La amnesia colectiva con la que hemos dejado atrás la pandemia no parece haber surtido efecto en Carlotta Cosials (Madrid, 1991) y Ana García Perrote (Madrid, 1994). Ambas tienen muy presente el año de las grandes promesas que acabó siendo un gran bofetón en la cara. No solo supuso tirar a la basura prácticamente todos los planes, las giras y los conciertos programados para ese año, sino también la casi ruptura de su grupo, con la salida de la bajista (Ade) y la bateria (Amber), después de nueve años juntas al frente de Hinds, una de las bandas de indie rock español más internacionales del panorama.
Por eso, para ellas, 2024 ha sido el prometedor año que esperaban que fuese 2020. Vuelve Oasis, pero también vuelven las Hinds. De hecho, no descartan acabar tocando con los Gallagher en algún momento. "Puede que 2024 sea el mejor año musicalmente hablando", sentencia Carlotta. Antes de brindar con una cerveza por este año tan redondo, reconocen estar un poco desquiciadas por su regreso. Tanto, que Carlotta se ha dado cuenta de que nunca podrá ser presidenta del Gobierno. No cree que pudiese soportar los nervios. ¿Alguna vez habías pensado en presentarte? "¿Tú no?", pregunta ella.
El pasado mes de mayo, en el Festival Tomavistas, se subieron al escenario y reconocieron que "estaban remontando" en esto de la música. Se les notaba tímidas, nerviosas, como si no hubiesen teloneado nunca a Coldplay, a los Strokes, a los Libertines, como si no se hubiesen recorrido los escenarios de medio globo terráqueo. Meses después y a pocos días del lanzamiento de su nuevo álbum, se ven "realmente acojonadas", algo normal cuando llevas tiempo metida en un agujero y poco a poco vas saliendo de él.
Los ritmos frenéticos y el estado de la industria tampoco ayudan: la venta de entradas, la caída de los grandes festivales, la situación raquítica de las salas de conciertos, la necesidad de demostrar en redes sociales que la banda sigue al pie del cañón, a pesar de estar cayéndose a cachos. "Parecía que el mundo no nos iba a dejar avanzar, pero aun así, como unas cabezotas, seguimos".
Para Ana y Carlotta, fundadoras, guitarristas y vocalistas de la banda, retirarse nunca fue una opción, solo querían seguir sacando música. Sin expectativas. Aunque los primeros singles de Viva Hinds, su cuarto álbum, han tenido muy buena acogida por parte del público y de la crítica internacional y nacional (todo un logro teniendo en cuenta su historial), "es el primer disco en el que no había expectativas de que nos cambie la vida", asegura Ana.
"Hemos aprendido que no hay que fingir nada nunca. Siempre que hemos tratado de fingir algo que no somos, no ha salido bien. Tomar cualquier tipo de decisión teniendo en cuenta cómo lo va a recibir el público es un craso error y nunca te va a salir algo honesto, y la música es muy importante que sea honesta. Por eso hemos hecho exactamente todo lo contrario, es un álbum con lo que tenemos, nada más. Es una eficiencia máxima de nuestros recursos y nuestras ideas", continúa orgullosa Carlotta.
Reconocen haberse quitado las ínfulas y el hambre de éxito que tuvieron con The Prettiest Curse (2020), su tercer álbum, "mucho más conceptual, con muchas más capas", y el que esperaban que fuese el "breakthrough" que les catapultase al estrellato. "Cuando grabábamos este nuevo álbum a veces preguntaba en voz alta: '¿Esta guitarra está demasiado exagerada o es demasiado agresiva?'. Y nos contestábamos a nosotras mismas: 'Qué más da, si no lo va a escuchar nadie'".
Pensar más hacia dentro que fuera les ha hecho volver a esos orígenes gamberros y amateurs, con los que revolucionaron hace casi una década un panorama musical sediento por nuevas bandas femeninas de rock, con temas como Bamboo, Davey Crockett, Trippy Gum, Between Cans, pero con un sonido más maduro y pulido. Para ambas, Viva Hinds es, sin duda, una reafirmación de la banda, el álbum que mejor les describe.
Lleno de vida y de colaboraciones estelares, como la de Grain Chatten (vocalista de Fontaines DC, consagrados con su último álbum Romance como una de las bandas más cotizadas del momento) o la de Beck, al que, literalmente, arrollaron en una fiesta en Los Ángeles y le pidieron que colaborase con ellas. A nadie que conozca la trayectoria de las Hinds les sorprende que el músico californiano aceptase, siempre parecen conseguir todo lo que se propongan.
Ejercieron de "hermanas mayores"—como apunta el periodista musical Rubén González en Piedra, papel y tijera: Historial del rock español, 1991-2021, —de una escena nacional garage pop prácticamente inexistente en términos de bandas de chicas, de la que en los últimos años ha ido brotando grupos como Shego, Aiko el grupo, Las Petunias, Pipiolas, Lisasinson o Repion.
No les resultó fácil tener esa responsabilidad, ya se sabe lo que dicen "al hermano mayor es al que más castigan", apunta Carlotta y Ana añade: "Tienes que luchar mucho por todas las libertades, porque te traten bien, por cambiar las normas. Hace 10 años la palabra feminismo era una cosa radical. Era sinónimo de odiar a los hombres y de prácticamente ser lesbianas. Y mira donde estamos ahora. Atrévete a decir que no eres feminista, aunque no lo seas".
Una de las grandes diferencias con todas estas nuevas bandas, es que las Hinds siempre han apostado por cantar en inglés —este álbum incluye las dos primeras canciones íntegramente en castellano, En forma y Mala vista— algo que les abrió las puertas al extranjero: Reino Unido, Japón, Estados Unidos. Para medios internacionales como Rolling Stone, Pitchfork, NME las Hinds siempre han sido ese grupo al que no hay que perder de vista.
Triunfar en territorio desconocido también provocó recelos entre el público y la industria nacional. "Daba la sensación de que habíamos robado el puesto a otras bandas, cuando simplemente se nos ofrecía la oportunidad y la cogimos con ganas. Hemos trabajado el territorio internacional y también el nacional, pero jamás hemos boicoteado a ninguna otra banda. Hay hueco para todos", señalan.
"Amadas y odiadas en extremo solo por el hecho de ser jóvenes y mujeres, ya que les precedieron multitud de grupos de chicos con las mismas características jamás se vieron enfrentados a esa crítica feroz", destaca Rubén González en el libro. Tal era el nivel que, cuando empezaron, ambas sentían que "en Madrid había una guerra civil entre los que escuchaban a las Hinds y los que no nos podían ni soportar".
"No puedo evitar sentir una especie de amistad ancestral con todo fan de Hinds porque sé que en algún momento alguien se ha metido con nosotras y ha tenido que defendernos", asegura Carlotta. Esos años malditos para las Hinds parecen agua pasada, pero ellas los recuerdan como algo que les "hizo mucho daño". "El cariño que le tenemos a Madrid y a España en general es bestial. Hemos viajado mucho y hemos visto muchas cosas, pero daba mucha rabia notar cierto rechazo de tus propias raíces", remarca Carlotta. "Era muy raro que nos ignorasen tanto".
Sobre todo, porque para ellas "there's nothing as sweet as living in Madrid (No hay nada tan dulce como vivir en Madrid)" y así lo cantan en Coffee, uno de los singles del nuevo álbum. "Antes, rememoran, en la capital parecía que solo había dos bandas tocando todos los viernes en la misma sala, las mismas canciones, con el mismo el público". Ahora, los grupos emergentes de guitarras se reproducen y parece haber un clima de buenrollismo, en el que las Hinds todavía se sienten como "las de Erasmus que se acaban de mudar a Madrid".
"No diría que formamos parte ahora de eso, pero sí que vamos a serlo. Siento mucho cariño, mucho arrope de otras bandas, que tienen ganas de que nos sintamos bien y es algo que nunca nos había pasado, de verdad. Era como tener una doble personalidad. Como ser James Bond o Spiderman, como tener un superpoder fuera y aquí ser unas pringadas a las que no mira nadie. Y ahora no", señala Ana.
Carlotta y Ana, que fueron amigas antes que compañeras de trabajo, aseguran que siguen echándose de menos a pesar de verse todos los días, siempre les falta algo que contarse. Han cambiado mucho desde que comenzaron a subir covers de sus artistas favoritos a Youtube y en esencia, tampoco tanto. Las ganas de comerse el mundo, de divertirse y la pasión por lo que hacen están intactas. Ambiciosas, humildes, currantas, divertidas, provocadoras, sexis, las Hinds siguen siendo el ejemplo claro de que el amor a la música no tiene por qué ser solo una fase.