El maestro Rautavaara retratado en un solo disco que resume las consabidas tres etapas de su catálogo. (¿Por qué habrán de ser siempre tres?). El "Primer cuarteto" es de 1952. Oímos a un joven talentoso en busca de voz propia. Entre tanto, se expresa en un atractivo idioma nacionalista, de rústicos ritmos y de exóticos modos. El "Segundo cuarteto" es solo seis años posterior, pero Rautavaara ha aprendido ya el juego dodecafónico y la tabla rasa. Como a todos los compositores de su generación, eso le obliga a repensarse entero su oficio. Casi cuarenta años después, en el "Quinteto" de 1997, el estilo de Rautavaara se muestra decantado y firme en sus perfiles. Predominan en su alta madurez los tiempos lentos, las contemplaciones reposadas y el timbre pastoso y oscuro. Al final de la escucha del disco, lo bonito es comprobar cómo la peripecia estilística, las mutaciones de lenguaje, no afectan a la sustancia expresiva de Rautavaara, que es inequívocamente propia y personal desde el principio. Como todos los verdaderos creadores, la personalidad de Rautavaara sobrevive a su propio estilo.