El director Juka-Pekka Saraste. Foto: Felix Broede

El director Juka-Pekka Saraste. Foto: Felix Broede

Música

Un frente nórdico llamado Saraste: el director finés y la Filarmónica de Helsinki aterrizan en España

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El próximo miércoles, 13 de noviembre, dentro de la programación de La Filarmónica y en el Auditorio Nacional, nos visita la Orquesta Filarmónica de Helsinki, dentro de una breve gira que la llevará también a Valencia, Barcelona, Zaragoza y Alicante. Se trata de un conjunto sólido, bien ensamblado y muy profesional. Su titular actual es un director muy competente, de esos que no levantan tempestades ni son objeto de habladurías.

Un artista, si se quiere, algo oscuro, pero que se ha desempeñado a satisfacción allá donde ha estado y actuado, titular de agrupaciones de relieve como la Sinfónica de Toronto, la Sinfónica de la Radio Finlandesa, la Filarmónica de Oslo y la de la WDR de Colonia: Jukka-Pekka Saraste (Lathi, Finlandia, 1956).

Un maestro que ha dirigido ya a nuestra Orquesta Nacional y que siempre guarda una actitud vital serena y tranquila, sin aspavientos. La suya es una batuta segura, manejada con criterio, adecuadamente desentrañadora. Hombre menudo, a veces un tanto alicorto de expresión, siempre serio y circunspecto, preciso y elegante, de gestos económicos y certeros, de armonioso manejo de batuta. Su rostro algo huraño no anima, pero lo importante es la música que hace, en todo momento adecuadamente expuesta y diseñada.

Tendrá una buena piedra de toque en los atriles, la esbelta, bien dibujada, evocativa Quinta sinfonía de Sibelius, obra bien ensamblada, muy original en la configuración de sus melodías, habitualmente constituidas por una o dos frases que se repiten con efecto acumulativo, tras un cambio de armonía y una escalada a un tono más elevado.

El compositor finés, sin moverse prácticamente del mundo tonal, consiguió, gracias a ciertas peculiaridades en la estructura sonatística, una fuerza singular en sus peroraciones, en ocasiones alimentadas por temas de raíz folclórica, generalmente imaginados.

Sibelius consiguió una fuerza singular en su Sinfonía nº 5, alimentada por temas de raíz folclórica

Recordaba Harold Truscott que Sibelius huía casi siempre del contrapunto “como de la peste” y, sin embargo, “su música se mueve con una singular solidez y maestría”. Sus sinfonías tienden hacia una suerte de continuidad orgánica que les es propia sobre todo por el empleo del crecimiento temático, que no estaba instalado en la forma de sonata clásica.

Hay momentos de un intenso lirismo en la Quinta sinfonía e instantes de nervioso crecimiento, como los que se dan en los compases finales del primer movimiento. El cierre de la composición se ha hecho famoso con esos seis secos y expectantes acordes.

La sesión comenzará con una obra bastante más solicitada, dado su talante melódico, su rapsódica construcción y la brillante escritura para el piano solista: el Concierto nº 3 de Rajmáninov, al que temen todos los pianistas por sus enormes dificultades, pero que siempre acaban tocándolo: si se hace bien, es un éxito seguro. Hace muy poco estuvo en los atriles de la Sinfónica de Madrid con el pianista Jonathan Mamora al teclado y Pinchas Steinberg empuñando la batuta. En esta ocasión el instrumentista es Nelson Goerner, habitual acompañante de Martha Argerich.