Fresca y festeggiante
Antonio Vivaldi: La Senna festeggianete
19 junio, 2002 02:00
Antonio Vivaldi: La Senna festeggianete. J. Lascarro, soprano; S. Prina, contralto; N. Ulivieri, bajo, Concerto Italiano; Rinaldo Alessandrini, dirección. Opus 111 OP 30339 DDD
En la Italia barroca, la serenata se había convertido en un género musical definido e independiente, una forma autónoma entre la cantata de larga duración y la ópera en miniatura. De carácter esencialmente privado, y compuesta a partir de un tema alegórico o mitológico, la serenata estaba destinada a celebrar un acontecimiento político o social de especial importancia, y constituía la culminación de una larga jornada que se habría iniciado con un solemne servicio religioso, y al que seguirían animados banquetes, cortejos y bailes. Solía ejecutarse al aire libre, en la serenidad de la tarde (de donde se deriva su bella denominación).
De las ocho obras de este tipo conservadas de Antonio Vivaldi, La Senna festeggiante es sin duda la más relevante. Escrita en Venecia posiblemente entre 1722 y 1725, por encargo del Conde de Gergy, embajador francés en la Ciudad de los Canales y, al parecer, gran amigo del prete rosso, esta partitura constituye ante todo una loa en honor del nuevo rey, Luis XV, quien se suponía iba a sacar a su país de una época oscurantista y decadente.
De ahí lo simbólico de sus personajes, la Edad de Oro (soprano), la Virtud (contralto) y el Sena (bajo), que los solistas vocales aquí reunidos, Juanita Lascarro, Sonia Prina y Nicola Ulivieri, encarnan con absoluta propiedad -en especial la primera, deliciosa en sus animadas intervenciones-. El magnífico Concerto Italiano y su líder, Rinaldo Alessandrini, logran una interpretación fresca y sugestiva como la propia portada, que nos invita a gozar de unos pentagramas tan maravillosos como todos los de su autor.
En la Italia barroca, la serenata se había convertido en un género musical definido e independiente, una forma autónoma entre la cantata de larga duración y la ópera en miniatura. De carácter esencialmente privado, y compuesta a partir de un tema alegórico o mitológico, la serenata estaba destinada a celebrar un acontecimiento político o social de especial importancia, y constituía la culminación de una larga jornada que se habría iniciado con un solemne servicio religioso, y al que seguirían animados banquetes, cortejos y bailes. Solía ejecutarse al aire libre, en la serenidad de la tarde (de donde se deriva su bella denominación).
De las ocho obras de este tipo conservadas de Antonio Vivaldi, La Senna festeggiante es sin duda la más relevante. Escrita en Venecia posiblemente entre 1722 y 1725, por encargo del Conde de Gergy, embajador francés en la Ciudad de los Canales y, al parecer, gran amigo del prete rosso, esta partitura constituye ante todo una loa en honor del nuevo rey, Luis XV, quien se suponía iba a sacar a su país de una época oscurantista y decadente.
De ahí lo simbólico de sus personajes, la Edad de Oro (soprano), la Virtud (contralto) y el Sena (bajo), que los solistas vocales aquí reunidos, Juanita Lascarro, Sonia Prina y Nicola Ulivieri, encarnan con absoluta propiedad -en especial la primera, deliciosa en sus animadas intervenciones-. El magnífico Concerto Italiano y su líder, Rinaldo Alessandrini, logran una interpretación fresca y sugestiva como la propia portada, que nos invita a gozar de unos pentagramas tan maravillosos como todos los de su autor.