Giya Kancheli / Sofía Gubaidulina
Sostiene el señalado Kancheli que los timbres y la expresividad profunda de su obra están destinados "a aportar a nuestra alma reconciliación, paz y armonía". Aparte de estas connotaciones, ambas obras se escuchan bien. La de Kancheli es, además, muy entretenida. La extraña combinación de viola solista, coro y orquesta permite sorpresas y efectos llamativos. Todo transcurre como un sueño muy bien pintado, aunque decorado con alguna que otra pesadilla, como ciertas violentas intervenciones del coro.
Más convencional, y posiblemente con más enjundia, se percibe el Concierto de Gubaidulina, estrenado en Chicago en 1997. Las dos piezas reciben una interpretación fiel y deslumbrante de su destinatario Yuri Bashmet, admirablemente secundado por Valeri Gergiev y sus músicos del Teatro Mariinski, a los que en la obra de Kancheli se suma el Coro de Cámara de San Petersburgo. La nada fácil toma de sonido rezuma las bien conocidas calidades de la discográfica Deutsche Grammophon. justo romero