Schünberg observaba en estos lieder de un jovencísimo Berg de 15-18 años cierta debilidad a la hora de construir el acompañamiento, muchas veces limitado a frecuentes y algo retóricos cambios de tonalidad. Pero aquí está ya el germen de las poderosas creaciones dramáticas del autor. Nada menos que 39 piezas, algunas publicadas por primera vez, se recogen en este disco. Están escritas sobre textos de distintas épocas y presentan, en su brevedad, discursos muy contrastados. Aunque heredero de la tradición y respetuoso de la melodía, Berg huye de las estructuras estróficas. La soprano sueco-egipcia Hélène Lindqvist (1968) tiene una voz lírica de sonoridad no precisamente cautivadora, frecuentemente esforzada y bailona en el agudo; pero canta con corrección, bien es verdad que con escasos matices, lo que, junto con el tono algo mortecino de algunos lieder, hace bastante monótona la escucha. Inferior a Shirai o Norman, que tienen grabadas algunas de estas páginas. El pianista Philipp Vogler se desenvuelve con seguridad y soltura.