Capricho de Domingo
RICHARD WAGNER: Escenas de El anillo del nibelungo. Plácido Domingo, tenor. Orquesta del Covent Garden. Antonio Pappano, dirección. EMI 572422 9. DDD.
La relación de papeles wagnerianos interpretados por Plácido Domingo es ya amplia: un Lohengrin cantado hace décadas en la escena, un Parsifal en la penúltima etapa de su carrera y, en medio, bastantes grabaciones con aquellas partes que no podría abordar en vivo: desde el Eric de El holandés errante al Tannhäuser, ambas para Deutsche Grammophon bajo la dirección del recientemente desaparecido Sinopoli. Todo ello sin olvidar el soberbio Sigmund del primer acto de Walkiria, que con indudable fortuna ha protagonizado en numerosos foros.
Es claro que Domingo no va a cantar jamás el Siegfrido. Además de resultarle vocalmente imposible, tampoco le atrae el personaje, al que considera poco más o menos que un tonto. Sin embargo sí se ha atrevido en disco con sus principales escenas con resultados, al menos, discutibles. Uno lamenta no poder contar con una voz del timbre y la musicalidad del tenor para esta parte tan problemática que apenas nadie puede abordar hoy día sobre un escenario. Pero uno también lamenta que Domingo no posea la brillantez y fortaleza en el agudo que se requiere. Estamos ante un Siegfrido casi baritonal y, para que la relación vocal se mantuviese equilibrada, con una Brönnhilde mezzosopranil de Violeta Urmana. Ambos bastante bien acompañados por Antonio Pappano y la Orquesta del Covent Garden, formación de la que es titular.
Sinceramente, si yo fuese Domingo posiblemente también me habría dado el lujazo de esta incursión y quién sabe si hasta me daría el de un Tristan. Tras su carrera, ¿cómo criticárselo?
La relación de papeles wagnerianos interpretados por Plácido Domingo es ya amplia: un Lohengrin cantado hace décadas en la escena, un Parsifal en la penúltima etapa de su carrera y, en medio, bastantes grabaciones con aquellas partes que no podría abordar en vivo: desde el Eric de El holandés errante al Tannhäuser, ambas para Deutsche Grammophon bajo la dirección del recientemente desaparecido Sinopoli. Todo ello sin olvidar el soberbio Sigmund del primer acto de Walkiria, que con indudable fortuna ha protagonizado en numerosos foros.
Es claro que Domingo no va a cantar jamás el Siegfrido. Además de resultarle vocalmente imposible, tampoco le atrae el personaje, al que considera poco más o menos que un tonto. Sin embargo sí se ha atrevido en disco con sus principales escenas con resultados, al menos, discutibles. Uno lamenta no poder contar con una voz del timbre y la musicalidad del tenor para esta parte tan problemática que apenas nadie puede abordar hoy día sobre un escenario. Pero uno también lamenta que Domingo no posea la brillantez y fortaleza en el agudo que se requiere. Estamos ante un Siegfrido casi baritonal y, para que la relación vocal se mantuviese equilibrada, con una Brönnhilde mezzosopranil de Violeta Urmana. Ambos bastante bien acompañados por Antonio Pappano y la Orquesta del Covent Garden, formación de la que es titular.
Sinceramente, si yo fuese Domingo posiblemente también me habría dado el lujazo de esta incursión y quién sabe si hasta me daría el de un Tristan. Tras su carrera, ¿cómo criticárselo?