Pese a su corta vida (1926-1969), Katchen tuvo siempre un calendario permanentemente apretado y desplegó multitud de ocupaciones. Su juego pianístico aunaba la energía, la fuerza, el fraseo incendiario, la precisión, la proeza hercúlea con el más simple y exquisito detalle poético y el lirismo más calmo e interiorizado, en una fusión magnífica de vectores contrarios: "el día y la noche", que decía su amigo, el compositor Ned Rorem. Estos dos discos, con obras que Decca redistribuye, nos lo acercan a dos de los autores que más amó y tocó. Los dos Conciertos de Brahms poseen en sus dedos todo el arrebato y la pasión romántica que los definen, al tiempo que aparecen marcados por una construcción de notable diafanidad. A ello contribuyen los espléndidos acompañamientos de dos estupendos maestros, como Monteux y Ferencsik, mejor y más fino el primero. Schumann se nos acerca a través de una sensacional interpretación del Concierto en la menor, llena de fuego poético, sabiamente administrado por la batuta de Kertesz.