una lucha que no les pertenece pero a la cual quieren adaptarse.
"Nosotros no somos los que podemos hablar de feminismo. Nosotros estamos ahí, intentamos cuadrar nuestra vida con lo que conocemos del feminismo, pero son las mujeres quienes pueden hablar de esto. No sería justo que cuatro hombres blancos hablen de algo que no le corresponde", afirman en acuerdo los cuatro.
Êcclabô de Libertá (2024), su último disco, es buscar la libertad en algunas formas de belleza. Según ellos, la libertad es hacer lo que te dé la gana cuando te dé la gana y como te dé la gana. Es "despertarte sin despertador, con una tostada y un café". Pero también creen que nadie sabe lo es realmente la libertad porque nadie la ha experimentado nunca.
Creen en la cultura del Califato, en las "cervesitas fresquitas" y en muchas entidades diferentes cada día. Esteban cree que la magia existe solo cuando no se habla de ella y que creer es crear. Califato ¾ es un cachondeo, como sus directos, como su nombre y sus creencias que con tanto humor de fondo llegan hasta los picos más altos del mundo.