En pocos años este pianista francés se ha hecho un hueco importante. Proviene del mundo de la música contemporánea, como especialista en Messiaen o Boulez, con quienes trabajó. Como recreador de obras de Debussy o Ligeti. Su grabación al lado de Harnoncourt de los Conciertos de Beethoven le ha abierto todos los caminos. Las tres obras tienen, en estos dedos, de limpia pulsación, y en esa sensibilidad, con el propio Aimard dirigiendo a la notable Orquesta de Cámara de Europa, un magnífico vehículo reproductor. Ritmos medidos, fraseos lógicos. Sorprende el cuidado, el grado de matización, el intimismo poético concedidos a la milagrosa última partitura de la serie, la nº 27, cuyas voces y texturas están espléndidamente fundidas en un todo muy expresivo.