Tras una carrera como la de Caballé se puede estar de vuelta de todo, hasta del "qué dirán" y permitirse grabar lo que a uno le apetece, aunque el compacto no tenga ni pies ni cabeza ni coherencia alguna. Tiene sin duda un hilo conductor: la belleza de una voz sin igual en este siglo y los pianos de quitar el hipo. A partir de ahí pura diversión para la cantante, que ha recogido muchas de las piezas que canta continuamente en sus shows de las televisiones alemanas y en las propinas de sus conciertos, y para el oyente si abandona prejuicios. Nos encontramos con cosas tan extrañas como el "Aria" de Bach o el "Adagietto" de la "Quinta" de Mahler y hasta una canción de Vangelis. La sonrisa nos llega con el "dúo bufo de los gatos" rossiniano y con el de Papageno y Papagena de la "Flauta mágica", el primero con su hija y el segundo nada menos que con Quasthoff. Quizá "La tarántula" no nos convenza, pero hay que quitarse el sombrero ante el aria de "Gabriella di Vergy", con esa Caballé que quedará en la historia de la lírica. Para el entretenimiento sin prejuicios. Gonzalo ALONSO