Las transcripciones han estado de moda en todo tiempo y lugar. Ahí tenemos, por ejemplo, el Concierto para violín de Beethoven, que el propio músico trasladó al piano; o a Bach, transcribiendo como loco al clave los conciertos de Vivaldi para violín. La semana pasada comentábamos el arreglo para oboe de unas sonatas violinísticas de Mozart. El primer flauta de la Orquesta Filarmónica de Berlín, el suizo Emanuel Pahud (1970), nos presenta, soberbiamente tocadas, con elegancia, limpieza y un fraseo de lo más elocuente, tres obras significativas y bien engarzadas: la conocida Sonata para violín de César Franck, en esta versión para flauta ya tan famosa, la espumosa Suite, ésta sí original para el instrumento, de Charles-Marie Widor, y la Sonata para violín de Richard Strauss, transcrita, admirablemente, por el propio flautista. Queda estupendamente con este ropaje y encaja bien con el estilo del músico bávaro. Es novedad en la discografía.