Lucia Aliberti: Un retrato.
Lo mejor que se puede decir de Aliberti es que posee una personalidad, que su emisión es inmediatamente reconocible, aunque algunos en un primer momento puedan confundirla con Callas. Con la Callas de los últimos 50 y primeros 60, la que ya entubaba. Escuchen el brindis de Traviata o el Vissi d"arte de Tosca para comprobarlo. ¿Un defecto? Realmente no. Ella canta un poco "a la antigua", con un timbre de atractivo y personal color, con musicalidad y, tal vez, un punto de falta de apoyo en el fiato. No ha sido uno de esos fenómenos que, imitando a la griega, suben como la espuma y desaparecen igual de rápido que ella. Ella se ha mantenido y hasta es de las pocas sopranos que tienen su público, que graba sus actuaciones y busca discos privados. La presente selección justifica el título, y en todas las piezas hay frases destacables que por sí mismas merecen escucharse.